2015/04/29

AUDENTES FORTUNA IUVAT

Te permites este latinajo sacado directamente de la Eneida de Virgilio, que puede traducirse por ‘La fortuna ayuda a los que se atreven’ y con audacia (audentes) ‘la suerte echa un capote a los atrevidos’.



Te hizo gracia la frase de la Consejera de Fomento del Principado. Parte de su labor de gestión consiste en mejorar su área de actividad con presupuestos ajenos. Audacia pide para no cerrar los apeaderos en los que normalmente no sube ni baja nadie. Previamente a la audacia se requiere imaginación, quizá si ella la tiene la pueda prestar al Ministerio, que es el competente en la materia.

La noticia habla, no sabes si la frase es del redactor o de la ministrina, de imaginación para llenar los andenes. No se dice si de personas, bien podría ser de macetas o de esculturas, pero esa no sería gestión de ferrocarril, que, ya lo tienes escrito por aquí, su función no es conservar estaciones como la del Consejero de Sanidad no es conservar iglesias, y se refería a la de la Cadellada, pero esa es otra polémica y otra consejería.


Se necesita una buena ración de suerte y otro tanto de imaginación, porque audacia con las palabras hay bastante. 

2015/04/28

NOSOTROS LOS RIVERO, de Dolores Medio

Hasta la mitad de la paginación, Nosotros los Rivero te pareció una novela ñoña en el fondo y simple en la forma (La señorita Quintana era el clásico tipo de solterona de clase media del primer cuarto de siglo: parásito de la hermana casada, alcahueta de los sobrinos, sentimental, inocente, un poco cursi) de una densidad inferior a la de otras novelas de autores españoles vivos, pese a lo cual mereció el premio Nadal en 1952. Sin embargo, rebasado aquel umbral, fue ganando en emoción hasta el punto de que según avanzaba seguías un ritmo de lectura uniformemente acelerado.

La obra tiene un interés innegable para los que llevamos durmiendo en Oviedo desde los diez años con algún paréntesis, y es que los escenarios son perfectamente reconocibles (la plaza de Porlier, la Universidad, la Catedral, el nuevo edificio de la telefónica), también el ambiente histórico y social, que culmina con la revolución del 34.

Los personajes están bien perfilados comenzando por el señor Rivero, trotamundos que se acabó refugiando en el escritorio de su comercio, último reducto de un pasado entre vivido y soñado. De su estirpe sale Ger, preparado por su madre para triunfar como abogado, que sin embargo se embarca en una lucha revolucionaria con final más negro que enigmático; Lena, con su arrebatos místicos o literarios; por el contrario, el final de la señora Rivero, muerta de muerte natural durante el octubre revolucionario, no merece unas líneas que nos despejen siquiera si pudo celebrarse algún mínimo sepelio. 

Todos se van despojando de su historia comenzando por el fundador de la corta saga, pero también  la familia antera al declararse la ruina del edificio donde ejercían la compraventa de mercaderías varias. A la vez, todos intentan volver al pasado. De hecho la novela comienza con  un fugaz regreso de Lena y termina con la marcha seguramente definitiva.

Interesante la tensión entre la rama paterna-Rivero soñadores y universales y la materna-Quintana, conservadora, convencional, pegada al terreno (a la quintana, quizá el nombre…/por el contrario Rivero recuerda el río, barco, movimiento) seguramente la misma que se produce en cualquier familia que se precie, donde tan fácil se distinguen genes y caracteres que se niegan a la fusión.



2015/04/27

LA CALLE SAN JOSÉ

Estás en la mañana del domingo recién finalizada la lectura de Nosotros los Rivero, ambientada en el casco viejo de Oviedo alrededor de los años treinta. La familia protagonista acaba marchando de su céntrica vivienda y comercio de la calle San Francisco, frente a la Universidad, hasta la más discreta y descendente (¡hasta eso!) calle de San José. Tienes bien trillados la mayor parte de los escenarios de la obra, no tanto la calle San José. Hay que colmar inmediatamente esa laguna.

Te ves en la necesidad de encaminar tus pasos hasta la calle e imaginar la ubicación de la destartalada casa donde la señora Rivero terminó tristemente sus días y donde la familia se desintegró casi físicamente. A juzgar por alguna descripción de la novela, que recuerda la proximidad de la muralla y la diferencia de alturas de viviendas próximas, supones que se elevaría donde la actual casa sacerdotal, residencia de curas jubilados, aunque también podría ser en los números opuestos.


Finalizada la excursión, atraviesas el arco de San Vicente, donde los sin techo o sin comida esperan el triste turno de la cocina económica mientras unos metros más allá, en la calle Gascona, reina la algarabía del festival de la sidra con bocadillos, abundancia y alegría pese al aguacero.



2015/04/26

EL FONTÁN NO ES GLAMUROSA

Habías tenido una interesante conversación política con una amiga. Atrás (adentro por mejor decir) quedó el pincho de pincho de picadillo y faltaba un culín de la botella de sidra cuando creíste oír esa frase literal de la ciudadana sentada en la mesa contigua. Se lo decía a su acompañante, quizá contrariada por la demora en el cobro de la consumición. Como la cuenta no acaba de llegar oíste dónde estaba la falta de glamour: las sombrillas deberían ser de colores, las sillas azules y amarillas como la bandera asturiana, y qué menos que un mantel de tela ¡mira que tener esas sillas de tijera en plaza tan emblemática!.

Te alegras de que la plaza no sea glamorosa en el sentido de la clienta ni en ningún otro. Ojalá pierde incluso el poco glamour que le queda, así no tendrás que hacer cábalas para encontrar un sitio donde pasar un rato mientras lees el periódico del día.


Es una de tus rarezas: escasamente aconsejas un bar a nadie, tú simplemente vas y si alguien quiere ir y te acompaña, es bien recibido, que siempre hallaréis materia de conversación. Admites que a alguien no le guste el dueño o un camarero o determinado cliente de cierta hora o el palo de sidra o que no pongan pinchos o que los repitan o que sea caro o, por el contrario, cutre o que tarden en cobrar o que cobren por adelantado. Los bares que frecuentas tienen todas esas rarezas y pese a todo te gustan, cada uno para una ocasión o un momento de la semana. Incluso recibirías con recelo los cambios para mejor. 

2015/04/23

EL BUEN CHIVATO

Al buen ladrón del evangelio sus buenas obras no le evitaron  la crucifixión, ni su fama logró más tarde inventar una única palabra para la idea del buen ladrón. Tampoco la hay para el buen chivato, salvo que hables de un informador, que suena más neutro porque tanto se puede informar de lo bueno como de lo malo. Si colocas el puntero sobre la palabra chivato, el Word sugiere los siguientes sinónimos: soplón, delator, confidente, acusón, denunciante, acusador, cuentista, fuelle.

Sin embargo, tienes que pensar que habrá chivatos buenos.

Como el adolescente que mató al profesor de Barcelona es inimputable por ser menor de edad penal, no se celebrará juicio, poco trascenderán las indagaciones y no pondrán los compañeros las cartas boca arriba, ni saldrán públicamente a la luz temores y sospechas. Como a esa edad ya se tiene conciencia (porque ya se piensa en la propia muerte) algunos compañeros de curso o de patio cargarán de por vida con la responsabilidad de no haber sido chivatos, de no haber dicho a un profesor de confianza o a un tutor que algo tramaba el chico matador.


Si algún joven se hubiera ido de la lengua, la responsabilidad estaría ahora en otro tejado, en el campo del profesor confidente porque el dedo apunta al que sabe. 

2015/04/20

NIÑOS NOCTÁMBULOS

Después de cenar, tomas una copa en un pub próximo, que por la mañana es cafetería, a media tarde puede convertirse en palco de un partido de fútbol, por la noche aumentan los destellos y al cambio de la fecha se dispara el volumen.
Son las doce y media de la noche del sábado y la ocupación es moderada.
Entran tres o cuatro parejas jóvenes con sus respectivos retoños, de edades que pueden oscilar entre los seis y los ocho años.
Hay división de opiniones.
-         ¿Se les debe prohibir la entrada?
-         ¿Esos padres llamarían la atención a una posible pareja hetero u homo que exhiba su cariño a tan tierno público?
-         ¿Y si es una salida esporádica y los padres no tienen con quién dejar a los niños?
-         ¿Va uno a un pub a ver cómo gritan y corren a lo largo de la pista?
-         ¿Son quisquillosos quienes así piensan?

-         ¿Se van haciendo viejos?

2015/04/17

TRISTE FINAL

Pasmado estás con el guirigay de los pequeños partidos de cara a las elecciones autonómicas y municipales que tendrán lugar dentro de un mes.

A Foro, con Cascos en un último puesto testimonial, le queda una legislatura antes de su triste desaparición. Con él, quedaría una y media. Desilusionaron a sus numerosos votantes. El penúltimo en abandonar el barco, el notario Caicoya, que esperaba ser nombrado Mesías en primer lugar por el partido, después por el electorado. ¡No le admiten su lista y se da de baja en el partido ese mismo día!

UPyD, otro (otra) que dilapidó las enormes expectativas que en ese partido se depositaron. Como Foro, pecó de personalismo: UPyD adoptó el color magenta/rosa del nombre de pila de su líder. Foro inventó unas siglas, FAC, para hacerlas coincidir con el nombre y apellidos de Francisco Álvarez Cascos, todo muy artificial y exagerado.

Ciudadanos la cagó, no solo con un desafortunado tuit de su líder regional sino con la impresión de chalaneo que está dando a la hora de unirse o colaborar con los desertores del partido rosa. Inevitable el tufo a chanchullo en la confección de las listas.

Podemos ya no puede dar impresión de unidad. En cada territorio van por libre, aunque ellos hablarán de la sagrada autonomía. Iban a ir con Equo, ya se enfadaron.


Al final, quedarán la tristeza de PSOE (Javier el triste), PP (Cherines la triste) e IU (Llamzarares el triste).

2015/04/06

LENGUAJE PARA POLÍTICOS

Siempre se dice que los políticos pecan de utilizar una jerga para iniciados, de la que que el tinés arecista fue un paradigmático ejemplo. No habías caído hasta ahora en que los no políticos (que no apolíticos), los que firman como expertos técnicos, incurrían en la jerigonza política cuando se encuentran en ‘sede parlamentaria’, valga la manoseada cursilería. Quizá se trate de un fenómeno de ósmosis.

A esa conclusión llegas al leer con retraso esos artículos de periódico que no corren prisa y que dejas para lecturas de playa, en este caso la comparecencia que el experto en desarrollo rural Jaime Izquierdo tuvo en el Senado en el mes de enero de este año, remitida a La Nueva España para su publicación, lástima que no aparezca en la edición gratuita al tratarse de un artículo de opinión, pero se reproduce en otras páginas.

http://193.146.129.72/web/actividadparlamentaria/actualidad/video/index.html?s=10_S014004_008_01&ig=609392

http://www.xuliocs.com/PDF/jaimizqsed.pdf

Quizá partes, en este comentario animus iocandi no animus iniuriandi, de la idea de que el lenguaje sufre una evolución paralela a los mismísimos sectores productivos, de manera que si las actividades económicas se clasifican desde siempre en primarias, secundarias y terciarias, en similares términos debe funcionar el lenguaje al referirse a ellas, de forma que cuando se habla de agricultura el lenguaje habrá de ser básico, elemental, unívoco; para describir la actividad industrial, se admite una cierta complicación, algo de manufactura retórica; en el sector servicios no extraña un lenguaje más evolucionado, alambicado e ininteligible, como muestra el más sencillo contrato bancario o la más escueta póliza de seguros.

No esperas, sin embargo, que un experto en desarrollo rural se refiera al mundo rural de esta guisa.

“Ensayar en algunas células del territorio –en algunas parroquias o pequeños municipios de montaña en abandono- un proceso de regeneración, de reprogramación celular, para activar el criptosistema y promover la recolocación de la montaña.”

“Necesitamos modificar simultáneamente las políticas de conservación de la naturaleza –burocráticas, estáticas y fenosistmémicas-, y las de desarrollo agrario, viciadas por la perspectiva industiral y pensadas más en términos de compensación de renta que de incentivos para la gestión pertinente del criptosistema.”

“Tenemos que atrevernos a diseñar prototipos de gestión local de la montaña, ensayos de innovación retroprogresiva de base celular.” 



2015/04/04

NO ENCUENTRO MI CARA EN EL ESPEJO, de Fulgencio Argüelles


Sólo en el momento de preparar estas letras te percatas del marcador de libros que vienes utilizando desde que tu hija te lo regaló después de un viaje a Madrid: el Guernica de Picasso, inspirado, como el libro de Fulgencio, en los horrores de la guerra civil española.

Acudiste en su día a la presentación de este libro, plasmando de aquella tus impresiones aquí mismo. Tu comentario de entonces provenía del mero papel del oyente (http://sipiluchi.blogspot.com.es/2014/11/presentacion-de-libro.html) que tomó aquel día por primera vez el libro en sus manos. Encuentras ahora ajustada la reseña del acto publicada al día siguiente en EL COMERCIO. Ya lo habían leído.

Imitando malamente al autor al abusar de alguno de sus recursos estilísticos, dirías que el libro merece la pena y también merece una relectura en voz alta en algunos pasajes. Es dueño de un estilo inconfundible, que homenajea aludiendo de pasada a las letanías de lluvias, los abedules y los palacios azules de su obra anterior.

No tienes la lista de los personajes que cobran vida, y algunos muerte, cerca de veinte, todos bien perfilados, pero no necesariamente rocosos porque dejan un espacio a la duda.

“Ahora tenía dudas. Aquel barco que ya se perdía a lo lejos, aquellos amigos que había sentido tan cerca en los últimos meses, el hijo que habría de llegar, la mirada triste de la gente, la ruina de los pueblos y las ciudades, todo le hacía dudar, mira cómo te tiembla la mano sana que sujeta las riendas, fíjate en ese polvo corrompido que envuelve las cosas y las vulgariza, dónde estarán los perfiles que delimitan lo bueno y lo justo, todo se torna mediocre, hasta las firmes ideas que antes te hacían estremecer”.

Te gustaron sobremanera las magistrales narraciones en paralelo entre lo que ocurre y lo que se piensa o siente, por ejemplo en la muerte de Blandina San Juan, le hermana del cura muerto o los memorables episodios de la atracción física entre el nuevo cura y María Casta.

Entrañable el perfil de Alarico, el tonto del pueblo, con minúsculas pero múltiples apariciones a lo largo de la novela, mereciendo una descripción asustada en la parte final, para que se recuerde mejor. Bien se cuidó el autor de no marcarlo con un nombre usual para evitar estigmas y quizá rabias, tal como anticipó en la presentación.

Creativos, trabajados, ingeniosos los diálogos entre el nuevo cura y el señor maestro, el teólogo y el agnóstico, seguramente un homenaje a la lectura juvenil de Giovanni Guareschi con la saga de Don Camilo y Peppone, el maestro comunista. Son diálogos en bruto, teatrales, sin narrador, sin presentación, que se desparraman a lo largo de la obra y acaban propiciando un acercamiento de posturas, o al menos, la comprensión del diferente.

- Agradezco sobremanera su conversación, señor maestro, pero debo acudir a los rezos de la tarde, pues aún quedamos algunos fieles que encontramos el sosiego en la oración.
- También yo agradezco su paciencia, señor cura, y su comprensión, y, si le parece, lo acompaño hasta la plaza, pues quiero escuchar las noticias de la guerra en la radio de Veredigna.

Anteriormente se había enunciado el decálogo del maestro, una especie de diez mandamientos laicos. Quedarían así: No dejar que ningún tiempo se pierda; sentirse humilde; el amor; la solidaridad de todos con todos; la defensa de la verdad; la práctica activa del silencio; los treinta minutos de siesta; la educación, como adiestramiento del pensamiento; la confianza diaria en que las cosas pueden ser mejores; la idea de que la muerte será el último mal pero no será gran mal porque al ser el último no podrá ser sufrido ni recordado. Parecen unos mandamientos ligeros, de perfil bajo, que bien podrían habérsele ocurrido al cura, por lo tanto no tan contradictorios: “ Todo transcurría lentamente, envuelto en una fina tela de desidia, igual que había ocurrido en sus años de seminarista, igual que había ocurrido siempre, y él intentaba extraer lo mejor de cada momento”.
 
La vuelta del violinista es otro momento narrativo culminante y al oírse en la aldea nuevamente (el eterno retorno) las antiguas notas, aprovecha el autor para un recuento de personajes, técnica interesante por si alguien se había perdido: Conrado Varela el maestro, Don Carmelo el cura, Alarico el tonto, María Casta la madre, Zulema la amiga, Edipio el hijo que se busca en el espejo, Veredigna, el tío León, la viuda Dulce Nombre, Digna Emerita la rica, Pincio Galaina el abuelo, Arcadio Berrina y su tía Felicidad, Delaira, Blandina San Juan, Felicia la amiga, el carpintero Laureano, su mujer Constantina, la maestra Vidalides y Felicitas Varela, la destinataria de la música de su primo. La esmerada elección de los nombres daría pié para más líneas.

Llegas al final de la novela y persiguen tus dudas sobre el porqué del título. Al entrar en el segundo tercio, pronuncia la frase literalmente el protagonista, Edipio: “Cuando abrió los ojos vio el rostro sonriente de María Casta reflejado en el espejo, y se sobresaltó, y le dijo, madre, no encuentro mi cara en el espejo, y ella le dijo, te estás volviendo poeta, y le preguntó, no estarás enamorado, y él le dijo, te hablo de algo serio y tú me vienes con simplezas”.

Quienes tengan cierta edad recordarán las imágenes torcidas y caprichosas, se dice en la novela, que devolvían los espejos de la infancia.

Hay otros episodios de otros espejos: el nuevo mueble con luna doble que encarga Efrén, el falangista bueno y lisiado, cuya llegada es todo un acontecimiento social en el pueblo, mereciendo incluso la bendición del cura.

Quizá dé una pista la dedicatoria manuscrita: una invitación a mirarse juntos en el espejo o el libro como espejo o la vida como espejo o la guerra como espejo o Efrén como espejo. Daría para otra entrada, pero ya estuvo bien.

2015/04/03

GUSTOS (PEQUEÑO-)LITERARIOS

Como entretenimiento y ejercicio playero vacacional propusiste a tu mujer y a tu hija que leyeran los cuentos del concurso en el que estuviste de jurado, pero no todos, que se trataba de holgar y no de penitencia de temporada, solamente los que obtuvieron más votos y los que te gustaron a ti, que no eran los mismos. No les anticipaste el resultado final y procuraste frialdad ocultando las propias inclinaciones.
No son devotas de la literatura ni de los cuentos pero algo sobrevuela en casa sobre gustos cuando la coincidencia fue casi total.