La fantástica retórica de Izquierda Unida siempre dio mucho juego como digna heredera de la alambicada doctrina marxista, un poco desdibujada en los últimos tiempos a decir verdad pero con visos de resurgir.
Aunque lo intentas, te cuesta lo tuyo entender el lenguaje del coordinador de IU de tu ciudad. Tuvo que ser entretenido acudir a esa asamblea de la agrupación e intentar captar cuánto ardor mostraban en la defensa de sus respectivas posturas las facciones confluyentes por una parte y las convergentes por la otra. La mayor parte de los diccionarios los tratan como sinónimos, pero no consultaron con las propias palabras, que quizá querían continuar siendo autónomas defendiendo con tenacidad cada una sus respectivos hechos diferenciales y su vida de solteras.
Pensando en la etimología, quizá converger es reunirse y no pasar de ahí, como en un estanque, mientras que confluir sería fundirse y avanzar río abajo hasta el ancho mar. Entretenida logomaquia en cualquier caso si no fuera porque mientras discutían si eran galgos o podencos, convergentes y confluyentes se llevaron un mortal mordisco de Podemos.
Coraje y alegría: Yo a los palacios subí
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