2008/04/30

OSCAR OVEJA, q.e.p.d.


Free Web Counters



Tendrás mucho más difícil llegar a saber si el segundo apellido de tu abuelo paterno, Oveja, era de la misma rama que el suyo. Sí que habías averiguado que eran todos oriundos de Villamartín, de Castroañe o de pueblos limítrofes de la provincia de León.

Ya no le verás, sobre las siete y media de la tarde, cuando no quede casi nadie, asomarse a la barandilla del piso de arriba, donde tenía su oficina, y celebrar la última mordacidad de Federico (no hace falta decir qué Federico), o comentar si en el partido ayer Guti dió un pase genial o hizo el canelo.

Ya no le mandarás más correos y no sabes qué hacer con su nombre en la libreta de direcciones. La gente muere y no se tachan sus nombres de las agendas de teléfonos clásicas, pero si lo tachas, queda la marca y se puede volver a leer lo tachado. Con la libreta de direcciones del correo electrónico es diferente: le das a eliminar y no queda rastro.


Ya te tocó borrar a algún muerto de la libreta de direcciones, por ejemplo a tu prima Marián, que para más INRI se puso como nick Majelu, iniciales de ella y de sus otros dos hermanos desaparecidos con anterioridad. Si no las borras corres el riesgo de enviar al más allá algún absurdo mensaje si se autocompleta la dirección y no corriges a tiempo.


Precisamente ayer habías leído en la prensa que una empresa se ofrecía a gestionar los correos de los muertos, con sonoro titular cuando te toca de lejos. Y, además, de otros pequeños detalles, pensarás en el doloroso momento en el que alguien tenga que hacer algo con sus papeles, con sus notas, con sus bolígrafos, con su sitio, el sitio de Oscar.


Entre otras ausencias de mucha mayor enjundia, alguien, que no estaba previsto, faltará el próximo día 9 en esa comida anual de Moreda.


Q.e.p.d.

2008/04/28

LA ÚLTIMA CENA

Free Web Counters



Lees con atención un reportaje que publica este domingo EL PAÍS SEMANAL que lleva por título Supercocineros, qué comerían el último día de su vida. Donde. Con quienes. Fantasías sobre la última cena.

El reportaje incluye a cocineros y otros famosos.

Ves que muchos preferírían virguerías, pero otros se conformarían con cosas bastante más sencillas. Ferrán Adrià, que escribe un artículo simpático, te da alguna pista cuando elegiría “unas rebanadas de pan de pueblo que no hubiera perdido el perfume de las tahonas de mi niñez”, o se refiere a otros placeres sencillos y cotidianos como el de aquel viejo que en el lecho de muerte dio por buena su vida por todo el café que había tomado. Tiene razón cuando asegura que en las cartas de los restaurantes con una cocina de diseño, a la hora de describir los platos se hace la mejor literatura de ciencia ficción (quizá también en el suyo).

Entre todos te dieron alguna idea. ¿Qué elegirías tú? Ya tienes dicho que no tienes en gran estima (quizá porque no llegas, como la zorra del cuento que no podía alcanzar las uvas) los alimentos más caros. A cambio de material tan selecto pedirás una jornada gastronómica.

Vas a necesitar un avión privado o, al menos un helicóptero para desplazarte porque no lo vas a comer todo en el mismo lugar.

Comienza el día, que necesariamente habrá de ser intenso.

Tendrás veinte años, o no los tendrás todavía, y habrás trabajado por la noche en El Burgo Raneros, cerca de Sahagún, habrás puesto el farol verde a unos cuantos trenes y vendrás a dormir a León a casa de tu tío Luis en el primer tren de la mañana, que llegará a la capital a las 7:35. Antes de acostarte, pero sólo un ratín, porque es el último día, te tomarás una copa de orujo blanco con una galleta en LA BARRA, enfrente del hotel Riosol, con Casado y la riestra de compañeros que también habrán trabajado de noche entre León y Becerril y que vivían generalmente en León.

Irías a dormir a la calle Relojero Losada, pero poco más de media hora porque tendrás que presentarte al desayuno, que esta vez es en el Seminario de Oviedo. Allí desayunarás los canutillos rellenos de crema, que tú llamas tubinos, que te habrá traído tu madre el sábado o el domingo en una caja de zapatos. Habrás retrocedido en el tiempo y tendrás once o doce años. Entonces no valorabas el café, así que te hartarías de tubinos a palo seco. Pese a que te decides por los canutillos, estuviste dudando si probar unas torrijas que tu tía Dioni la de Vitorino preparaba en Ávila cuando, con quince años, pasaste allí dos semanas porque algún médico recomendó los aires castellanos para el chiquillo.

Sin pérdida de tiempo harías algo, poca cosa, hasta que llegara el momento de tomar el pinchu, en este caso tendrías treinta años y estarías en la cafetería Santa Cristina, en Oviedo, pedirías tres cafés con leche y tres pinchinos de tortilla de jamón y queso con el pan horneado de la confitería. Los tres pinchos no son todos para ti, uno sería para el Médico y otro para el Técnico de Personal y harías el cálculo mental de a quién le toca pagar hoy, porque aunque sea el último día, las cuentas son las cuentas.

Para que cuadre todo, el último día debería ser un sábado, el pasado por ejemplo, y te plantarías en El Fontán en la segunda mesa (en la primera, de la esquina, puede haber corriente) y debajo de los soportales que dan a la plazuela Daoiz y Velardo por si casca el sol. Allí tomarías una botella de sidra y un pincho de picadillo, y si estaban tu mujer y tu hija, de revuelto o de carne guisada para ellas. Si no tenías compañía, leerías el periódico pero levantarías frecuentemente la cabeza para observar al personal.

Ya es la hora de comer. Para el primer plato habría que retroceder más de cuarenta años y situarse en una cabana (cabaña) en La Palanca, cerca del túnel de Pandoto en el puerto de Pajares. Allí comerías unas patatas guisadas con laurel en una trébede negra y con costra de muchos años de humo, sin carne ni nada. Para el segundo plato avanzarías dos o tres años y te situarías en el Seminario de Covadonga, en donde te pondrían un pisto de bonito con patatas cuadradas como nunca más volviste a probar. Para beber, el Siglo saco que una noche, entre tren y tren, tomaste en la estación de Lugones cuando trabajabas en La Cantera, pongamos que hace veinticinco años. Para el postre avanzarías unos cuantos años y llegarías a Lugo de Llanera, en donde tu suegra te prepararía un arroz con leche único, con azúcar requemado con algo parecido al gancho de la cocina.

Con este ajetreo la siesta es imprescindible, pero una siesta breve porque hay que merendar. Al postre estabas en Lugo de Llanera y tendrás previsto merendar en León así que te pilla de paso Naveo. Retrocederías hasta tus siete u ocho años, y de la leche que tu padre o tu madre acabarían de ordeñar en la cuadra de abajo y que estaría en aquella lechera gris de dos litros y medio, de aluminio, tan abollada, cogerías con los dedos la espuma de por encima. Por si tienes hambre para el viaje, tu madre te prepararía un paquetín que podría tener una empanada de bonito o un bollín de chorizu en forma de ocho con un huevo cocido en cada agujero. También podría ser un bocadillo de bonito con un pimiento de los que compraba en el Fontán antes de ir a verte al colegio. Si estuviera de tu cuenta preparar este bocadillo, lo harías de anchoas, con pan reciente, las mismas anchoas que furtivamente te daba José Manuel el de Josepín cuando, siendo guajes, llevaron la cantina de Fierro. No te daría tiempo a probar nada de eso porque el cuerpo tiene un límite. A León llegarías para merendar con tus amigos una tortita americana en una cafetería ¿Alaska? frente al palacio de Botín. Les pedirías disculpas por no haber podido venir a tomar unos vinos antes de comer para después jugarlos a los chinos.

Como el tiempo se echa encima, y sigues en León, antes de la cena pasarías por el Seaky y os tomarías un cóctel de champán o de cava o de vaya Vd. a saber.

Ya es la hora de la cena. Nuevamente cogerías un vuelo rápido para volver a Covadonga y tomar el primer plato de la cena, que sería un puré de patata con cuadraditos de pan frito. Tomarías agua por si tenías que conducir el helicóptero que te llevaría a Oviedo a dar cuenta del segundo plato, pollo al ajillo con pimientos de Padrón (que unos pican y otros non) en la sidrería Muñiz, al lado de tu casa. A este segundo plato te acompaña tu mujer, que no estaba dispuesta a acompañarte en toda la peregrinación culinaria.

Por la noche, volverías a León a tomar un cóctel en aquellas copas hawaianas, o por lo menos, exóticas del Hula-Hula cerca de la facultad de Veterinaria.

A lo mejor, la última-última copa la tomabas en casa de tu tío Luis, con tu pandilla de amigos, aprovechando que vivía en Madrid, después de tapar la bombilla del salón con aquel papel higiénico de color rosa que entonces estaba de moda. Quizá sonara Hey Jude, de los Beatles.

Antes de que amaneciera podrías dar cuenta de una buena quimada en A Caniza.

Un agite.

2008/04/27

KAFKIANO

Free Web Counters



Cuanto escribes un articulillo de estos, según vas trazando las primeras líneas se te suele ocurrir el título. Mala cosa es que primero decidas el título porque te parezca ingenioso o impactante y decidas tirar "p'alante" hasta que lleguen las ideas; no es bueno el fórceps en estos negocios. No se da el caso contrario: que escribas el artículo y no encuentres el título adecuado. Las más de las veces sucede que según vas escribiendo, con el encabezado inicialmente decidido, lo cambies según vayan surgiendo los acontecimientos.

Esta mañana de sábado, nada más hablar con Manolo el gitano, dijiste: kafkiano.

Cuando por la noche lo empiezas a redactar, lo primero que haces es ir al diccionario para ver qué es exactamente kafkiano y resulta ser dicho de una situación, absurda, angustiosa. Te parece demasiado exagerado para definir lo de la mañana del sábado, pero así se queda.

A la hora del ángelus, subiste hasta la biblioteca. Esta temporada te va a dar por la sección hemeroteca y para ser más preciso por los últimos días de septiembre y primeros de octubre de 1978, pero que esté tranquila la concurrencia, que no vas a escribir más de eso, copiarás lo que encuentres en un lápiz de memoria y quedará a buen recaudo. Tienes previsto entretenerte una temporada mirando esquelas para completar el superárbol genealógico de la zona. ¿Kafiano? Puede ser.

En algún punto había que dejar lo de la hemeroteca, que es un trabajo sin fin, y haciendo una excepción a tus fobias a la literatura extranjera, te fuiste a Kafka, porque tenías gana de volver a leer algo de este autor y no sabes exactamente de dónde te vino ese repentín.

Armado de El Proceso te dirigiste al kiosco de El Fontán, y previo pago de un euro y diez céntimos, te hiciste con La Nueva España. Para la sidra tuviste que merodear un buen rato porque no había sitios a la sombra y el sol cascaba. Al final lo lograste, no sin un pertinaz trabajo de vigilancia. Engullido el sabatino picadillo, cuando la chica te echa un culín, te ve EL PROCESO encima de la mesa y te dice.
- ¿Le puedo hacer una pregunta? (te jorobó con el Vd., pero bueno, uno ya tiene sus años)
- ¿Cómo no?
- ¿Está bien el libro?
- No sé, lo acabo de sacar ahora mismo de la biblioteca.
- Es que yo estudié magisterio y estuve trabajando seis o siete años en Sograndio en un centro de reinserción de menores y tengo una amiga a la que le encanta Kafka, y siempre tiene a Kafka en la cabeza.
- Debe ser duro trabajar en ese ambiente.
- Duro pero gratificante. A veces estás con un chaval que tuviste contigo unos cuantos meses y te lo encuentras por la calle y te dice que está trabajando en tal sitio, y es una gran alegría. También te encuentras otras veces que fulanito que estaba reconvertido, con trabajo, que te dice que dio un tirón y que volvió a la cárcel. Pero merece la pena.
- No te preocupes, que ya te diré algo del libro.


Camino de la plaza de la Catedral te encuentras a Manolo el Gitano delante del Museo de Bellas Artes, mirando para la puerta y moviendo la cabeza de arriba abajo, con una lata de cerveza y algo que podría ser la tapa de una caja de zapatos. Le preguntas que si ya vio el cuadro que con su imagen se expone en el Museo, te dice que no, pero habías leído en la prensa que sí. Le comentas que quizá tengan pagarle derechos de imagen y te dice que a lo mejor, sí, a lo mejor, sí, a lo mejor. Mientras llegan y no, te pide para un pincho, le das y le preguntas si le puedes sacar una foto.

Y allí se queda Manolo, objeto de un cuadro de Miguel Galano, mirando a la puerta que guarda su retrato.

2008/04/26

EFECTOS DIATROGÉNICOS

Free Web Counters

Intentarás ordenar las ideas, aunque mucho te temes que no lo vas a lograr porque se te amontonan por momentos: las encuestas, los blogs, tabular, Camilo José Cela, el próximo encuentro de los antiguos seminaristas, los huevos de toro (las criadillas) de Moreda, los árboles genealógicos varios, en general asuntos que no dan un duro, pero sí muchas satisfacciones.

Merece la pena leer a Camilo José Cela, por ejemplo, sus obras completas sin ir más allá, y por concretar, el tomo 9 “Glosa del mundo en torno”. No te cabe la menor duda de que si Cela viviera hoy publicaría un blog. En esos sueltos que va sacando a la luz, lo mismo te habla de la Nochebuena, que te ensalza la racial actuación de Gonzalvo III con la selección española.

Piensas si reservar algún punto de los anteriores para otro día, por si te falta la inspiración, pero en cualquier momento salta la liebre y algo caerá si sigues leyendo la prensa u observando por la calle o simplemente viviendo.

Vas a tener que ir empezando ya por que si tantas ideas tienes y te enrollas con estas digresiones, te va a salir una cosa larguísima e indigerible, y si la firmara algún escritor de renombre, la seguirían hasta el final, pero tú no eres nadie y si escribes más de cuatro párrafos, el personal pincha avance página a ver en qué queda la cosa. Al grano, o a los granos, que en este caso son varios.

Lees en la prensa regional que la información alarmista sobre drogas puede incitar al consumo, según declara Grigori Burkhart, responsable del Área de Prevención del Orbservatorio Europeo para las drogas, que anda estos días de excursión (o de congreso, no sabes bien) por Oviedo. En la letra pequeña lees que “la sola información puede tener efectos diatrogénicos si sólo se refiere al consumo y sus efectos y lo hace de manera alarmista, puede producir curiosidad y aumentar el consumo en jóvenes que quizá ni habían pensado en ello”. Quedas pasmado con esos diatrogénicos. Menos mal que entre paréntesis pone “negativos”. Pasmas una vez más porque, por supuesto, el diccionario no lo recoge. Si vas a google aparecen cinco referencias, pero si escribes diatrogenic en inglés verás treinta y cuatro. Ruegas que algún lector de este blog tenga la gallardía de reconocer que cuando se ponga de moda este palabro, “diatrogénico”, reconozca que, como titular, la leyó en este blog por primera vez.

Podrías traducir diatrogénico por disuasorio porque fue leer esa palabra y disuadirte de continuar leyendo, así que no sabes en qué quedarte con eso de la información sobre las drogas.

Todavía quedaste más pasmado hoy cuando, en horas de trabajo recibiste una encuesta sobre la información impresa existente en las estaciones y resulta que Oviedo, con diez mil viajeros, recibe un 5,4 y Tudela Veguín o Nubledo (alguien dirá que dónde están estos pueblos) merezca una puntuación similar. Buena pregunta para la que no tienes respuesta, salvo que cuando se plantean las preguntas de determinada manera, las respuestas tienen que ser esas (¿de qué color es el caballo blanco de Santiago?). Tienes esa encuesta en la mente, cuando recibes un correo de un compañero que te dirá que hará todo lo posible por estar en el encuentro de seminaristas del 17 de mayo en Covadonga. Le dices que en la columna de sí o no, le vas a anotar con un 85,56 % de posibilidades porque tampoco crees que otras encuestas que se publican sean más fiables. Te ríes mentalmente de las encuestas y de las tabulaciones y piensas si tendrán algo que ver con las estabulaciones, pero no, tabular vendrá de tablas, y estabular, de establo, y éste de estar quieto o permanecer, pero al final tabular y estabular tienen cierto parecido y no te refieres solamente al sonido.

Hablando de estabular, llaman muchas veces a casa para hacer encuestas y normalmente pasas, pero hoy te pillaron para la mano y te dijeron que iban a ser diez o doce minutos, que no te creíste, pero aceptaste porque te dio pena del contratado temporal que tenías al otro lado del teléfono. La encuesta, si recuerdas bien, era sobre la televisión y la publicidad. El problema es que el examen era de tipo test. Si fuera de desarrollo, les dirías que según llegas a casa, a la hora que sea pones la tele en la Primera, que vas al teletexto, páginas 102 (Nacional) 120 (Internacional) 136 (Deportes), que a los cinco minutos la apagas, o la dejas encendida metiendo ruido pero sin mirar para ella; que ves el Telediario de la noche si estás en casa pero sólo si coincide que vas a comer un poco de fruta en la bandeja; que ves algún partido; que no te pierdes Cámara Café (Bernardo, la Cañi, Cerezuela, ay la Cerezuela…), que a veces te quedas en la publicidad si no aprovechas par ir al WC o a moler café; que los documentarles es posible que estén muy bien pero no los ves. Valoras la publicidad como un mal necesario, sabes que influye en tus decisiones, aunque procures pasar de ella y fijarte solamente en su aspecto informativo. Esa es la tele que ves. De lo que contestaste, debidamente tabulado, vete a saber qué conclusiones sacarán. Quedaste tabulado y estabulado, a lo mejor por los efectos diatrogénicos de la tele.

2008/04/24

EL DÍA DEL LIBRO

Free Web Counters

Hoy fue un día perdido par la causa de la cultura.

Estuviste todo el día de auditoría, explicando una cuestión muy interesante y de gran calado, que son los indicadores de procesos de tu dependencia, y defendiendo con vehemencia la importancia intrínseca de que el porcentaje de estaciones en las que se puede obtener billete en una línea determinada es el 85,56 por ciento y no el 83,26 porque esa diferencia ha de interpretarse teniendo en cuenta… Como de ilusiones vive el tonto los c... te consuelas pensando que peor se está en el andamio.

En fin, que por esas servidumbres del cargo no pudiste dar un garbeo por una librería, e incluso por una denostada gran superficie para ver con qué libros te podías hacer aprovechando el descuento del diez por ciento, o incluso para regalar uno a tu hija, aunque luego quede en una estantería, a saber en cual (o en cuala).

Te consuelas pensando que nunca llovió que no parara y a los mejor este jueves te das un garbeo para palpar la cultura viva del Fontán, que no está en los libros.

MANUEL VALENZUELA

Free Web Counters

No, no es que estos días te dé de una manera especial por las necrológicas aunque te toman el pelo en la oficina porque lo primero que lees cuando coges el periódico son las esquelas. Aclaras que miras por lo siguiente: Primero si hay algún conocido, segundo si hay alguien del “árbol” (entendiendo por árbol el genealógico, pero en sentido muy amplio, alguien que esté entre las 4.800 personas que tienes fichadas de tu comarca) y tercero si aparece algún apelativo curioso, como Pín de casa Lin, Xuacu les Nueces o Pepa la Joroba o si en la esquela figuran la mujer y la ex, o si pone suegro o padre político.

Cuando ayer leíste varias esquelas de Manuel Valenzuela, alto funcionario del Principado, no caíste en quien era. Las esquelas no traen foto y deberían incluirla. A Manuel Valenzuela te lo cruzabas muchas veces en tu calle, porque trabajaba en Sanidad, pero lo conoces sobre todo de tus tiempos de Facultad, en donde te dio Hacienda Pública en tercero, aunque, repites, no lo conocías por el nombre, porque a lo mejor el catedrático era Pedreira u otro, Valenzuela no figuraba en el programa y tú no andabas haciendo pasillos por los departamentos.

Hacienda Pública era una materia bastante árida, pero Valenzuela era un profesor claro. Te quedaste de él con la idea de la progresividad de los impuestos y la de evitar el efecto cascada, es decir, una corrección técnica para evitar que si se paga por tramos, no vaya a pagar el que ingresa un poco más, mucho más que el que ingresa algo menos.

Pero sobre todo reconocías a Valenzuela porque era uno de los objetos de tus manías, la de buscar parecidos, en este caso, con Jose el de Madrid, un primo tuyo muerto a los 33 años el 31 de agosto de 1989 cuando estabas de vacaciones en Salou. No fuiste al entierro y ya es tarde para arrepentimientos

EPPUR SI MUOVE (y sin embargo, se mueve)

Free Web Counters
Aclaras que la frase con la que titulas este artículo es la que dicen que dijo Galileo cuando le negaban que la tierra giraba alrededor del sol “Y sin embargo se mueve”.

Eliminaste parte de la entrada sobre el túnel 50 porque a la fuerza ahorcan, pero no te resistes a aludir al “leit motiv” de aquellos apuntes, que era la idea que te sugirió una noticia sobre el actual magistrado del Tribunal Supremo, Luciano Varela, que en 1978 era el juez de instrucción Pola de Lena. En la foto superior está el juez en la boca del túnel, debidamente ocultos todos los que pudieran resultar identificados.

No vas a incluir aquí la colección de fotos que tienes, pero no te resistes a exponer la mirada profunda de José Manuel, de Josepín y de Joselito, vecinos de infancia, cuñado, yerno y tío político de Paco al que intentan reconocer con una mirada que penetra hasta las entrañas en la camilla que saca el grupo de rescate.

Punto final.











2008/04/22

ANTESALA DE LA VEJEZ


Free Web Counters


Nuevamente, un artículo sobre dudas y matices. El escáner casero es el que hay. Para leer algo habrá que pinchar encima y que, con un poco de suerte, se amplíe.

2008/04/21

HERIDAS LEJANAS

Free Web Counters



Lees, como todos los domingos, EL PAIS en papel. Ya estabas al final del periódico y no habías leído nada que te llamara especialmente la atención, pero el rabo también es toro y no se puede dar un partido por perdido hasta el pitido final del árbitro.


La columna de la última página la firma Manuel Vicent, maestro de ensoñaciones marineras ligadas a su Valencia natal. Seguramente la historia de la literatura no pondrá a la misma altura a Vicent y a Blasco Ibáñez, pero si un reparto territorial hubiera, Manuel Vicent sería el poeta de las vivencias marineras y Blasco Ibáñez el del interior.


Manuel Vicent cuenta una historia de un naufragio y la termina de esta forma: Las heridas que se arrastran desde muy lejos envueltas con los años son las que nos definen siempre y al final nos permiten alcanzar la dignidad en medio del naufragio. Te parece una frase merecedora de ser recogida en esos repertorios de frases célebres. La relees varias veces: Las heridas que se arrastran desde muy lejos envueltas con los años son las que nos definen siempre y al final nos permiten alcanzar la dignidad en medio del naufragio.


No encuentras ninguna coma, pero no sabes si el autor deja a la elección del lector ponerle alguna, por ejemplo "Las heridas que se arrastran desde muy lejos, envueltas con los años,…" en este caso sería la envoltura de los años la que incidiría en la conformación de la persona doliente, que la hacen digna en medio del naufragio. Si leemos sin comas las heridas y los años formarían un amasijo indivisible que se traduciría en la imposibilidad de cumplir años indemne. Arrastrar heridas, no solo tener las cicatrices a la vista, ser un pesado fardo, como aquella maldición bíblica “parirás a tus hijos con dolor” (antes de la epidural). Además, la dignidad de las heridas, como el orgullo de las heridas de guerra, según dicen, o el pretendido orgullo de Don Rodrigo en la horca.
Al final es una versión libre de la certera frase de Montaigne: “la vejez pone más arrugas en el espíritu que en la cara”.


Siempre te parecieron patéticos los hombres (no digamos las mujeres ¿machismo subyacente? quizá) que se emperifollan con aceites, afeites y colgantexos (palabra autóctona) varios para negar las heridas del tiempo. ¿Y las heridas de dentro? Cada uno sabe las suyas y no menguan por ser desconocidas para tu círculo o intencionadamente ocultadas. El coherente sabe que podrá engañar a todos, pero no a sí mismo.

2008/04/20

DE PASTORES Y GERENTES


Free Web Counters

Esta mañana de sábado tuviste un entierro. La esquela lo ponía bien claro: en la iglesia de San Francisco Javier de la Tenderina. Cuando del círculo de interesados en asistir te preguntaron qué iglesia era, respondiste muy rotundo: la de la Tenderina, la que hay y pensaste "la del entierro de Benigno Is". Alguien apuntó que había dos, pero tú, muy seguro, dijiste que qué va, que era la iglesia de siempre, la iglesia que durante unos años tuvo delante una escultura de Fernando Alba, que acabaron retirando porque al final eran unos hierros oxidados y un peligro para la gente menuda.

El entierro era a las doce. Haces tus planes, sales de casa a las once y media, con tiempo para dar el pésame que no se te arregló antes. Tenderina abajo ves los chalés ruinosos de la fábrica de armas. Los comparas con las estaciones también ruinosas y te acabas convenciendo de que en la fábrica de armas sabrán hacer cañones y los ferroviarios sabrán mover trenes, pero lo de unos y otros no es mantener edificios. Al final, cuando se caigan todo el mundo clamará al cielo porque eso había que haberlo mantenido, pero a los gestores del momento les exigen resultados en las balas o en los trenes, no en el mantenimiento de los tejados, y estos se acaban cayendo.


Al pasar por el Palacio de los Deportes te preguntas qué será de aquel chaval que defendiste una vez en el turno de oficio acusado de robar allí después de romper un cristal. Tuviste la suerte de ganar aquel juicio porque el policía municipal de servicio llegó únicamente a ver su silueta por un cristal traslúcido y te agarraste a esta duda como a un clavo ardiendo.



En estas meditaciones estabas cuando llegas a la puerta de la iglesia y la verja está cerrada. Te mosqueas. Preguntas a unos padres que hay por allí si esta es la iglesia de San Francisco Javier. Ni idea, son de Gijón y vinieron acompañando a con sus hijos que jugaban un partido de algo en el polideportivo de al lado. Empiezas a sospechar que hay dos iglesias. Cuando te lo confirman en un kiosco cercano, sabes que vas a llegar tarde. Jamás entras en una iglesia con la misa empezada, porque te parece una falta de respeto, pero esta vez la culpa es tuya y como penitencia, entrarás. Metiste la pata por no seguir la consigna de Buridán: dudar.



Cuando te parece que tienes que estar llegando, preguntas a una parroquiana. Si te hubieras fijado verías la cruz en un edificio delante de tus narices. Claro que también tenía ventanas y una antena de televisión en el tejado. Te pasó lo mismo que la primera vez que pisaste Madrid y preguntaste a la salida de Príncipe Pío dónde había una boca de Metro y a diez metros tenías una.



Entras. La cruz de hierro forjado que preside la iglesia es un cristo crucificado pero con túnica, te parece de Urrusti, o al menos de su estilo. Oficia Alberto Reigada, con el que charlas un momento a la salida. Le hicieron llegar una alusión que se había hecho en este blog a un artículo que escribió en La Nueva España. Le preguntas si lo ponías bien o mal. Dice que bien. Menos mal.
Le das la enhorabuena por la noticia de la prensa de ayer mismo, cuando se publicó que salía adelante un proyecto de ampliación, con maqueta virtual en las portadas de la prensa. Algo te dice del apoyo recibido del Arzobispado.



Muchas veces en conversaciones familiares o de café se clasifica a los curas en buenos, aprovechados, sotas, elitistas, abandonados, desprendidos, etc. Se valora bien al que levantó una iglesia, al que organizó un cementerio, al que construyó una piscina. A veces para conseguir sacarlo adelante necesitan el apoyo del rico del pueblo, del poderoso y no queda tiempo para atender a la gente humilde, al necesitado, al pobre. Cuando sale esa conversación clasificas a los curas en gerentes y pastores. A veces hay curas muy buenos como gerentes y muy malos como pastores, y viceversa, otros que si hubiera exámenes de organización no pasarían de párvulos. Alberto es de los que conjugan los dos aspectos. Lo confirmas cuando, ya de vuelta hacia el casco histórico pasas por la cuesta de la Vega y ves el local de Cáritas “Calor y café” que tanto potenció Reigada cuando Cáritas estuvo bajo su responsabilidad. A este local malamente entrará un poderoso. Sigues avanzando y en el entorno del Arzobispado ves una tienda tradicional de artículos religiosos y de culto, y esta es la otra cara de la moneda.



Y con estas llegas al Fontán.

2008/04/19

EL TÚNEL CINCUENTA. APUNTES JURÍDICOS, FERROVIARIOS Y HUMANOS

Free Web Counters



(AMPUTADOS LOS APUNTES JURÍDICOS, FERROVIARIOS Y HUMANOS -AJENOS-, QUEDAN SOLO LOS APUNTES HUMANOS PROPIOS)

El túnel cincuenta hace el número cincuenta de entre los túneles de la línea férrea entre León y Gijón. Una aciaga noche de 1978 se produjo un choque en ese túnel 50. No murió nadie de tu familia pero en otro túnel de León murió un abuelo tuyo, casualmente de nombre Simón, al que no conociste porque el tren en el que viajaba chocó con otro cuando tu padre tenía trece años. A raíz de aquello tu padre tuvo que empezar a trabajar en una carpintería y posiblemente aquello marcó su vida y seguramente la de su madre, tu abuela Daría. Por abreviar, tu abuelo murió en el choque de Torre del Bierzo el 3 de enero de 1944 en la colisión del tren 421 con una maniobra. Nunca encontraron su cuerpo. Con él murieron entre 500 y 800 personas. Presiones para trabajar como fuera. Deficiencias de frenado. Un obligado manto de silencio en el terrible franquismo inicial, que habló de siete muertos.

En otro túnel de Asturias, en el puerto de Pajares, murió otro tío tuyo en el año 55, cuando tenía treinta y dos años y tú no habías nacido. Era mozo de tren, cayó de una grita o de un estribo y el tren lo partió por la mitad. Cuando años más tarde te tocó ver cuerpos arrollados por los trenes, temías ver una imagen parecida a la que te imaginabas de tu tío. Era el hermano mayor y el sostén económico de la familia. Al tío Jesús le gustaba la gaita. Nunca más se pudo oír una gaita, sin que a su madre, la abuela Rosario, le saltaran las lágrimas. Cuando sonaba por la radio, había que apagarla. Aquella madre nunca se olvidó de su hijo, y la tuya se casó de negro por aquellos lutos de entonces. Aquella tristeza duró muchos años y es difícil sentirla por alguien al que no conociste. Cuando eres niño es imposible. Durante los primeros años de tu vida era la tumba ante la que te tocaba rezar cada uno de noviembre. Todavía su lápida recuerda que en parte está pagada por sus compañeros de la Renfe.

Los túneles son algo para ti.

La noche del 27 de septiembre de 1978 estás trabajando en El Burgo Raneros, provincia de León, justamente a escasos diez kilómetros de Calzada del Coto, el pueblo natal de tu padre. Si fueras un veterano posiblemente estarías dando una cabezada, pero en aquel entonces todos los ojos eran pocos para ver los trenes pasar y la noche era corta. Entre tren y tren aprovecharías para estudiar o leer alguna norma técnica (cuando el conocimiento era más importante que los mangoneos) o simplemente poner la oreja en aquel teléfono que solo con descolgarlo oías cómo circulaban los trenes y hacías tus números: a tal hora coincidirán por aquí el mercancías número tal con el exprés número cual y a lo mejor te tocaba apartar uno para dar paso a otro. En una de estas estarías cuando oíste que hubo un accidente de un tren de combustible en el Puerto de Pajares. Lo primero que pensaste fue si iría tu padre en ese tren. Era imposible porque tu padre hacía muchos años que no acompañaba trenes de mercancías, pero años atrás lo había hecho y fue lo primero que se te vino a la cabeza. Llevaba años ya trabajando en el taller de máquinas de Oviedo y nada tenía que ver con esos acompañamientos.

Hace unos días escribiste por ahí arriba o por ahí abajo, según se mire, que ver la foto de Luciano Varela (pusiste por error que era miembro del CGPJ cuando lo es del Tribunal Supremo) y acordarse del túnel 50 y otros túneles fue todo uno y lo mismo.

Cuando vivías en Pola de Lena, conocías de vista a Luciano Varela, pero ni sabías que era Juez, ni sabías a qué se podía dedicar, y eso que ya estarías por la mitad de la carrera pero los jueces todavía no eran mediáticos. XXXXXXXXXX XXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXX XXXXXXXXXX XXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXX .

XXXXXXXX XXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXX XXXXXXXXXX XXXXXXXXXX.

XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX

XXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXX

XXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXX XXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX X XXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX

XXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX

XXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXX

XXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXX

2008/04/18

MÁXIMO, EL PAÍS, EL CONTENIDO Y EL CONTINENTE

Free Web Counters



Pasarían unos minutos de las dos cuando, a punto de consumir un producto típico de la tierra, que se suele servir en vaso ancho, te diriges a la zona de los periódicos y tienes una primera duda. Puedes elegir entre “La Voz de Asturias”, “El Comercio” y el “Abc”. Ya tenías en la mano La Voz, cuando te dijiste que había que darle una oportunidad al ABC.


Cuando llegas a las páginas de opinión, te encuentras con la viñeta de Máximo. Quedas perplejo. Lo último que sabías de él era que hace unos meses en la columna que algunos domingos escribe el Defensor del Lector de El País, alguien le preguntó por qué a raíz del último cambio de diseño y paginación se había suprimido la viñeta diaria de Máximo, que aparecía diariamente desde la fundación del periódico hace treinta años. La respuesta fue que seguían en negociaciones con él. Cuando, como todos los días, pinchas en la edición digital tenías la esperanza de que volviera a aparecer, pero no, allí seguían Forges, El Roto, Peridis, y otros que sigues menos. Notabas la falta de Máximo. No te hace falta confesar que eres paisista desde siempre, aunque procuras no leer las firmas más sectarias como la de Javier Pradera, de verbo rebuscado para más inri.


Te dices que dentro de lo malo (pero ¿por qué te sale esta frase? ¿por qué es malo?) podrás seguir leyendo a Máximo en la edición digital del Abc, no en vano entras casi todos los días a ojear los editoriales y el humor de Mingote, pero cuando por la noche entres en él, verás, maldita sea, que desapareció el enlace del humor.


Mientras sigues observando el dibujo, la típica masa popular con pancartas delante del Congreso presidida desde la escalinata por los dos leones, uno de ellos con gafas negras, piensas sobre el continente y el contenido y por qué a veces tiendes a valorar favorablemente cualquier contenido que venga dentro de un continente, en este caso El País. Antes marchó Umbral y, en lo que cabe, seguiste leyéndolo en El Mundo.


Esperas seguir a Máximo en el ABC y confías en que no cambie de estilo a estas alturas, como otros hicieron cuando cambiaron de envase.


Sigues dando vueltas sobre como poco a poco cambian los periódicos, las familias, las personas, como van muriendo unas células y en su lugar nacen otras que ocupan su lugar, sin cambios bruscos pero sí continuos, y a lo mejor cuando pasan treinta años, de los elementos presentes en la salida, ya no queda ninguno en la meta para contarlo, para contar cómo éramos. A veces incluso uno no se reconoce.

La lectura del ABC te sugirió otras ideas. Concretamente al ver la foto del magistrado Luciano Varela (actualmente en el CGPJ) te vino a la mente el túnel 50. Era el Juez Instructor de Pola de Lena el 27 de septiembre de 1978, cuando a las 4,18 salió de Linares la máquina ALCO 2143, que minutos después chocaría con un tren de combustible de CAMPSA muriendo siete trabajadores.
Dejemos ésto para otro día.

2008/04/16

DE CURAS Y SACERDOTES

Free Web Counters


Buscas la esquela de Berto y resulta que aunque todos lo llamaban Berto su nombre real era Baldomero. Ya tienes dicho que si el objetivo de las esquelas es informar al personal de la muerte de alguien, habría que incluir incluso el mote cariñoso por el que se le conocía. Menos mal que entre paréntesis ponía “Jubilado de Renfe”, y entonces ya tienes oportunidad de decir: Sí, hombre, Berto el del taller, unu muy coloráu, que cogía el tren de las tres y cuarto (o uno anterior si podía).


Preguntas por teléfono a tu madre por los hermanos de Berto y te dice (y para eso baja la voz como si alguien la pudiera oír, cosa imposible desde aquella casa aislada) que a su hermano Alfredo no le dejaron ir al Seminario porque su padre bebía, y añade ¿qué culpa tendría el nenu? Preguntas si serían informes del cura porque ¿de quién si no?.

En ese momento te ves con nueve años cuando, junto con otros doscientos rapacinos, saliste por primera vez de casa a hacer el pre-seminario, una estancia de quince días, que era una prueba para que te admitieran o no. Te preguntas hoy qué criterio seguirían aquellos curas para en quince días, por unas pruebas, por un comportamiento en los patios o en las habitaciones, decidir si un niño era apto para entrar en el Seminario. En fin, piensas que con menos tiempo, un psicólogo también decide el destino profesional de una persona.


Cuando vas a tomar la habitual sidra del mediodía con un amigo tuyo cura (de aquel preseminario, por cierto, y pasaron cuarenta años) y le cuentas la anécdota, él, más versado en estos intríngulis e intrigas, te aclara que hubo un tiempo en el que no se admitían seminaristas zurdos, ni pelirrojos, ni hijos de carniceros, entre otras prohibiciones. Os hace gracia lo de pelirrojos, porque os recuerda aquella pelea verbal que mantuvieron dos conocedores del latín y de los entresijos eclesiásticos, uno pelirrojo, el otro jesuita, cuando uno le dijo al otro “Iudas rubicundus erat” (Judas era rubio) a lo que el segundo respondió “et de societate Iesu” (y de la compañía de Jesus).


Como estás preparando el encuentro anual de los antiguos seminaristas, por la tarde te llama uno, prejubilado de la minería y voluntarioso sindicalista en sus tiempos activos, para decirte que se apunta, y añade que está en ese momento con un sacerdote. Le preguntas ¿con un sacerdote?, pensé que dirías "un cura”. A lo que responde aludiendo a no sé qué del respeto y la educación. Al final, lo mismo que decía tu abuela, a la que nunca le oíste decir “cura” sino “sacerdote”, término que raramente utilizas si no es en el más formal lenguaje escrito.

2008/04/14

SOLIDARIDAD DE PACOTILLA

Free Web Counters


Lees en el Magazine, suplemento dominical de La Vanguardia, pero también de La Nueva España, un reportaje que se titula Vidas después del cáncer. No crees que haya nadie a quien no interese el asunto. Todos, quien más quien menos, sabe de gente que sobrevivió. Te quedas con una experiencia.

Alfonso Sáez trabajaba en una fábrica como mecánico. “Mis jefes me ayudaron mucho, porque progresivamente no podía coger peso. Me pasaron al laboratorio, donde no tenía que hacer los esfuerzos del puesto de mecánico. También me daban dos horas de pausa para comer en vez de una, porque tenía que comerlo todo triturado. Luego recuperaba las horas.” Sin embargo, la situación se complicó: “Algunos compañeros se quejaban, y yo cada vez estaba más deprimido. La psicooncóloga me recomendó al final que dejara el trabajo”.

Conoces casos así. Cuando un enfermo, después de un proceso difícil, retorna al trabajo con alguna limitación física o funcional, después de los habituales parabienes (Hombre, ya estás por aquí, no te preocupes, tú haz lo que puedas, que para eso estamos) ves que con el paso del tiempo el clima no es igual, que en los corrillos entre compañeros o entre compañeros y jefes, se incide en que fulano cobra como los demás pero hace menos; que no se le encargan determinadas tareas pesadas o difíciles o que requieren destrezas de las que carece el Alfonso Sáez en cuestión.

Si el jefe los tacha de poco solidarios, responderán que esa carga que antes repartían entre tres, ahora la tienen que hacer entre dos y pico y que en el sueldo no lo notan.

Sin embargo, tiene que ser así. Cuando se habla de derechos y deberes, suelen entenderse que los derechos son patrimonio los trabajadores y los deberes de los empresarios, pero hay excepciones: en los típicos casos de preferencias para vacaciones o para escoger turnos cuando hay estudiantes, estos derechos no salen de los deberes de los empresarios sino del propio colectivo. Eso es así y tiene que ser así. Lo mismo en el caso de los trabajadores con alguna limitación. Sin embargo, en ninguno de los numerosos cursillos de habilidades varias se difunde esa pedagogía elemental.

2008/04/12

MEAR LA SIDRA

Free Web Counters



Es viernes. Saliste con tu mujer a tomar algo a una sidrería de la calle Gascona, concretamente a la sidrería de más larga barra y consiguiente mayor barullo. Tuvisteis la suerte de pillar una mesa para picar algo, y según echaste una ojeada erais los mas viejos del lugar. Sea todo por mantener joven el espíritu. Disteis buena cuenta de productos de la mar y de la tierra. De qué mar y de qué tierra vaya Vd. a saber.

Como lo que se bebe hay que echarlo, cuando le toca el turno a tu mujer, aprovechas esos minutos de silencio (acostumbrado como estás a los ejercicios espirituales) para fijarte en las botellas de sidra ya vacías y sus etiquetas. Te das cuenta de que hace diez años no las llevaban, recuerdas con nostalgia y con el natural escepticismo de los años la polémica de entonces, que si la etiqueta iba contra la tradición, que si la normativa sanitaria, que si la Comunidad Europea. Al principio se despegaban muchas, lógico al estar entre el agua en el que se suele conservar la sidra para mantener la temperatura adecuada. Más tarde, sin darte cuenta, aquellas etiquetas ya no se despegaron más y pasaron a formar parte del paisaje y de las barras del bar. ¿Quién se acuerda de aquella polémica? Incluso los sidreros más recalcitrantes, que pasan por ser los más entendidos (o quisquillosos o exigentes o “repunantes”) según entran en la sidrería se fijan para el palo o palos (la marca) que trabaja la casa, y si no son de su agrado se van, ellos que estaban contra estas modernidades.

Todo lo que entra sale, so peligro de reventar. Esto te recordó la entretenida conversación de la mañana cuando no tuviste más remedio que, como todos los viernes, realizar una parada técnica en un establecimiento hostelero que casualmente te pilla de camino entre tu trabajo y tu casa. Con tu hermana de testigo (porque tú para la sidra eres muy familiar) estableciste un diálogo de circunstancias con un profesor jubilado de Química que te dijo que había nacido en el año 32 y que dio clases en la cuenca desde el año 54 y que de sidra y de química sabía bastante y que él era químico y sidreru y no veía contradicción entre una y otra. Este viejo profesor contaba cómo en las espichas de entonces se cobraba la entrada a una perrona y con ello podías beber lo que se quisiera o pudiera. ¿Qué ocurría? Aquellos tugurios no tenían WC y en cuanto tomaras unos culetes había que salir a evacuar al prau. Para volver no había más remedio que pagar otra perrona. Aquellos hosteleros de andar por casa no sabían nada de contabilidad analítica ni de organización por procesos pero conocían bien la macroeconomía, ley de los grandes números: a tantas cajas de sidra corresponderían tantas meadas y, consiguientemente (que diría Nicolás Redondo padre) tantas perronas y si unos aguantaban mas, otros resistirían menos.
Y en esto tu mujer volvió del WC y se acabaron las meditaciones sobre la evolución de la sidra, las meadas y las etiquetas.

Aclaras que en esa sidrería no se paga por meadas sino por botellas.

2008/04/11

BONO Y EL GAITERO DE GIJÓN

Free Web Counters


Buridán es un rincón donde se amontonan las dudas sin orden ni concierto y, siendo ese su objeto, no puede quedar en el olvido una que por algún momento lo habrá sido para el flamante presidente del Congreso.

No recuerdas si esta poesía te suena de la Enciclopedia Álvarez, de algún libro de texto de Lengua, o incluso de la escuela, pero desde aquel lejano entonces te llamó la atención esa “dolora” (que así las llamaba él mismo) de Ramón de Campoamor, que no pasará a la historia por ser un poeta sublime, pero sí por sus rimas pegadizas.

EL GAITERO DE GIJÓN
Ya se está el baile arreglando.
Y el gaitero, ¿dónde está?
«Está a su madre enterrando,
pero enseguida vendrá».
«Y ¿vendrá?»
«Pues ¿qué ha de hacer?»
cumpliendo con su deber.
Vedle con la gaita...,
pero¡cómo traerá el corazón
el gaitero,
el gaitero de Gijón!
(…)

La niña más bailadora,
«¡Aprisa! -le dice- ¡aprisa!»
Y el gaitero sopla y llora,
poniendo cara de risa.
Y al mirar que de esta suerte
llora a un tiempo y los divierte,
¡silban como Zoilo a Homero,
algunos sin compasión,
al gaitero,
al gaitero de Gijón!

Ni Bono toca la gaita ni se le murió la madre, pero alguna duda habrá tenido cuando supo que el entierro de su suegro coincidía con su estreno como presidente del Congreso. Dice la prensa que acertó en presidir el la sesión inaugural. No estás tan seguro. Él mismo se lo tendría que preguntar dentro de dos meses, no más. Hay cuestiones que interesa verlas en perspectiva. ¿Qué inconveniente habría en dejar que el vicepresidente primero presidiera por una vez el Congreso, él que dijo haber dejado la política para dedicarse a la familia? No fue un ejemplo de conciliación de la vida laboral y familiar, aunque, católico él, habrá seguido la máxima evangélica: “Dejar que los muertos entierren a sus muertos”.

¿Qué harías tú? Mejor que no ocurra, pero en una ocasión te coincidió el entierro de tu tío y padrino en León el mismo día en que directivos de toda España llegaban a tu tierra asturiana para impulsar un sector de tu empresa, justamente el sector del que te ibas a encargar. Fuiste al entierro por la mañana, llegaste a la sesión de tarde y no te pareció que con tu ausencia se paralizara nada, pero hay una diferencia: tú no eras presidente de nada.

2008/04/09

BOICOT AL DAFO

Free Web Counters



Creías que el dichosos análisis DAFO estaba reservado solo para esos cursillos llenos de vaciedad y PowerPoint a los que tienes que acudir por estricto imperativo legal, esos cursos que nadie pide pero que son, dicen, formación proactiva. Más bien crees que la formación es un macromontaje inmanejable de utilidad más que discutible.

Pues bien, no hay curso que se precie en el que no se saque un tema y esté la gente entretenida una horita apuntando ideas que el formador (perdón, el coach) irá anotando en el rotafolios de rigor para acabar en el famoso análisis DAFO, en realidad, sacando a calzador características o notas de una materia determinada y listándolas en cuatro columnas rotuladas DEBILIDADES, AMENAZAS, FORTALEZAS Y OPORTUNIDADES.

Es muy simpático observar como buena parte de la jornada se pasa debatiendo si determinado defecto lo colocamos entre las debilidades o entre las amenazas. Entonces viene el gurú y dice: no, eso es una oportunidad. Y tiene razón, porque al fin y al cabo como lo que está pésimo ya no puede empeorar, he ahí una oportunidad. Por otra parte, resulta que lo que nos parece una fortaleza es una amenaza porque mañana puede empeorar. Una risión. Esperas que la Universidad siga otras pautas pedagógicas.

El diario gratuito 20 minutos debe estar poseído por algún gurú porque le dio por hacer un análisis DAFO de la justicia, pero como no deja de ser una cuestión opinable y vacía, resulta que la utilización partidista de la justicia es una amenaza, pero la independencia judicial (¿no se parecen en algo?) es una fortaleza. Las posibilidades de potenciar los arbitrajes los apuntan como una oportunidad cuando para ti es una debilidad. La falta de medios es una debilidad, pero si le das la vuelta, como serán inevitables el gasto y las inversiones, te lo apuntan entre las oportunidades. A la necesidad de modernizarse la encuentras entre las debilidades y entre las oportunidades.

En fin, DAFO no, por favor, y, de paso, PowerPoint a dieta. Que si rascas, haya algo debajo.

2008/04/07

EXCEPCIONES

Free Web Counters


Te traen las noticias a casa.

Esta mañana pasa por tu oficina un señor al que le tragó unas monedas la máquina de los billetes y el interventor (el revisor, por utilizar el lenguaje usual) le volvió a cobrar, pero quiso dejar patente que recibió de él un trato exquisito. Lo normal en estos casos es que automáticamente digan haber sufrido un trato chulesco y prepotente, hasta el punto de que cuando oyes tales frases rutinarias, tus conductos auditivos forma una veloz línea recta. Primera excepción.

Quiso la casualidad que ese buen hombre olvidara un sobre en tu oficina, pero no te diste cuenta en el momento. Cuando te percataste de que entre tus papeles había un sobre, no miraste para el rótulo (porque te parecía reciclado) sino para el contenido, y te pareció que era algo de los testigos de Jehová. No tenías noticia de que ninguno de tus compañeros tuviera intereses escatológicos, pero preguntaste por si acaso.

Al poco vuelve aquel ciudadano, en el que no habías caído como autor del olvido. Si hubieras leído el sobre y hubieras visto que la etiqueta ponía “Sr. Párroco de …” podías haberte dado cuenta, pero no sacas por la pinta a todos los curas, sobre todo desde que ya no van de sotana. De hecho en el último entierro al que acudiste, el cura presenció la introducción del féretro en el nicho totalmente de calle, sin una estola ni ningún otro distintivo más que sus dones espirituales. Eso te parece otra excepción, pero no es el objeto de esta historia.

Le dices que estuviste en el Seminario y charláis unos minutos sobre conocidos comunes. Como le dijiste que de tu curso era el pobre Antidio, te dijo que a sus padres les dieron dos millones de pesetas y añadió “eso es lo que vale un cura”. Alguna asociación mental de ideas se despertó en este cura veterano, que te preguntó si conocías a Fulano el de XXXX y le dijiste que sí, pero que era de unos cursos superiores. Te comentó que había sido en otros tiempos coadjutor suyo y que hacía cuatro meses que había dejado la parroquia “por lo que salió en la prensa”.

“Lo que salió” es que se publicó que se le había descubierto un hijo, filtración interesada de la cúpula eclesial, o de un sector.

Conocías la noticia por el periódico y aunque en las conversaciones sidriles que mantienes, te podrías haber enterado, nunca quisiste preguntar.

Ahora te enteras sin querer. Tercera excepción.

Al fin y al cabo el cura queda libre de pecado porque no reveló ningún secreto de confesonario.

Y a ti te traen las noticias a casa, a esa casa, que no un hogar, donde pasas tantas horas.

2008/04/06

Y SIN EMBARGO TE QUIERO

Free Web Counters

Tuviste una mañana de sábado placentera y provechosa, aunque antes de la excursión al Fontán, no hubo más remedio que pagar la penitencia: unas compras en el Mas y Más (no vayan a caducar los vales de descuento) y visita a una joyería porque los miles de artilugios que hay por casa no funcionan con cuerda. Lo mejor de la compra del Más y Más fue un dato para ese árbol genealógico que te tiene tan entretenido. Los lenenses están en el mundo entero.

Una vez en la plaza porticada, debidamente situado en zona de sombra, los hados quisieron que pasara por allí una abogada amiga que te resolvió un asesoramiento familiar que ibas a tener que acometer el lunes, con lo que te evitó horas de navegación hasta dar con la clave. Punto conseguido, así que no fue cierto en este caso el refrán: “las consultas de pasillo no son buenas ni para el cliente ni para el bolsillo”.

Acto seguido, te encuentras con un antiguo jefe del que guardas buen recuerdo ¿se guarda mejor recuerdo de los jefes antiguos que de los nuevos?

Con tanto palique casi no te da tiempo de ojear La Nueva España. Habías leído el día anterior que una alumna de las Dominicas (donde cantas) había ganado el concurso ¿Qué es un Rey para ti? por lo que sería recibida por Su Majestad. Al leer el pié de foto que ilustraba la noticia observaste un error porque incluía el nombre de la directora del colegio, y bien se veía que aquella no era, que a las directoras de colegios de monjas el viento no les ondea la melena.

Entre culín y culín, al leer el periódico del sábado ves que en los titulares aparece “la niña de la Inmaculada que ganó el concurso…”. ¿Pero no era de las Dominicas?. También lees, lagarto, lagarto, que “Andrea, que ya quedó finalista en el certamen del año pasado, reconoció la colaboración de su madre en el diseño del libro desplegable, cuidadosamente presentado, con una divertida ilustración interior y un texto que define su concepto de la institución de la Corona”. Vamos, que lo hizo la madre, lo que suele ocurrir en estas ocasiones, para qué nos vamos a engañar.

Ni una leve autocrítica en el periódico, ni una rectificación, nada de “en la edición de ayer se deslizó un error…”, nada, borrón y cuenta nueva y aquí no pasó nada.

Al periódico, le pasa lo que al picadillo, sabes que no están bien, pero a los dos les puedes decir: y, sin embargo, te quiero.

MUERTOS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL PAJARES

Free Web Counters

La noche del viernes al sábado la pasaste viendo listas de muertos, los anotados en los registros parroquiales del pueblo de tu madre. Hablamos de los años 1882 y siguientes.

Caes en la cuenta de que así como hoy los que mueren en las minas asturianas son extranjeros, entonces, cuando se estaba construyendo el ferrocarril del Pajares los que morían eran de fuera de la región. En algunos casos figura la causa, en otras no hace falta especificar. Cuando no figura la causa y sí la edad, por los apellidos y el lugar de procedencia se puede suponer que no murieron de muerte natural. Ves a un Francisco Sánchez, de Villaquilambre, de 40 años; a un Antonio Vázquez Rodríguez, de Guntín, Lugo; a un Andrés López, de Lugo; a Ramón Viaña, de 21 años, de Santander; a Domingo Carballo y a Jesús Casero Cabo, de 17 y 25 años respectivamente, de Cuiña, Lugo; a Manuel Iraosabal, de 50 años, de Vizcaya; a Juan Vázquez, de 21, de Pedroso, Coruña; a Miguel López Bodelón, de 22 años, de Camponaraya, León; a Francisco Moreira Fortes, de 27 años, de Caboy, Pontevedra; y decenas de hombres jóvenes en los años siguientes, que no sabes si figurarán en las estadísticas de los accidentes de trabajo o en la historia de la construcción de los túneles del puerto de Pajares.

Algunos curas tuvieron la delicadeza de anotar la causa de la muerte: voladura de dinamita en la boca de arriba del túnel de Orria; voladura en la cantera del Topedal; un liso en el túnel de las Nieves; cartucho de dinamita en Topedal en obras del ferrocarril; cantera del Romerón; al apearse de uno de los coches que bajaban de Busdongo; en el plano inclinado de Buelles en obras del ferrocarril; le cayó un liso en el túnel de la Raigosa en las obras del ferrocarril; le cayó una piedra en el túnel de Las Cangas-Parana.

Te viene entonces a la memoria una conversación que tuviste hará un mes con un sobrestante jubilado que te contó que junto a la boca del túnel 25, en La Pisona, hay una cruz de piedra, sin más datos, y vete a saber si era de aquellos hombres enterrados en Cabezón o de algún otro accidente.

Ahora, cuando ya apunta en Pola de Lena la boca del nuevo túnel de la variante ferroviaria de Pajares, te alegras de que no haya habido ni vaya a haber decenas de muertos. Los que haya o haya habido serán, en su mayor parte, extranjeros.

2008/04/04

UN SISTEMA OBSOLETO, por P. de Silva (sobre la administración de justicia)

Free Web Counters

A este asrtículo no le falta ni una coma, ni un paréntesis, ni un matiz. Ya es difícil ser tan preciso y decir tanto con tan pocas palabras, cosa que consiguen los poetas más que los prosistas.
---

Mientras las administraciones, en general, se han modernizado, la de justicia se ha quedado atrás. En realidad su situación sería inconcebible -desde el punto de vista funcional- de no ser por dos elementos consustanciales suyos que, de hecho, han operado como factor de inmunidad: la independencia y el autogobierno. La independencia judicial es del todo necesaria (y constitucional), pero en no pocas ocasiones ha sido excusa para hacer de un Juzgado o Tribunal un reducto de ineficiencia, exento de control real. El autogobierno de los jueces es clave para un poder judicial autónomo, pero si no lo anima un fuerte impulso de autoexigencia degenera en corporativismo. Aunque independencia y autogobierno son intocables, a la justicia le ha llegado la hora de funcionar de una vez como una empresa de servicio público, jerarquizada, sujeta a objetivos y eficiente.
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008040300_42_623265__Asturias-sistema-obsoleto

RELACIÓN DE CONOCIMIENTO

Free Web Counters



Antes de trabajar en esta empresa trabajaste en otra. Eran del mismo sector y, aunque no estás seguro del todo, crees que era otra porque otro era su código de identificación fiscal.

Pues bien, en esa otra empresa, hubo una época en la que estabas encargado de redactar y remitir todos los meses a la central alguna noticia que hubiera ocurrido en tu dependencia. Las más de las veces te las veías y te las deseabas para escribir algo porque te parecía que lo que ibas a reflejar ya lo había hecho Hesíodo en el siglo VII a. C. mucho mejor que tú, en su obra “Los trabajos y los días”, solo que él narraba con detalle la siembra y la recolección y tu contabas lo tuyo: que los trenes hacía kilómetros palante y patrás. Al menos Hesíodo pudo incluir en su libro el mito de Pandora y otras fábulas que llegaron a nuestros días mientras que tú tenías que andar con pies de plomo para no salirte del guión, y ojito con lo que ponías.

Lo dicho, que había que estirar las noticias y, decididas éstas, alargar las palabras para que llegaran a un mínimo. Si se había echado un poco de pintura en una pared no ibas a utilizar el lenguaje telegráfico “pintada de beige la estación de ...”, sino que escribirías, por ejemplo: “de acuerdo con una riguroso metodología, antes de acometer las labores de la aplicación de la pintura propiamente dicha, se utilizó una técnica novedosa consistente en la aplicación de ácido muriático para asegurar la correcta alcalinidad…”. Y eso que no cobrabas por palabras, ni de ninguna otra forma.

Hoy cuando al ojear la prensa volviste a dar con algo del caso de Mari Carmen, leíste que el pederasta tenía “relación de conocimiento” con otro pederasta. Leíste la noticia por ver que era eso de la relación de conocimiento. Incluso miraste en internet y llegaste hasta Kant, para quien el hombre entra en relación de conocimiento con los objetos, pero no te parece que el redactor quisiera llegar a profundidades tales. Más bien crees que como decir “conocía” le pareció demasiado pobre “puso la noticia en valor”, tanto valor que te dejó perplejo con la tal relación de conocimiento, pero gracias a esa audacia gramatical legaría al mínimo de palabras que le habrá pedido el director para que saliera la noticia y pudiera devengar el incentivo.

Repites: relación de conocimiento, relación de conocimiento.

2008/04/03

AL TIEMPO (sobre las indemnizaciones del Estado en el caso de la niña Mari Luz)

Free Web Counters

A ver si seguís con vida tú y este blog para poder contar en qué quedará la inevitable petición de responsabilidades económicas al Estado por el caso de Mari Luz, el pederasta y los jueces.

Ya lo estás viendo, porque sabes lo que ocurre con los accidentes ferroviarios o con otros accidentes que tienen su origen en actividades empresariales. De momento, telegramas, pésames, ramos de flores, asistencia a entierros, golpes de pecho, pero cuando llega la reclamación de verdad, de lo dicho no hay nada.

Estás viendo el marrón que le va a tocar al abogado del Estado al que por turno corresponda defender a la Administración, al Estado, en el caso de la niña Mari Luz. El Presidente del Gobierno, el Ministro de Justicia, el Poder Judicial, la Junta de Andalucía, todos admiten que algo o muchas cosas fallaron, pero nadie entona el mea culpa. La culpa, de momento, soltera.

El Abogado del Estado volverá a repasar el artículo 7 de la Ley de Asistencia Jurídica al Estado, aunque lo sabe de memoria. “Para que el Abogado del Estado pueda válidamente desistir de acciones o recursos, apartarse de querellas, o allanarse a las pretensiones de la parte contraria, precisará autorización expresa de la Dirección del Servicio Jurídico del Estado que deberá, previamente, en todo caso, recabar informe del Departamento, Organismo o entidad pública correspondiente.”

Inútilmente esperará hasta el último día de plazo que la Dirección de marras se pronuncie expresamente y acepte que en este caso el Estado se va allanar. Y el tal Abogado, que tendrá preparada la contestación por si acaso negándose a todo, se preguntará que en qué quedaron aquellos pésames y aquellos nunca mais, y jugará el papelón de intentar probar que no hubo fallo alguno.

Al tiempo.

2008/04/02

ESO SÍ ERA TEMOR REVERENCIAL

Free Web Counters


Hoy te dio por una excursión histórico-cultural. Habías anotado que en el club Prensa Asturiana se pronunciaría una conferencia con el título “En torno a los orígenes de Oviedo” pero prácticamente a la misma hora en el edificio histórico de la Universidad estaba anunciada otra a cargo de Juan José Tuñón, Responsable del patrimonio de la Iglesia asturiana, y que llevaba por título “Culto, peregrinación y devoción en la Sancta Ovetensis”. Teniendo en cuenta que Tuñón vivía en Pola a setenta metros de tu casa, que coincidisteis varios años en el Seminario, que tiene antecedentes ferroviarios y que en casa de su madre alguna vez se tiene quedado a dormir (de soltera) tu mujer, te inclinaste por su conferencia.

Por casualidades de la vida, por allí andaba el cura que te casó, que también es historiador, junto a unos cuantos más, y hasta tu vecino de aparcamiento, más versado, por lo que se ve, en espiritualidades que en técnicas de estacionamiento.

Destacas algunos puntos de la conferencia: actualmente las riadas de turistas toman la catedral como bien de consumo cultural y turístico, ajeno a sus iniciales motivaciones espirituales, pero no siempre fue así.

Como anécdota, o vete a saber a título de qué, detalló la narración que un cronista de la época dedica a una apertura del Arca Santa que mandó realizar Felipe II para reconocer las reliquias, sepulcros reales, libros y manuscritos de las iglesias y monasterios del Reino de León, Galicia y Asturias, quizá una especie de inventario.

Dice así el cronista:

El Ilustrísimo Señor don Cristóbal de Rojas y Sandoval, que agora es dignísimo Arzobispo de Sevilla, siendo obispo de Oviedo se determinó en abrir el arca santa. Para esto, con singular devoción y celo santísimo de la gloria de Dios, hizo los santos aparejos que la estima de tal celestial tesoro demostraba ser necesario. Publicó solemnemente una cuaresma en su iglesia y por todo el arzobispado, mandando que se hiciese oración a Nuestro Señor, dando su ilustrísima ejemplo muy devoto por sí mismo y por los ministros de él. Tres días antes de un domingo en que se había de abrir la arca santa mandó ayunar a todos y hacer mucha oración con procesiones. Llegado el día, dijo la misa de pontifical y predicó. Acabada la misa, revestido como estaba, subió con gran solemnidad de fuera y con mucho hervor de devoción de dentro de su alma, a la Cámara Santa y después de haber hecho allí de nuevo humilde oración a Nuestro Señor, así de rodillas como estaba delante de la santa arca, tomo la llave para abrirla, al tiempo que tendió la mano para poner la llave en la cerradura. Súbitamente sintió tanto horror y desmayo y se sintió tan imposibilitado para moverse de ninguna manera que le fue forzoso no pasar de largo ni hacer cosa ninguna sino quedarse en aquel santo pasmo sin tener rigor ni fuerza para más. Y como se hubiera venido así a contradecir y estorbar lo que de tanto propósito y con tanto deseo y aparejo había querido hacer, así desistió de ello y lo dejó. Entre las otras cosas que sintió, cuenta Su Señoría Ilustrísima que de tal manera y con tal furia se le erizaron los cabellos que le pareció que había saltado la mitra de la cabeza hasta muy lejos y eso que no le faltaban al buen prelado la fortaleza y el temple necesarios para mantener los asuntos del gobierno diocesano, pues vigor y esfuerzo notabilísimo conocemos todos en este insigne prelado para todas las grandes cosas que el servicio de Nuestro Señor le dé.

2008/04/01

LOS MALOS Y NOSOTROS, QUE SOMOS TAN BUENÍSIMOS (de García Amado)

Free Web Counters


¿Que si se me agotaron las ideas, que copio tanto últimamente?. No, pero las que reproduzco/a será porque merecen la pena, además de estar de acuerdo con ellas.
-----
http://garciamado.blogspot.com/

Los malos y nosotros, que somos tan buenísimos

Se ha vuelto a armar la tremolina con el caso del asesino de la niña de Huelva. Resulta que tenía una pena pendiente de cumplir, precisamente por abusar de su hija, y nadie se preocupaba de echarle el guante. Al parecer, el juez que lo había condenado no se enteró de que seguía cazando libre, pues la funcionaria que tenía que hacer las cuentas estaba de baja y nadie la sustituyó. Como para no preocuparse ahora, con la cantidad de funcionarios que hay de huelga y el tiempo que llevan así.Que no funciona a veces el aparato judicial es una cosa. Qué hacer con los delincuentes fácilmente reincidentes es asunto bien distinto, aunque parece que se los quiere mezclar estos días. Hace un rato escuché en una emisora las declaraciones de un psicólogo experto en resocialización y problemas penitenciarios. Decía que, gracias al tratamiento que en la cárcel reciben delincuentes sexuales de este tipo, las probabilidades de reincidencia cuando vuelven a la calle son sólo del cinco por ciento, y que, sin tales tratamientos, serían del veinte. El pueblo llano no se allana, sino que se tira de los pelos, jaleado por comunicadores y tertulianos. ¿Qué se debe hacer?Sigamos ese juego como si tuviera sentido. De cada cien delincuentes que cumplen condena, aun con los tratamientos mejores y más efectivos, cinco volverán a las andadas. Asesinarán niños, violarán, cometerán crímenes atroces. Vistas así las cosas, la situación es preocupante. Pero de cada cien, noventa y cinco se reintegrarán ordenadamente en la vida social y evitarán en el futuro esas tentaciones. Esos noventa y cinco no tendrían ninguna oportunidad si su cadena fuera perpetua.La chusma lo tiene clarísimo: cadena perpetua, como mínimo, para todos los autores de esos delitos graves. O sea, anulemos las posibilidades de resocialización de más de nueve de cada diez de ellos. El que la hace una vez, que la pague para siempre. La Constitución no lo ve así, pero ya nos vamos acostumbrando a tratar desenfadadamente con la Constitución. El pueblo es inclemente, al menos mientras no le toque ir a la trena al pariente o amigo de uno; entonces sí invocamos el humanitarismo y los derechos penitenciarios. La ley del embudo es el rasgo más notorio de nuestra idiosincrasia.
Rechacemos los excesos punitivos y pensemos qué hacer con ese otro cinco por ciento de irrecuperables. Es muy fácil reclamar que ésos se queden a la sombra para siempre. El problema está en que hablamos de números, de puras estadísticas, pero ni se puede saber con exactitud quién va a reincidir ni tiene demasiado sentido confiar en dictámenes de supuestos expertos.Todo se reduce a una opción entre riesgos. La política de resocialización tiene un precio, la posibilidad de que reincida el que cumplió la pena razonable. La mano dura tiene otro riesgo, el derivado de una sociedad en la que el error se paga de por vida y el delincuente recibe el puro estatuto de animal. Con lo primero aumentan nuestras posibilidades de ser víctimas de delitos; con lo segundo, nuestro riesgo de ser víctimas del Estado, el peligro que para todos supone vivir en una sociedad autoritaria, vengativa y cruel.Es una elección de cada cual. Como lo es la de querer vivir bajo un derecho que ofrezca garantías a todo acusado o bajo un sistema que sólo pretenda quitarse de en medio por la brava tanto a culpables como a meros sospechosos. En un sistema penal con garantías aumenta el riesgo de que sean absueltos culpables; en uno sin ellas, el de que sean condenados inocentes. Cuando la sociedad se rasga las vestiduras porque algún acusado de delito grave es absuelto, parece que prefiere lo segundo. Mucho ponerse en el lugar de la víctima, pero muy poca afición a sopesar qué significa que a alguien lo condenen sin pruebas bastantes o a penas que lo anulan como persona y para siempre, sin vuelta de hoja.Para los buenos liberales (cuidadín, he dicho buenos liberales, no fachorros camuflados en las ondas o progres de consigna y lo que convenga para las próximas elecciones), la vida es riesgo y mejor ser víctima de un conciudadano que víctima del leviatán estatal. Las mentalidades autoritarias prefieren que papá Estado mate a todos los malos y que el paso por este mundo sea para el resto un puro descanso, esa pacífica convivencia de las ovejas dentro del cercado. Está bien, pero, ya puestos, ¿por qué no quitamos de la circulación a todo el que mata, y no sólo a niños o mujeres indefensas? ¿Por qué no encerramos para siempre también a todo el que roba? ¿Y a todo el que hace el salvaje al volante de un automóvil? Y, claro, ya puestos, demos el paso siguiente y librémonos del mismo modo de los que tienen una pinta amenazadora o un modo de vida que nos inquieta. Y, con todo ello, ya tendremos el tipo de sociedad que añoran los autoritarios, que son legión: una sociedad de borregos, una sociedad infantiloide, un asco de sociedad.La administración de justicia debe funcionar, la ley debe aplicarse en sus propios términos, sin zarandajas ni truquitos para ricos o famosos, los comportamientos más odiosos deben tipificarse como delitos y ser perseguidos como tales, al reincidente se le debe cobrar más cara su obstinación. Y así tantas cosas. Y quien sea responsable de que el asesino de Mari Luz no estuviera cumpliendo su pena, seguramente el juez, que sea sancionado, ley en mano. Pero cada uno de nosotros, antes de pedir el paredón para los malos, la cárcel a perpetuidad para los descarriados o que en la puerta de cada casa vigilen tres policías armados hasta los dientes, deberíamos mirarnos en el espejo, recordar nuestra escasa santidad y aquel desliz que no nos pillaron, considerar ese aspecto tan poco amable y ortodoxo que tiene un hijo nuestro, o un hermano, o un amigo del alma; o pensar qué debe hacer con nosotros la justicia si un día, por error o mala fe, todo un barrio nos acusa de violadores o pedófilos.Lo malo de tanta persona de orden y tanto autoritario inflado es que, como dicen en mi pueblo, “el cagau non se güele”.