1-O no es lo mismo que 1-0 pero, siguiendo el lema de MediaMark, los de Puigdemont no son tontos y al convocar el (simulacro de) referéndum catalán(ista) para el 1 de octubre contaban con una victoria por la mínima para justificar el referéndum y el juego de palabras. Precisamente este juego de palabras te está delatando pero en esta materia no quieres engañar a nadie.
No prestaste una atención permanente a las noticias pero seguiste el desarrollo de la jornada electoral por diferentes televisiones (La 1, A3, Tele5 y la Sexta) y por diferentes periódicos digitales (El País, El Mundo, La Vanguardia, El Periódico de Catalunya). También influyeron los Whatsapp que recibías de diferentes contactos. No cambiaron tu percepción previa sobre esta cuestión catalana porque realizabas un filtrado mental previo y es difícil quitar esas gafas. .
A estas alturas de la vida tienes formada tu opinión sobre los nacionalismos y aunque escuchas ofertas no te parece que vayas a cambiar de opinión: la actual demarcación territorial de España tiene especificidad suficiente para seguir constituyendo una nación, la nación española, y un estado, el estado español. No niegas que Cataluña tenga unas características diferenciadas del resto de España, que podrían permitirle abogar por la independencia. Estás seguro de que el estado catalán, si es constituye como tal, saldría adelante económica y políticamente, como salieron otros de parecido tamaño que pueden existir en el globo terráqueo. Las iniciales reticencias políticas, económicas o comerciales que puedan presentarse en los diferencias foros y escenarios internacionales, acaban desapareciendo. Los bloqueos de mercancías van decayendo si el precio es interesante porque eso es lo que mueve mayoritariamente el mundo. El tamaño no es problema. Hay otros muchos estados de menor dimensión y menores recursos y ahí están.
Si estás en contra de la secesión catalana es porque los nacionalismos son insolidarios, y lo que más te indigna es que un partido de izquierdas sea nacionalista. Con esa táctica demuestran una gran cortedad de miras, por de pronto la rendición de los programas máximos ante los programas mínimos, y también un fracaso pedagógico de envergadura: no se puede educar a nadie en el nacionalismo.
Dicho todo lo anterior, das fe de que el domingo electoral leíste durante un par de horas la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucícides, que cuenta guerras y batallas de los atenienses, los lacedemonios, los teseos, los argivos, los corintios,...que unas veces luchan como enemigos, otras como aliados y complican el seguimiento del relato. Cuenta tantas batallas sueltas que es difícil hacerse una idea de qué está pasando, de quíen va ganando la guerra. Es lo mismo que te ocurre con la cuestión catalana. Si pones una cadena de televisión oyes unos comentarios (sesgados probablemente en función de sus opiniones personales), si pones otra dan mayor peso a las imágenes (que te permiten hacerte una opinión, sobre todo si se trata de descargas policiales, pero bien podrían haber colocado esas imágenes y no otras). Si atiendes los mensajes que recibes vía móvil, mezcla de información y de opinión, realizas un filtrado previo de prejuicios y preopiniones en función del emisor. En definitiva, es difícil hacerse una idea de qué ocurrió en este (simulacro de) referéndum.
Los futboleros podrán entender la diferencia entre un partido de liga y un partido de copa. En un partido de liga vale el empate, pero en una eliminatoria de copa solamente vale la victoria. Lo mismo ocurre en cualquier referéndum: no hay matices. O estás a favor o estás en contra. No vas a reiterar tu opinión, que quedó clara la entrada anterior. En este referéndum 'quien no está conmigo está contra mí'.