De un tiempo a esta parte arrecian las informaciones y las
críticas al impuesto de sucesiones y al tipo de gravamen que sufren las
herencias asturianas, quizá las mismas críticas que se quejan de los escasos
recursos públicos que se dedican a investigación, a Universidades, a carreteras
o al ámbito que toque desagraviar, siempre cambiantes y crecientes.
La existencia de unos tributos onerosos siempre será un
motivo para eludirlos mientras la maniobra resulte sencilla, ocurre con la
humilde viñeta, con el impuesto de sucesiones o con cualquier tasa por la
instalación de un establecimiento mercantil. En unos casos será disculpa para cambiar de
municipio, en otros de región, en los casos más extremos de país. Aparquemos el
patriotismo a estos efectos.
Lo curioso es escuchar críticas a votantes y simpatizantes
de izquierdas contra el impuesto de sucesiones ¿qué es para uno ser de
izquierdas en lo tocante a la economía? desde luego será la existencia de una
mayor intervención del poder público, para lo que se necesita desplazar
recursos desde los particulares.
Un planteamiento radical de izquierdas estima ilegítima la
adquisición de la riqueza a través de la herencia. No están los tiempos para
radicalismos (a expensas de lo que respondan las urnas a Podemos) pero el
simpatizante de izquierdas debería tener claro ese concepto...aunque por la posición social y económica no le interese