El dos de agosto recibes un mensaje en el móvil: “Me entregan el urogallo martes día 7 a las 19 horas en auditorio feria de muestras”. Remite: Angel Coro. Queda anotado: el día 7 allí estarás para la entrega del urogallo que otorga el Centro Asturiano de Madrid.
Como coincide que tu empresa puso este año un stand en la Feria, irás ese mismo día a reforzar y matarás dos pájaros de un tiro.
De Oviedo a Gijón viajarás en tren, porque, además de que es gratis, comprobarás si va a la hora, si funciona la megafonía, si hay música o silencio según los distintos departamentos, si va interventor y qué hace, si hay carteles de más o de menos. Al paso por las estaciones echarás también una ojeada.
Llegas a Gijón pasadas las diez. Dudas si ir dando un paseo o coger un autobús. Titubeas porque en la Plaza de los Mártires no ves ningún cartel de horarios, aunque sí ves gente esperando. Mientras esperas el autobús llamas a tu madre, que lleva unos días con molestias o dolores en la cadera o en la ingle. No sabes bien lo que tiene porque en directo refiere molestias (por utilizan el lenguaje médico) y cuando pasan unos días ya te habla de los dolores. Siempre fue así.
No tarda en llegar el autobús, te subes y pagas el euro del billete. Llegas a la Feria unos minutos antes de las once, hora de apertura. Ya hay gente esperando. Tienes un pase de expositor con el nombre en blanco, pero el chico de la puerta no se fija en esos detalles o lo ve, conoce de sobra el truco y mira para otro lado.
Te presentas en tu stand. Ya están allí las dos azafatas contratadas. Echas una ojeada a los obsequios que hay este año para los visitantes. Como siempre, habrá que moderarse. De hecho, te moderas tanto, que cuando regreses por la noche, no traerás nada en los bolsillos.
El tiempo es el más apropiado para un día de Feria: nubles y claros. Así y todo la presencia de público es escasa a esas horas, de manera que planteas tu primera escapada y te haces una idea de lo que puedes ver más adelante cuando encuentres otro hueco.
No vuelves con las manos vacías. Ya cogiste algún folleto, algún catálogo. Por ejemplo metes debajo del brazo el número 44 de la revista DIRIGIR PERSONAS de AEDIPE, Asociación Española de Dirección y Desarrollo de Personas. Será un resumen de lo tratado en el Congreso que acaban de celebrar en Valencia. Le echas una ojeada y de momento no la tiras. La volverás a mirar en el viaje de regreso en tren por la tarde-noche. Entonces leerás que los profesionales de Recursos Humanos son facilitadores del negocio, alguien habla de la necesidad de destacar no se qué dualidad por ética o por estrategia, de la gestión de la confianza, de la definición de un código ético, de la presión motivacional, de las interacciones, de estar alineado con la estrategia, de los valores corporativos, del inventario de competencias (estás empezando a cabrearte) de que hay varias clases de liderazgo: el básico, el impulsor, el mejorador y el desarrollador; lees algo de talleres competenciales, de construir relaciones, de la gestión bipolar, de la flexiseguridad, de la creación de valor, que no podía faltar. El título de los dos últimos artículos casi te dan ganas de devolver: Dirección por Valores como facilitador para el desarrollo de Competencias Directivas, y Proceso de Aprendizaje de la Gestión de la Diversidad en las Organizaciones.
Como esas cosas tan simpáticas las leíste en una revista de AEDIPE, puedes tomarlo a chirigota e incluso escribirlo, cosa que no harías si eso mismo lo vieras impreso en otras publicaciones más cercanas. Nunca te pasmarás lo suficiente de esta bazofia, de este despilfarro de artículos, congresos y saraos varios.
Traes también otro díptico de la Procuradora General de Asturias, algo así como la Defensora del Pueblo de la Comunidad Autónoma, que sospechas que se le irá el tiempo en acusar recibo de escritos y responder con mucho sentimiento que lamentablemente la cuestión planteada por Vd. es competencia de la Administración Estatal, por lo que nada podemos hacer en este caso. Al tiempo.
Pues bien, con esos folletitos y otros, todavía sin leer, entras en el stand del ALSA. Ves movimiento de reporteros gráficos y cámaras de televisión. Allí está Cosmen Adelaida, el Presidente de Honor del Grupo; con él el Presidente actual, su hijo Jacobo Cosmen, más hijos, la Alcaldesa de Gijón y hasta el padre Ángel, de la Cruz de los Ángeles. Un buen número de directivos de ALSA, todos de traje y corbata, arropan a la cúpula directiva. Está convocada una rueda de prensa porque se va a presentar una “Guía de Arquitectura Urbana de Gijón”, una guía de bolsillo de 110 páginas de muy buena calidad. La presenta el autor y a continuación toma la palabra el Presidente del Grupo para hablar del papel de ALSA en el Consorcio de Transportes, de la necesidad de agilizar determinada licencia administrativa, de la ciudadanía y de todos y todas (aprendió el lenguaje del presidente de la nación) y de que la guía se enmarca en la estrategia de Responsabilidad Social Corporativa del Grupo.
También pronuncia unas palabras la Alcaldesa, que aprovecha para decir que dentro de cinco años tendrán que volver a publicar una nueva guía porque con lo que se está haciendo por Gijón, no la va a conocer ni la madre que la parió. Esas palabras no eran de ella, sino de Alfonso Guerra, pero como si fueran.
Vuelves un poco triste para tu stand y das unos paseos, pero ni eso te apetece. Das los paseos en una única dirección porque el stand colindante es el de la clínica de Navarra, así que caminas hacia el lado opuesto, el de Asturiana de Zinc, el de CEPSA y el del Ayuntamiento de Avilés.
Sales a ver alguna cosa más, por ejemplo el pueblo asturiano. No te lo puedes creer: cuenta con unos cuantos puestos de productos asturianos, pero no hay donde tomar nada y aquello está desangelado. Quedó chafada tu primera idea de comer allí, pero no es la hora todavía.
De vuelta del Pueblo de Asturias entras en el recinto de Cementos de Tudela Veguín, del grupo Masaveu, y junto a una exposición de pintura puedes leer unos paneles que publicitan que fabrican un cemento de la máxima calidad y con unas mínimas emisiones de CO2. Será verdad, pero, por si acaso, hacen una media aritmética entre la contaminación y el mecenazgo.
Pasas también por una exposición extraordinaria sobre los Parques, Jardines y Zonas verdes de Gijón. Queda aconsejada.
Vuelves otro poco al stand y ya es la hora de comer. Por suerte, el recinto cierra de dos y media a cuatro y media.
Encuentras una sidrería junto al Parque de Isabel la Católica, la sidrería EL MOLINÓN. De momento te encanta porque echan serrín en el suelo. Para tu alegría se saltan a la torera esa prohibición que te parece ridícula. Te gusta el menú del día, que es de 5,95 euros, pero pedirás algún extra de postre, por ejemplo, media de queso de Cabrales, porque si pasas una minuta de 5,95 euros se van a reír de ti. Con la cuenta te dan el calendario deportivo para la próxima temporada, que incluye unos teléfonos de interés, entre los que figuran los de las estaciones de Gijón, Oviedo, Avilés, Mieres y Langreo, números que hace más de un lustro que se cambiaron, pero ¿quien lucha contra esa inercia de copiar el listín del año anterior?
De vuelta a la Feria atraviesas el Parque y te viene a la mente el terrible asesinato que se cometió hace unos años en pleno día cuando un loco cortó el cuello sin más ni más y delante de su madre a un niño de cinco o seis años que jugaba allí. Te preguntas en qué habrá quedado aquello, que será del asesino y qué será de los padres.
Entras nuevamente en la Feria. Por la tarde ya hay movimiento y te quedas en el stand. Solo sales un momento, por el lado opuesto a la clínica de Navarra y te pilla por banda uno de CALOR VERDE que te explica no sé qué de unas nuevas placas. Al final te da las gracias por escucharle porque te dice que andan por allí sus jefes y tienen que verle que se mueve.
Unos minutos antes de las siete entras en el Palacio de Congresos, en donde tendrá lugar la entrega de los urogallos. Son más de veinte urogallos. Menos mal que son de bronce, que si no acababan con toda la reserva de Asturias. Allí está la Alcaldesa de Gijón, el Presidente del Centro Asturiano en Madrid. El lamentable presentador es el Director del Grupo Cultura Covadonga, que habla de Albora en vez de Alborá, De Sibijana en vez de Subijana, del grupo de Teatro Margén por Margen, de Macbéth por Macbeth, de la riciella por reciella y del Ataneo. En fin, que estuviste más atento al desaguisado lingüístico que a los méritos de los premiados, entre los que no podía faltar un periodista, tributo mediático que hay que pagar para que al acto n le falta publicidad gratuita.
Nuestro premiado, Ángel, estuvo debidamente arropado por un numeroso grupo de sus rendidos coristas, del Coro Santiaguín, de las Dominicas y otros.
Como esto ya quedó muy largo, no te queda hueco para escribir nada de tu stand.
Como coincide que tu empresa puso este año un stand en la Feria, irás ese mismo día a reforzar y matarás dos pájaros de un tiro.
De Oviedo a Gijón viajarás en tren, porque, además de que es gratis, comprobarás si va a la hora, si funciona la megafonía, si hay música o silencio según los distintos departamentos, si va interventor y qué hace, si hay carteles de más o de menos. Al paso por las estaciones echarás también una ojeada.
Llegas a Gijón pasadas las diez. Dudas si ir dando un paseo o coger un autobús. Titubeas porque en la Plaza de los Mártires no ves ningún cartel de horarios, aunque sí ves gente esperando. Mientras esperas el autobús llamas a tu madre, que lleva unos días con molestias o dolores en la cadera o en la ingle. No sabes bien lo que tiene porque en directo refiere molestias (por utilizan el lenguaje médico) y cuando pasan unos días ya te habla de los dolores. Siempre fue así.
No tarda en llegar el autobús, te subes y pagas el euro del billete. Llegas a la Feria unos minutos antes de las once, hora de apertura. Ya hay gente esperando. Tienes un pase de expositor con el nombre en blanco, pero el chico de la puerta no se fija en esos detalles o lo ve, conoce de sobra el truco y mira para otro lado.
Te presentas en tu stand. Ya están allí las dos azafatas contratadas. Echas una ojeada a los obsequios que hay este año para los visitantes. Como siempre, habrá que moderarse. De hecho, te moderas tanto, que cuando regreses por la noche, no traerás nada en los bolsillos.
El tiempo es el más apropiado para un día de Feria: nubles y claros. Así y todo la presencia de público es escasa a esas horas, de manera que planteas tu primera escapada y te haces una idea de lo que puedes ver más adelante cuando encuentres otro hueco.
No vuelves con las manos vacías. Ya cogiste algún folleto, algún catálogo. Por ejemplo metes debajo del brazo el número 44 de la revista DIRIGIR PERSONAS de AEDIPE, Asociación Española de Dirección y Desarrollo de Personas. Será un resumen de lo tratado en el Congreso que acaban de celebrar en Valencia. Le echas una ojeada y de momento no la tiras. La volverás a mirar en el viaje de regreso en tren por la tarde-noche. Entonces leerás que los profesionales de Recursos Humanos son facilitadores del negocio, alguien habla de la necesidad de destacar no se qué dualidad por ética o por estrategia, de la gestión de la confianza, de la definición de un código ético, de la presión motivacional, de las interacciones, de estar alineado con la estrategia, de los valores corporativos, del inventario de competencias (estás empezando a cabrearte) de que hay varias clases de liderazgo: el básico, el impulsor, el mejorador y el desarrollador; lees algo de talleres competenciales, de construir relaciones, de la gestión bipolar, de la flexiseguridad, de la creación de valor, que no podía faltar. El título de los dos últimos artículos casi te dan ganas de devolver: Dirección por Valores como facilitador para el desarrollo de Competencias Directivas, y Proceso de Aprendizaje de la Gestión de la Diversidad en las Organizaciones.
Como esas cosas tan simpáticas las leíste en una revista de AEDIPE, puedes tomarlo a chirigota e incluso escribirlo, cosa que no harías si eso mismo lo vieras impreso en otras publicaciones más cercanas. Nunca te pasmarás lo suficiente de esta bazofia, de este despilfarro de artículos, congresos y saraos varios.
Traes también otro díptico de la Procuradora General de Asturias, algo así como la Defensora del Pueblo de la Comunidad Autónoma, que sospechas que se le irá el tiempo en acusar recibo de escritos y responder con mucho sentimiento que lamentablemente la cuestión planteada por Vd. es competencia de la Administración Estatal, por lo que nada podemos hacer en este caso. Al tiempo.
Pues bien, con esos folletitos y otros, todavía sin leer, entras en el stand del ALSA. Ves movimiento de reporteros gráficos y cámaras de televisión. Allí está Cosmen Adelaida, el Presidente de Honor del Grupo; con él el Presidente actual, su hijo Jacobo Cosmen, más hijos, la Alcaldesa de Gijón y hasta el padre Ángel, de la Cruz de los Ángeles. Un buen número de directivos de ALSA, todos de traje y corbata, arropan a la cúpula directiva. Está convocada una rueda de prensa porque se va a presentar una “Guía de Arquitectura Urbana de Gijón”, una guía de bolsillo de 110 páginas de muy buena calidad. La presenta el autor y a continuación toma la palabra el Presidente del Grupo para hablar del papel de ALSA en el Consorcio de Transportes, de la necesidad de agilizar determinada licencia administrativa, de la ciudadanía y de todos y todas (aprendió el lenguaje del presidente de la nación) y de que la guía se enmarca en la estrategia de Responsabilidad Social Corporativa del Grupo.
También pronuncia unas palabras la Alcaldesa, que aprovecha para decir que dentro de cinco años tendrán que volver a publicar una nueva guía porque con lo que se está haciendo por Gijón, no la va a conocer ni la madre que la parió. Esas palabras no eran de ella, sino de Alfonso Guerra, pero como si fueran.
Vuelves un poco triste para tu stand y das unos paseos, pero ni eso te apetece. Das los paseos en una única dirección porque el stand colindante es el de la clínica de Navarra, así que caminas hacia el lado opuesto, el de Asturiana de Zinc, el de CEPSA y el del Ayuntamiento de Avilés.
Sales a ver alguna cosa más, por ejemplo el pueblo asturiano. No te lo puedes creer: cuenta con unos cuantos puestos de productos asturianos, pero no hay donde tomar nada y aquello está desangelado. Quedó chafada tu primera idea de comer allí, pero no es la hora todavía.
De vuelta del Pueblo de Asturias entras en el recinto de Cementos de Tudela Veguín, del grupo Masaveu, y junto a una exposición de pintura puedes leer unos paneles que publicitan que fabrican un cemento de la máxima calidad y con unas mínimas emisiones de CO2. Será verdad, pero, por si acaso, hacen una media aritmética entre la contaminación y el mecenazgo.
Pasas también por una exposición extraordinaria sobre los Parques, Jardines y Zonas verdes de Gijón. Queda aconsejada.
Vuelves otro poco al stand y ya es la hora de comer. Por suerte, el recinto cierra de dos y media a cuatro y media.
Encuentras una sidrería junto al Parque de Isabel la Católica, la sidrería EL MOLINÓN. De momento te encanta porque echan serrín en el suelo. Para tu alegría se saltan a la torera esa prohibición que te parece ridícula. Te gusta el menú del día, que es de 5,95 euros, pero pedirás algún extra de postre, por ejemplo, media de queso de Cabrales, porque si pasas una minuta de 5,95 euros se van a reír de ti. Con la cuenta te dan el calendario deportivo para la próxima temporada, que incluye unos teléfonos de interés, entre los que figuran los de las estaciones de Gijón, Oviedo, Avilés, Mieres y Langreo, números que hace más de un lustro que se cambiaron, pero ¿quien lucha contra esa inercia de copiar el listín del año anterior?
De vuelta a la Feria atraviesas el Parque y te viene a la mente el terrible asesinato que se cometió hace unos años en pleno día cuando un loco cortó el cuello sin más ni más y delante de su madre a un niño de cinco o seis años que jugaba allí. Te preguntas en qué habrá quedado aquello, que será del asesino y qué será de los padres.
Entras nuevamente en la Feria. Por la tarde ya hay movimiento y te quedas en el stand. Solo sales un momento, por el lado opuesto a la clínica de Navarra y te pilla por banda uno de CALOR VERDE que te explica no sé qué de unas nuevas placas. Al final te da las gracias por escucharle porque te dice que andan por allí sus jefes y tienen que verle que se mueve.
Unos minutos antes de las siete entras en el Palacio de Congresos, en donde tendrá lugar la entrega de los urogallos. Son más de veinte urogallos. Menos mal que son de bronce, que si no acababan con toda la reserva de Asturias. Allí está la Alcaldesa de Gijón, el Presidente del Centro Asturiano en Madrid. El lamentable presentador es el Director del Grupo Cultura Covadonga, que habla de Albora en vez de Alborá, De Sibijana en vez de Subijana, del grupo de Teatro Margén por Margen, de Macbéth por Macbeth, de la riciella por reciella y del Ataneo. En fin, que estuviste más atento al desaguisado lingüístico que a los méritos de los premiados, entre los que no podía faltar un periodista, tributo mediático que hay que pagar para que al acto n le falta publicidad gratuita.
Nuestro premiado, Ángel, estuvo debidamente arropado por un numeroso grupo de sus rendidos coristas, del Coro Santiaguín, de las Dominicas y otros.
Como esto ya quedó muy largo, no te queda hueco para escribir nada de tu stand.
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