Hay cosas útiles y hay cosas bellas (raro que te apartes del más habitual 'guapas', pero como no encuentras sinónimos 'guapura' y 'belleza', te decantas por este último término para el comentario). A veces van de la mano y a veces se dan tortazos. Por si hay dudas, que se lo pregunten a los usuarios de algunos edificios con renombrados premios de arquitectura.
Al pasar por el Grupo de viviendas Santa Cristina (o Colominas nuevas) de Pola de Lena, te fijaste en la forma tan distinta de rematar los ascensores ¿y escaleras de seguridad? de los que algunas colominas se van dotando. De las dos fotos, no sabes cuál fue anterior ni si los primeros se autorizaron de cualquier manera y con el paso del tiempo, los permisos o las ordenanzas establecieron alguna regulación para lo sucesivo, pero parece raramente discutible que la caja externa del ascensor que guarda las líneas estriadas de las colominas, demuestra un gusto que no tiene el mazacote marrón.
Es posible que el coste del ascensor blanco haya sido superior al otro. La obra la habrán sufragado los propietarios, pero quienes disfrutan la visión son los viandantes, que no pagan ninguna tasa. Te entra la duda de si los futuros compradores están dispuestos a pagar un plus de belleza o, llegado el caso, se inclinarán por el modelo básico y el que gastó en belleza tendrá peor salida en el mercado inmobiliario.
Una reflexión similar te suscita la vetusta tasa de voladizos: resulta que quienes pagan el impuesto de ocupación del vuelo son los propietarios del inmueble, mientras que quienes se atechan -en zonas lluviosas- son los viandantes.