2008/06/28

LAS GAFAS

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Es sábado. El termómetro que tienes en el exterior de la ventana donde en otro tiempo dormió (“durmió” es un vulgarismo, lees para no cometerlo) tu hija marca diecinueve grados así que por primera vez en este año, en este verano, saldrás en manga corta. ¿A dónde? Inútil pregunta y consabida respuesta siendo sábado y estando en Oviedo.

Llegas a El Fontán. Vas a la Biblioteca. Lees El Comercio. Te detienes en una minientrevista con Miguel Rojo (Miguel Ángel Rojo) porque vivió en Fierros y siempre lees sus cosas. Te gustó el ejemplo que puso para distinguir artesano y artista, aunque sea una boutade, pero remarca (vamos a poner un galicismo que acompañe a boutade) el plus del arte, lo que distingue al artesano del artista.

Sigues el mismo periódico e incluye la noticia de un tren que arrolló a una persona en Lugo de Llanera ayer por la tarde. Seguiste la noticia porque a esas horas estabas trabajando e incluso conectaste en directo con las cámaras. Allí estaba el tren parado. En la noticia se habla del trabajo del 112, impecable; del trabajo del SAMU, impecable; de la autoridad judicial, que levantó el cadáver, impecable; de la comandancia de la Guardia Civil de Gijón, que se hará cargo del caso, impecable; de que “los agentes de la Benemérita se han entrevistado ya con el maquinista del convoy de Renfe implicado en el siniestro, pero su testimonio no sirvió para aclarar, por el momento, si el fatal desenlace se debió a un despiste o una imprudencia”, impecable, no aventuremos nada; el redactor no habló con tu tía, que te llamó a los diez minutos para decirte que un señor conocido de ella se había tirado al tren.

Seguirás, no obstante, con tus vicios: los periódicos, el Fontán, la sidra, el picadillo, los libros.

Sales de la biblioteca, compras La Nueva España, tomas asiento a la sombra, pides una botella de sidra y un pincho de picadillo. Lees la página 26, que no está en la sección de HUMOR sino en la de Asturias “FEVE anuncia una conexión directa que comunicará Oviedo y Gijón en 30 minutos”. Entiendes que su nuevo Presidente algo tiene que decir para que se hable de FEVE y ni siquiera de cabreas.

¡¿Dónde estará ya el picadillo?¡ cuando aparecen tu hermana y tu cuñado y te preguntan por esas gafas que llevas puestas. Les dices que lo que tengas que alegar, lo dirás por escrito porque siempre fuiste amigo de la precisión. Dijiste “amigo”, no siempre seguidor.

Dice Gracia Noriega, cronista de Llanes, al que sigues a cuartas en sus reportajes siempre originales, que el verano es una estación nefasta, que él prefiere la primavera y el verano, que en el verano no hay matices, que no disfrutas de los colores, que solamente hay sombras y deslumbramiento. Precisamente por eso te acostumbraste a las gafas y éstas no duran siempre.

Si haces memoria, tuviste en tu vida cinco gafas de sol, y solamente unas, las anteriores a las actuales, llegaste a amortizarlas con el uso. Tuviste unas de niño que tu madre te compró porque el médico te detectó algo de conjuntivitis. No podías mirar el reflejo del sol en el agua y todavía hoy cuando ves un río en verano te acuerdas de la conjuntivitis. Como dice Sabina “el verano pasó, el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno” y a saber qué fue de aquellas gafas.

Todavía de soltero, en uno de los viajes que entonces tu madre hacía a Ceuta te trajo unas RayGame que parecían RayBan y todavía las tienes en el coche y las llevas a la playa para leer.

Tuviste otras que en una excursión montañera, posiblemente al dar un salto por un riachuelo, quedaron por allí. Tu habilidad característica.

Aquellas las sustituiste por otras. Estando de vacaciones entre Marbella y Estepona (¡viva el imperio de la ley”!) una ráfaga de viento marchó con tu sombrilla y tu corriste detrás de ella hasta chocar con un banco de piedra al que le faltaba una esquina de la que sobresalían unos nervios oxidados. Marchaste inmediatamente al consultorio más próximo para ponerte una inyección contra el tétanos, con gran hilaridad de tu mujer y de tu hija, que todavía se ríen de ti (¡la pupina del nenín!). Con las prisas, las gafas habrán quedado en aquel banco de piedra, frente al mar.

Hubo que reponer y las nuevas gafas llegaron en regular estado hasta el verano pasado, cuando de puro viejas fueron desajustándose y perdiendo piezas. Siguen en su sitio, el mueble-bar, que pueden servir para una emergencia.

Hace quince días te llama tu mujer y te dice que si en el tiempo de bocadillo no os podéis ver para escoger esas gafas que te hacen falta. Dicho y hecho.

Llegais a la Óptica. No tienes predilección por ninguna. Las primeras que ves, de montura fina, similares a las últimas, marcaban 129 euros. Te gustan pero no tienes ni idea del precio de las gafas porque es tu primera aproximación. Miras otras de 89. También te gustan. Intentas ver las diferencias y no las encuentras. Para unas gafas que utilizas cada cuatro años estás dispuesto a pagar 129 pero te gustaría descubrir qué tienen de más que las de 89. Sigues mirando. Das con otras que en el cristal marcan “graduables”. Las pruebas. 27 euros. Son de montura, de pasta. Te parece que te quedan bien. Debates con tu mujer sobre el precio y sobre el porqué del precio. Preguntas a la empleada, te dice algo del grado tres, de la protección tres, sí, son como las otras. Estabas más acostumbrado a las de montura fina, pero eres un adán, que las más de las veces las traerás con una patilla colgada en un botón de la camisa o del niqui y para eso mejor una patilla gruesa. Te da un cierto reparo comprar una cosa tan barata en contraposición con las otras pero te dices que si duran dos años, son dos años, y que si las de 129 te iban a durar cuatro, al final sales ganando.

Con un cierto remordimiento por lo tacaño, le dices a la empleada: estas, sí, estas.

Cuando la joven empleada llega a caja y se las da a la encargada te das cuenta de que la joven empleada metió la pata no aclarándote que ese precio era si graduabas las gafas, pero como era lo que te dijeron, mantienen el precio.

Sales más contento que unas pascuas porque con esas gafas de 27 euros puedes presumir de caras o de baratas según te interese.

Queda contado.

Y marchan tu hermana y tu cuñado, y viene el camarero ecuatoriano, que está contento porque el o la Liga de Quito ganó 4-2 al Fluminense brasileño en el partido de ida de la Copa Libertadores y tiene muchas posibilidades de enfrentarse con el Manchester en la final de la Intercontinental, y en estas llegan tu hija y su novio, forofo del Manchester y está bien que los forofos conozcan a un contrincante de carne y hueso. Y llega tu mujer, muy contenta porque trae dos bolsadas de cosas y no gastó más de diez euros, y va siendo hora de retirar porque pronto empieza el telediario de las tres.

Tienes que ir cerrando esto porque hay que medir el trastero del nuevo piso. Ya es casualidad que el libro que estés leyendo ahora sea “El Castillo” de Kafka, que trata de un agrimensor.

Siempre hay que tomar medidas.

2008/06/27

ESPAÑA-RUSIA, UNA HECATOMBE (por lo visto…u oído)

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Estuviste viendo en la calle Gascona la semifinal de la Eurocopa entre España y Rusia. Entre el barullo y el moderado volumen de la televisión, acabaste siguiendo el partido por el MP3 que te acompaña (casi) siempre.

Finalizado el encuentro, ya camino de casa, sigues los comentarios de Radio 1. Conectan con un soldado español destacado en el Líbano. Sale en antena Salgado, no el futbolista internacional del Real Madrid, sino un soldado en lo que antes se conocía por Oriente Medio. Le preguntan cómo se siguió el partido y la victoria de España. Dice Salgado que aquello fue la hecatombe.

Te acuerdas de Don Agustín, Don Agustín Hevia Ballina (él lo escribía con B), tu profesor de latín y de griego, que te introdujo en el amor por las palabras y por las etimologías.

Piensas en Salgado, intentas averiguar si tiene acento gallego, como supones por el apellido y pos los Salgados que conoces, pero no encuentras ningún resquicio. Vete a saber de dónde es este Salgado que lleva la bandera española en el Líbano.

Meditas si triunfará el “podemos” o el “a por ellos”. Te gusta más el “a por ellos” porque se trata de vencer. El “podemos” tanto vale para la selección como para el autobombo de la cadena CUATRO: pueden retransmitir. Intentan que el público abandone el tradicional “a por ellos” por el “podemos”. No lo van a conseguir. “Podemos” se termina ahí mismo, cortado, como una dejada brillante de tenis, pero sin continuidad, la continuidad sin fin del “a por ellos, oé, a por ellos, oé, a por ellos, oé, a por ellos, eoé”.

Se te entremezclan las ideas sobre si en un partido, en una selección y, de paso, en una guerra es más importante la táctica o el ardor guerrero individual. Piensas en este Salgado, que a lo mejor ni nació en España, como tampoco lo hizo Senna, que va para la figura de la selección pese a que se le nota un inconfundible acento brasileiro, con una mezcla entre los andares de Romario, con su cadera baja y su paso largo y seguro, y de Makelele, el añorado centrocampista negro del Real Madrid. Senna ocupó su demarcación en la selección, metro arriba o abajo.

Piensas en esa selección sin Raúl, sin generales, con hombres grises que avanzan en el frente de guerra, parece que con una acertada táctica y piensas una vez más si lo que importa es la brillantez individual o la organización. Al final del camino, va a tener razón el denostado Luis Aragonés.

Y vuelves a la hecatombe y a las etimologías y a Don Agustín. No puedes olvidar aquellas palabras que te aprendiera hace más de treinta años: hecaton, cien, y de ahí hectómetro, y tabién hecatombe, sacrificio de cien bueyes, una orgía de sangre, pero de ninguna manera una fiesta.

Para el soldado (a sueldo) Salgado aquello fue la hecatombe. Para defender a España y para defenderte a ti mismo, va a acabar siendo mas necesario el que coge el fusil, a lo mejor sin el certificado de estudios primarios, que el que, después de poner pros y contras en la balanza, acaba dejando el fusil en el armero alegando cualquier escrúpulo, cualquier remilgo, cualquier disculpa, cualquier objeción de conciencia.

2008/06/26

LOS ÁRBOLES GENEALÓGICOS Y LA GESTALT

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Hace unos días te llamó un profesor de historia jubilado, que ejerció en el Instituto de Pola de Lena, y que lleva unos años embarcado en la investigación de los árboles genealógicos del valle del Huerna.

Como das la vara a todo bicho viviente, alguien le dijo que hacías tus pinitos y el caso llegó a oídos de investigadores profesionales. Modestamente, puedes aportar alguna fecha, alguna relación, algún registro, y de paso aprendes técnicas de investigación y obtienes directamente datos complementarios a los tuyos.

Con los trenes como música de fondo, charláis un rato sobre las costumbres registrales de las distintas parroquias, de cómo el denostado Concilio de Trento impuso unas determinadas pautas sobre la forma de llevar los libros, instrucciones que hace cuatrocientos años tardarían en llegar a las parroquias más apartadas. Aprendiste unas cuantas cosas sobre el paso de los apellidos compuestos, a veces patronímicos, a veces toponímicos, a los simples; cómo se pasó de un apellido a dos; cómo la Iglesia conserva los libros.

Te dio una transcripción mecanografiada y legible (muchas horas de trabajo) de doscientos años de los archivos parroquiales de Nembra, con abundancia de Lobos y Corderos, que te pueden servir de utilidad para completar algún ramaje o alguna raíz. Alguna casa solariega que tuvo escudo en Naveo se dice que proviene de Aller. Quizá puedas contrastarlo algún día si necesitas remontarte hasta allí.

Cuando te contó cómo le surgió este interés, señaló que la “Yestal” (transcribes la pronunciación) era su filosofía de la vida. Dijiste:
- Sí, la Gestalt (no sabes alemán), de la corriente psicológica de la forma.
- ¿Pero conoces la “Yestal”?
- En el Seminario se impartió una formación humanista muy completa.
- La “Yestal” va marcando los intereses de cada uno, desde los círculos más reducidos hasta los más amplios.

Vete a saber si lo de la Gestalt lo aprendiste en el Seminario o leyendo El País, pero que no te pregunten más de la Gestalt, que es todo lo que sabes.

En fin, aplicando las técnicas del psicoanálisis, va a resultar que, sin saberlo, tú también eres seguidor de la Gestalt.

P.D.:
(Pondérate, boroña, que si no, no hay quien te coma)


2008/06/24

TU RECUERDO DE DON JESÚS GONZÁLEZ LOBO

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Recibes un correo de un amigo, siempre atento a la prensa, que te remite el enlace con una carta a La Voz de Asturias de D. Jesús González Lobo, uno de los cuatro curas-formadores que tuviste en el Seminario de Covadonga.

Habías leído, quizá hace un par de años otra carta muy emotiva en la que D. Jesús te parecía que se venía a despedir del mundo y de sus amigos, no porque se fuera a morir, sino porque era consciente de que la enfermedad que sufría (te enteraste precisamente por la carta) iba a incomunicarle con el mundo exterior. Sin embargo, a juzgar por la carta de La Voz sigue en pleno uso de sus facultades mentales.

Debe seguir dando guerra porque, buscando algo más de él en internet, encuentras otra carta al director, en este caso de La Nueva España sobre un asunto local de Navia, en donde vive. Esperabas otra altura, pero quizá en los asuntos municipales haya poco espacio para la filosofía. Él, que fue concejal centrista durante algún tiempo, seguramente sabrá que en los ayuntamientos hay que trabajar con lo concreto dejando la filosofía para mejor ocasión. Adornó, no obstante, la carta con una frase bíblica que desconocías Ut quid perditio haec ¿para qué este desperdicio? Frase que pronunció Judas el traidor. El que tuvo, retuvo.

Volviendo a la carta de La Voz, D. Jesús viene a rebatir algo que habrá escrito Angel Garralda, cura integrista de Avilés al que sigues muy de tarde en tarde porque ya sabes que Jiménez Losantos le queda a la izquierda y supones lo que va a decir, así que no sabes cual fue el motivo concreto de que D. Jesús haya salido a replicar.

Recuerda sus años de seminarista y de cura y te quedas con una frase, con la que estás de acuerdo “no cabe duda de que haber pasado por el seminario imprime carácter”, claro que a lo mejor también imprime carácter haber hecho la guerra o haber sido internacional A.

Tienes escasos recuerdos de D. Jesús. En el aspecto físico, años más tarde, cuando se puso de moda “El pájaro espino”, el protagonista te recordó a D. Jesús, ambos de paso largo largo, decididos, pulcros.

Pasaste un correo con la carta a la lista de direcciones del seminario y otro amigo te contestó que compartía muchas de las afirmaciones de todo lo que sea una oposición rotunda a los planteamientos de un reaccionario como Garralda y que lamenta no tener “un recuerdo personal tan positivo de don Jesús Fernández Lobo aunque el tiempo ayuda a olvidar”. Compartes en algo esta afirmación. No quieres calificar como negativo el recuerdo más concreto que tienes de su persona, pero te vas a referir a él, ya que sale.

Sería por la tarde, estarías en el estudio, tu compañero era Tino Velasco, de Moreda, y tú tenías mucha manía de andar imitando a los curas. D. Jesús, cuando explicaba, tenía la costumbre de entrecruzar los dedos de las manos y girarlas de manera que las palmas quedaran hacia arriba. Ese gesto estabas haciendo tú, cuando precisamente él estaba vigilando el estudio, y en ese momento justamente detrás de ti. Te arreó un tortazo del que todavía te acuerdas. El único en todos esos años. Tenía razón porque estabas haciendo el indio.

Era un orgullo entre los seminaristas contar con un canónigo de treinta años, el más joven de España, se decía, pero el recuerdo concreto que tienes es el que acabas de describir y una cosa no quita la otra.

Que viva muchos años con salud.

2008/06/20

DE CHIRUCAS EN CASA DE GELUCHO, QUE EN PAZ DESCANSE

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Te dicen que murió Gelucho.

Tenía noventa y dos años y llevaba varios años bastante imposibilitado. Se entiende que imposibilitado para caminar, pero no para pensar y sentir.

Durante muchos años pensar en Gelucho era pensar en las chirucas, unas chirucas que no te quisiste quitar en cierta ocasión, o así lo pensaste durante muchos años, porque a veces interesa que los mitos corran cuesta abajo como una bola de nieve hasta que se desintegran.

Años más tarde de aquello estuvo de jefe de estación en Villamanín y siempre te acordarías de él y de las chirucas al pasar por esa estación, sea en tren o por carretera, como te acordarías de tu amigo Félix, que ocupó aquella plaza años después.

Gelucho vivía en Fierros en tu mismo edificio. Estuvo de factor de circulación diecinueve años, siempre de noche. Era la época en la que las jornadas eran de doce horas y el jefe estaba de día y el factor de circulación de noche. Si no estuvo diecinueve años estaría menos, pero es lo que te suena, como lo de las chirucas.

Tu mujer y tu hija cuando te pones cabezón (rarísimo) te dicen: las chirucas.

En tu generación la gente nacía en casa. En la casa de Las Vías naciste tú, y cuatro años después tu hermana.


Quieres imaginar que estaría anocheciendo y que sería el siete de diciembre de mil novecientos sesenta y uno, y que ya era hora de que los peques se fueran para la cama, y que tu madre estaba de parto y ¿qué pintabas tu allí? Te llevarían a casa de Carmen y Gelucho, que vivían en el piso de arriba, y fuiste, y tienes un vago recuerdo de la habitación, como si hubiera algún cortinaje verde, pero a lo mejor también es un mito, y ya era hora de acostarse, pero tú querías dormir en tu cama y no podía ser, y seguramente no entenderías nada, y tendrías que desvestirte y ponerte el pijama, y no querrías, y cogerías una pataleta, y entonces te dirían que te metieras en la cama de cualquier manera, y tú dirías que bueno, y no te querrías ni descalzar, y vete a saber si el calzado eran unas chirucas, podrían ser porque hablamos de diciembre, y tú dirías que a la cama pero con las chirucas, y durante muchos años te convino pensar que te habías metido en la cama de chirucas.

Años más tarde te enterarías de que te metiste vestido pero sin las chirucas. Te convenía fabricarte una imagen de tesón…o de terquedad, vete a saber dónde está la diferencia.

Eso pasó en casa de Gelucho, cuando en las casas había menos comodidades, pero más solidaridad, por ejemplo en casa de Gelucho, siempre sonriente.

2008/06/17

CRÓNICA DE UN FIN DE SEMANA EN GRANDAS DE SALIME



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Chao San Martín











Llaves en el Museo del Chao
























Cancilla
















Perrinos. Nos acompañaron en un paseo de diez kilómetros y al entrar en un bar, a eso de las nueve de la noche, uno se perdió. ¡Qué disgusto! Era el que cuidaba la tierra para que no entrara el jabalí. Nosotros todos tristes y resulta que a las doce de la noche, el perro volvió y cumplió ya su función nocturna, pero nos enteramos al día siguiente.









Mini-retablo (capilla del Carmen en Grandas)



































Por fin una queimada, treinta años después.









Paisaje desde la ventana ¿alguna imagen de televisión la supera?
















En el río






















Sacacorchos sin patentar ¿alguien pensó que no había sidra?
















Hisopo para la miel.














Y el cantadero de ranas en Cereixeira de paso hacia el Castro.




















2008/06/13

NERVIOS EN EL AUDITORIO

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Esta tarde tu hija consiguió unas entradas para un concierto en el Auditorio, de manera que piraste el ensayo del coro de los jueves. Hiciste pellas, en palabra que descubriste recientemente. En tus tiempos era simplemente pirar, aunque no fuiste precisamente un pirón ¿si se enteran mis padres, qué?

¿Que qué tal estuvo el concierto? Lo más destacable, los nervios que pasaste a cuenta del tenor.

Estaba anunciada la actuación de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias junto con una soprano italiana y un tenor asturiano. Ya te había dicho tu mujer que un compañero entendido sabía de las excelencias de la soprano y de la flojera del tenor, pero la entrada era gratis.

Se fueron intercalando piezas únicamente orquestales, con otras cantadas, algunas individualmente por la soprano y otros por el tenor y alguna ambos.

Los aplausos marcaban una diferencia elocuente, aunque la cortesía obligaba a no desairar al tenor, que era de casa.

Cada vez que salía, tus nervios a flor de piel, que no llega, que no llega, a qué le sale un gorgorito, muy bajo, bueno, de esta libró.

Mientras tanto le das vuelta al viaje de Grandas de Salime de mañana, a qué hora marcharemos, la semana que viene tenías que ir a ver a tu madre entre semana porque el sábado tenéis actuación, pero es tu santo, también tienes pendiente una fabada en Moreda, tienes que buscar un hueco para llamar al que está haciendo un árbol genealógico en el valle del Huerna, los borradores de la renta de tu madre y de una amiga, tenías falta de hablar con esa pariente de Valladolid para la rama de tu padre, todo eso entre el tenor y Strauss, Bizet y Puccini. De paso piensas cuando estudiabas en Derecho Administrativo la polémica doctrinal sobre los reglamentos independientes, es decir, si podía el Gobierno aprobar un Decreto que no colgara de una Ley, que no fuera una norma de desarrollo de ninguna ley. Venía esto a cuenta de que, como en tu empresa tenéis una ISO de esas, pero para un sector concreto de actividad, estos días tienes que definir unos datos (unos indicadores) que los ves claros pero como un deus ex machina que aterrizara en el escenario.

En estas sale el tenor, que llega, que llega, que no llega, a ver ahora, bueno, libró.

Aplausos finales. Menos mal que terminó. ¡Qué nervios!

EL FÚTBOL DE ANTES



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Oyes hablar de las míticas nevadas de antes, aquello sí que eran nevadas, aunque no sabes cuando era ese antes, porque para ti que ya llegaste a los cincuenta, el antes eran los sesenta, pero para los que tienen derecho a la tarjeta dorada, el antes eran los cincuenta. Para nuestros padres, el antes eran los cuarenta, aquello sí que eran nevadas y no las de los cincuenta ni sesenta, mucho menos las de ahora, que son una cagada.

Está justificado un apunte futbolero para estos días. Lo mismo que oyes de las nevadas se dice del fútbol: aquello sí era jugar, no estas mariconadas y tácticas, lo bueno era antes, cuando se jugaba patadón parriba, por utilizar el latiguillo que atribuyen a Clemente.

Como siempre, oír, ver y callar, cautela, escepticismo, desconfianza, nada nuevo bajo el sol, abajo el adanismo, el pensar que acabamos de inventar algo.

Viene esto a cuento de que hace unos días, terminaste por fin un tomo de las Obras Completas de Cela con comentarios sobre lo divino y lo humano. Hoy sería un blog.

No te esperabas a Cela de comentarista deportivo pero ahí lo tienes resumiendo en unas pinceladas la derrota de España contra Italia. Ya entonces se apelaba a la raza:

“Es doloroso pensar que nuestra ciencia futbolística, esa ciencia que tampoco hemos aprendido demasiado, ha dado al traste con lo que nos había servido para ganar en Amberes o para morir gloriosamente en los partidos de Italia”.

El mito entonces era Amberes, hoy, a falta de éxitos más recientes, sigue siendo la Eurocopa de 1964 contra la URSS.

Y encuentras el siguiente párrafo que parece de hoy y es de 1949 ¿pero 1949 no era nuestro antes? “cuando el fútbol era un deporte universitario y casi de minorías se jugaba con el cálido corazón, mientras que hoy, cuando el fútbol ha llegado a ser un deporte popular y multitudinario, se intenta jugar con la cabeza fría, y claro es, no sale”.

Nunca más batallitas del abuelo, al menos en lo tocante al clima y al fútbol.

EL SUBSUELO, por P. de Silva (las comparaciones son odiosas)

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La relación del escritor con el lector es un sutil cortejo, lleno de promesas, que por supuesto nunca se consuman. Básicamente es un ejercicio de obscenidad: el escritor, al tiempo que habla del mundo, muestra cosas de sí mismo, libera un velo, agita otro, avanza un trozo de carne, la retira, hace un guiño de complicidad y concluye la sesión. El escritor, desde luego, nunca se muestra del todo, por la sencilla razón de que no se atreve. Pero, aclaremos, no es que le cueste desnudarse ante los demás, lo que le cuesta es saber de una vez quién es, mostrarse a sí mismo. Aunque esto, más o menos, le ocurre a todo el mundo que anda por la calle, el escritor camina por la pasarela. El escritor, como un radiestesista, vive de las vibraciones que le llegan del propio subsuelo, pero pedirle que coja la pala y se ponga a cavar es demasiado: puede encontrarse con su esqueleto.
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008061200_42_645839__Asturias-subsuelo

2008/06/12

TRIPOLARES EN EL CABO DE AÑO

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Estos días está de actualidad en la prensa asturiana una madre que tiene un hijo con trastorno bipolar y que quiere que en su colegio pongan un profesor de refuerzo exclusivamente para su hijo.

Sin llegar a esos extremos, siempre mantuviste, que bipolares, si no, tripolares, lo somos todos. Por aquello de simplificar, resulta muy cómodo adjudicar al guapo la etiqueta de listo, pero siempre mantuviste que se puede ser a la vez un buen padre, un mal hijo, un regular esposo, un mediocre hermano, un competente profesional, un compañero egoísta, un presidente de comunidad eficaz, un jugador de futbolín extraordinario, un manitas de la informática, un chapuzas con el vestuario, una calamidad planchando, un blogero pelma, y así hasta el infinito.

Lo que no se espera es un lamparón en la corbata en el portador de unos zapatos impolutos.

Pese al principio de Peter, tampoco esperas que el que fue un eficaz ayudante de maquinista sea un pésimo conductor, ni mucho menos concibes que al que colgaron el sambenito de maquinista parsimonioso conserve debidamente clasificados los ciento treinta partes de incidencias que redactó a lo largo de sus cuarenta años de profesional de la conducción de trenes.

Todo eso a la salida de misa.

Conclusión: ¡gran peligro los estereotipos!

2008/06/11

CALDEAR EL AMBIENTE

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El último domingo fuiste a ver el Castellón-Sporting al salón de actos de la Feria de Mieres. Para ser más precisos, fuiste a la Feria porque tu empresa tenía un stand y nunca está de más que alguien se deje caer por allí aunque confíabas ciegamente en que las azafatas desempeñarían su función con soltura, y mejor no estar encima.

Te dejaron tiempo para oír unas asturianadas por la mañana, ir a comer a casa de tu madre, seguir la Fórmula 1 por la tarde o incluso para sufrir con el Sporting en Castalia. ¿Qué mejor amortización para el salón de actos que retransmitir el partido del Sporting por la gran pantalla?

Perdía el Sporting 1-0, ganaba la Real 2-1, el auditorio desolado, el ascenso del Sporting se ponía imposible, al árbitro hacía sonar el silbato por última vez cuando se oyó que el Alavés había empatado a la Real Sociedad, y, al minuto, con el auditorio ya medio vacío, llegaba la noticia de que la Real había encajado el tercer gol. El Sporting quedaba a un punto de Primera.

Sin los dos minutos de prolongación el partido lo habría ganado al Real y LA NUEVA ESPAÑA no tendría necesidad de tirar de hemeroteca dos días después para recordar el nombre del árbitro que pitaría al Sporting el domingo siguiente contra el Eibar, un tal Rodado Rodríguez del que nunca habías oído hablar. Los sportinguistas habrán olvidado aquello, pero la prensa se preocupó de airear que hace cuatro años este árbitro ya pitó un Eibar-Sporting, señaló dos penalties inexistentes contra el equipo gijónes y le expulsó a dos jugadores, se supone que injustamente.

El domingo cuando este árbitro salte al campo le caerá una pitada monumental, el ambiente estárá caldeado, pero la prensa no tendrá la culpa, al fin y al cabo ningún periodista insultará al árbitro, ni le tirará botellines; si algo ocurre se recriminará a la minoría de exaltados. Si el árbitro se acoquina y pita favorable para el de casa, el Sporting subirá, la prensa venderá más periódicos y la afición habrá sido maravillosa empujando al equipo.

¿Tiene la prensa alguna culpa? ¡Ca! ninguna, ella simplemente informa y el que dice la verdad ni peca ni miente.

MITO CAÍDO

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No volviste a ver Gutiérrez (ni dices la verdad ni mientes del todo) que fue compañero tuyo de colegio durante un año, pero un año muy especial, el último año que pasaste en el Seminario de Oviedo. Todavía recuerdas su forma de andar con las piernas ligeramente en arco, con su barba desaliñada, un poco estilo Che Guevara, su risa ostentórea, de antes de que Jesús Gil hubiera inventado la palabra. El te habló de Gramsci y de Marta Harnecker, y frente a su habitación en aquellos largos pasillos oscuros de losetas cuadradas y parduzcas gritaste, sin saber lo que significaba, que la revolución de los claveles había triunfado en Portugal, y unos meses antes, que el Palacio de la Moneda había caído, con Salvador Allende dentro, y oíste hablar de Víctor Jara (“Levántate y mira a la montaña”) de Quilapayún y de Inti- Illimani, que te acompañarían en tus gustos musicales haste hoy. Y con él habrás comentado el discurso de Arias Navarro, el del famoso espíritu del doce de febrero. Hablamos del curso 73-74.

En aquel tiempo tenías como asunto de debate casi diario a otro Gutiérrez, el de la teología de la liberación y eran libros de culto los de Mircea Eliade, rumano de nombre y apellido sonoros, especialista en historia de las religiones y en mitos, entre los que disteis bastantes vueltas al del eterno retorno.

Gutiérrez era un mito viviente.

Tú marchaste, te dedicaste a los trenes, él al poco tiempo se pasó a la actividad política, en la que ostentó cargos por elección popular y no volviste a saber más de su vida porque las apariciones en la prensa se fueron espaciando hasta desaparecer. Años mas tarde oirías que sufrió problemas siquiátricos y que se había jubilado.

Hace unos días se te encendió una bombilla y te dijiste: Fulano, que trabaja con Mengano, tuvo que coincidir con Gutiérrez en aquel tiempo y quizá sepa algo más concreto porque te enteraste de que eran del mismo barrio. Pasaste por correo electrónico una foto de Gutiérrez a Mengano para que preguntara a Fulano qué sabía del susodicho.

Cuán sería tu sorpresa cuando te llama Fulano y te dice que si estás intentando organizar un encuentro de antiguos alumnos, con Gutiérrez que no cuentes porque está esquizofrénico. Añade que habló por última vez con él en el año 91, cuando estando en su despacho, Gutiérrez entró con un cuchillo y Fulano tuvo que utilizar sus dotes persuasivas hasta que la Policía pudo neutralizar la situación.

Más te valdría no haberte interesado tanto por Gutiérrez, que tendría todas las papeletas para seguir siendo a tus ojos un mito, exactamente como los de Mircea Eliade.

2008/06/09

SANDECES EN LA SACRISTÍA

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Este fin de semana estabas invitado a una boda. Fuiste. Si te preguntan dónde fue la boda, tendrás la tentación de responder que en la Zoreda (te suena mejor la “Zorea”, pero de momento los rótulos ponen otra cosa), pero no, dirás que fue en la Iglesia de Santullano o San Julián de los Prados.

No dirás nada del entorno del Palacio de la Zoreda ni del menú ni de los aperitivos, estos verdaderamente espectaculares tirando a Ferrán Adrià, con una orquestina amenizando el pincheo inicial ¡y había sidra!

Te pararás solamente en un detalle de la misa. Quiso la suerte que el padrino y padre de la novia tuviera un tío cura, que ofició la ceremonia. Lo más entrañable para ti fueron las palabras finales que amigas y primas de la novia le dedicaron antes de la bendición final.

Por casualidad hace unas semanas quedaste para una gestión con un cura en una sacristía. Acababan de concelebrar una misa con otro cura. Cinco minutos después de tu llegada comenzaría una boda en esa iglesia. Llegan unos amigos de los novios y preguntan al cura que presidirá la boda si pueden leer unas palabras al final. Que no. No rechistaron.

El cura de la negativa le dice al otro mientras se viste para la nueva ceremonia:

- La última vez que dejamos hablaron, estuvieron diciendo sandeces diez minutos.

Tienes claro quien dijo la verdadera sandez.

Por desgracia, se necesita enchufe hasta para un detalle tan entrañable

2008/06/06

REZOS EN COVADONGA

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Ya de retirada, a eso de las nueve de la tarde o de la noche, esperando el ascensor, te encuentras con un vecino en el portal, que también se recoge con su perro, y lo dices con precisión.

Te cuenta que fue a Covadonga el otro día con su nieta y que te vio por allí, que comisteis en el mismo sitio, El Peregrino”, que te vio afuera hablando con unos y con otros. Le explicas lo del encuentro anual.

Subieron y bajaron varios vecinos y seguíais allí, junto al ascensor. Buenas noches, buenas noches.

Te dice que cuando terminaron de comer caminaron lentamente hasta la Cueva, que subieron las escaleras, que descansaron en el primer rellano, que continuaron y que la niña, de cinco años, se puso a rezar y que a él le cayeron tantas lágrimas que no había manera de parar porque la niña estaba pidiendo cosas.

- Hala, vamos, nena.
- No, todavía no terminé de pedir.

Preguntas:

- Pero ¿qué pedía la nena? si se puede saber.
- Me prometí que no se lo diría a nadie.
- Bueno, nada, nada, si ye un secreto, no me lo digas.
- Hace tres meses que nos divorciamos.
- No jorobes, nun sabía na.
- Y la hija también se divorció.
- ¿Qué tién, treinta años, va tiempo que nun la veo?
- Treinta y cuatro. ¿No ves cómo estoy, en los huesos?
- Si, la verdá ye que te vi un poco delgau, pero, mira, esos dos que acaban de subir, hacía tiempo que nun movían el coche del garaje y la mujer y yo pensábamos ¿tará malú? ¿quitarian-i el carné? porque nun lu veíamos. Un día pregunté-i y quedé como taba, así que munchas veces val más nun preguntar porque igual te dicen que qué te importa.
- Se marchó con el jefe. Y estoy yendo al sicólogo.
- Vaya ¡cuánto lo siento!
- Nos casamos a los diecisiete años, llevábamos treinta y cuatro casados. La hija marcho con otro y la mía igual.

Esas cosas pasan en el portal y tú sin enterarte, como de la operación de apendicitis de tu vecino de puerta, de la que supiste una semana después.

ALUCINANTE

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Evitaste mientras pudiste las nuevas modas de Madrid del “venga”, el “tía” y el “alucinante” pero es imposible oponerse a la evidencia durante mucho tiempo, y ahora ya alucinas en colores. Viene esto a cuento, pronto se verá, de uno de los artículos que vas a comentar.

Murió hace unos días el padre de Pedro de Silva, que publica diariamente, sin fallar nunca, un articulito, un comentario en La Nueva España, que el llama un billete.

Esperabas que escribiera algo. Así fue, un artículo brillante, denso, con palabras cargadas de sentido o dobles sentidos.

Estabas pendiente del artículo del día siguiente, que coincidiría con el día del funeral ¿Volvería a escribir sobre el padre? ¿Algún comentario sobre los ritos funerarios? Nada. Borrón y cuenta nueva porque toca hablar, como todos los años, del tiempo, del loco tiempo.¿Era el que tenía para el día anterior y únicamente cambió el orden?


BILLETE PRIMERO
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008060400_42_643121__Asturias-Vidas-cumplidas

VIDAS CUMPLIDAS

Una vida cumplida es aquella en la que la persona ha hecho lo más esencial que cabe exigir a toda vida: disfrutar de lo que esa vida pone a su alcance, ocuparse de veras de los suyos, no buscarle el mal a nadie, ayudar en lo posible a los ajenos y hacerlo todo con decencia y dignidad. Sin embargo, bajo cierta idea de la vida, lo que más eleva nuestra condición es el trabajo. Ésa no es la única idea de la vida, desde luego, y otras distintas son muy respetables, pero para quien profesa ese credo cada día de trabajo bien cumplido, en lo que sea, es un día ganado, para sí y para todos. A lo mejor esa moral viene sin que haga falta darle más vueltas de la condena bíblica a ganar el pan. Cuando una vida cumplida acaba, o sea, se cumple, no haría falta decir siquiera «descanse en paz». La paz ya ha sido ganada y el que la ha ganado la tiene, hasta sin necesidad de que se lo deseemos.


BILLETE SEGUNDO
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008060500_42_643450__Asturias-Ingesta-alucinogena
Ingesta alucinógena

Igual que ocurre en la España húmeda tras unos días de sol, en la España seca las muchas lluvias de la primavera han llevado a la naturaleza a una condición pletórica e incluso a una cierta desmesura, que en algunos lugares llega a resultar selvática. Ajustado su modo de ser y su carácter a la carencia de agua, la circunstancial abundancia embriaga a las plantas, las saca de sus casillas, las vuelve locas. El caminante intenta dar cuenta de todo lo que ve, de la intensidad de los colores, que, con poca luz, tiñen la atmósfera, de la vehemencia de las flores, de la carnalidad del verdor, hasta que no puede más, pletórico también, desmesurado, sacado de sus casillas, invadido por la fuerza de cuanto le rodea. Esto se percibe en un desconcierto, un mareo, una confusión de la mente, un estado casi alucinatorio, o sea, los síntomas propios de cualquier embriaguez severa.


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Y aquí el blog de su hermano, con otros comentarios

http://www.sinlavenia.com/

INVITACIONES Y SUGERENCIA (sic)

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Varios lectores habituales de este blog te apuntan ideas, te pasan correos, te llaman.

- Oye, ¿por qué no escribes sobre el libro que….o sobre la foto de… o la filtración de la Presidenta del Tribunal Constitucional?

Y es verdad que de la mayor parte de las pistas que te sugieren, algo piensas y algo tendrías que decir. Muchas veces son cuestiones de actualidad que si no las comentas en el acto caducan. Se te amontonan las ideas y acaban atropelladas unas por otras con resultado de muerte por inanición.

Fue muy sugestiva la envainada en toda regla de La Nueva España hace poco más de un mes, cuando tuvo que rectificar una noticia que había publicado el día anterior o unos días antes. La sugerencia te la pasaron a tu correo de la oficina y no lo tienes aquí a mano, con lo que aprovechas para aclarar que estas batallitas increíbles las escribes en casa porque en la oficina redactas la todavía más in-creíble prosa administrativa. En definitiva se trataba de que a la boda de la hija de Blas Herrero , Mr. Kiss FM, entre los invitados estaba el rico empresario judío Marc Rich, casado con Dolores Sergueyeva, la hija de la Pasionaria (no vas a enlazar nada, búsquese en Google: “Marc Rich” Dolores) y como el periódico apuntara no sé qué relación con la propiedad del Prestige o de la carga del Prestige, al día siguiente salió una trirectificación negando por tres veces que de ninguna manera jamás en la vida de verdad de la buena Marcos había tenido nada que ver con ese prestigio. Quisiste ver detrás la mano del poderoso Blas Herrero más que el temor a una demanda millonaria.

Sí, la noticia daba juego, pero se te pasó el arroz.

Te apuntan por otro lado que escribas algo a cuenta de lo siguiente: buscando esquelas encuentras una fotografía en la portada de La Nueva España del 19 de enero de 1940 con la foto de un choque de tres máquinas en Malvedo, en donde murió Jenaro, un maquinista vecino de Fierros, al que tienes registrado en el árbol genealógico. Pasas la foto a dos contertulios-informáticos habituales (http://www.lavagoneta.blogspot.com/), y uno de ellos se puso en contacto con el Museo del Ferrocarril y te remiten antes de veinticuatro horas la misma foto pero de una calidad suprema. El otro contertulio de Fierros te pasa el recordatorio del cabo de año de Jenaro (que con J lo escribieron y lo respetas). Te vino bien porque después de rodeo conseguiste algún dato más para el árbol. Descubres la cantidad de información que hay desperdigada por el mundo sin que se sepa, o sin que lo sepas tú. A lo mejor la gestión del conocimiento es eso y tú riéndote de lo que Pepiño Blanco llama “el conceto”.

Y por fin está la metedura de pata de la Presidenta del Tribunal Constitucional en la conversación con la abogada amiga de la amiga, ofreciendo que si el caso llega a esa alta instancia, que la llame. Mucho temes que haya caído en una encerrona porque la abogada interlocutora responde con poco más que monosílabos, como si supiera que la estaban grabando. Es Dª Emilia Casas la que raja. Parece mentira para una gallega de Monforte.

Y después de todo lo que escribes de lo divino y de lo humano, todavía te dice un amigo que no les mandes tantos artículos de Pedro de Silva, que escribas algo. ¡Manda carallo!.
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PD.: Lo anterior es una disculpa para invitar a los lectores habituales de este blog, a publicar en él lo que quieran. Se incluiría como colaboración.
Queda dicho.

2008/06/05

LA COMIERON LOS PECES (MUERTES Y CONTRASTES)

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Escarbando en las raíces de los árboles genealógicos te cuentan historias de emigrantes, de aventuras, de travesías, pero hoy toca hablar de muertes, de esas formas de morir que en la infancia te quedaron grabadas. Cuando viajabas en tren, viajes normalmente cortos, de Fierros a La Pola, más raramente a Oviedo, en verano a Gijón, en contadas ocasiones a León, qué mejor entretenimiento que viajar subido de pié en el asiento, con la ventanilla bajada y asomado, pero sentándote cuando venía el interventor, no te fueran a pillar de pié sobre el asiento y se pusieran colorados tus padres.

El gozo no era completo, a ti te gustaría estirar la mano, tocar las columnas grises del tendido eléctrico, y asomarte un poco en los túneles, pero nunca te dejarían explayarte demasiado porque un tío tuyo murió en un túnel y porque otro del pueblo que no llegó a ser emigrante dejó la cabeza y la vida en el túnel del Campanal, por decir adiós a su familia y vecinos, en el Campanal, ese túnel a la salida de Fierros, donde la línea ferroviaria del Puerto de Pajares da un giro de ciento ochenta grados para avanzar en zig-zag ganando altura hasta llegar a lo que para los asturianos siempre será Castilla y ahora para los leoneses León.

En es época nacería también tu miedo a embarcar, no te fueras a morir y tuvieran que arrojarte al mar donde tu mente infantil veía tiburones comiendos brazos con sus grandes dientes afilados, muy distinto a ese tiburón azul de plástico que tuviste de niño.

En el imaginario del pueblo se conserva la memoria de aquella mujer que murió en la travesía y cuando en la aldea salía la conversación de su viaje, indefectiblemente se terminaba con la frase:

- No llegó, la comieron los peces.

El hombre de tierra quiere morir y quedar en tierra, el marinero tiene otros horizontes, los que describe José Hierro, en ese poema que en su propia voz oyes y oyes estos días en tu MP3.

JUNTO AL MAR

Si muero, que me pongan desnudo,
desnudo junto al mar.
Serán las aguas grises mi escudo
y no habrá que luchar.

Si muero que me dejen a solas.
El mar es mi jardín.
No puede, quien amaba las olas,
desear otro fin.

Oiré la melodía del viento,
la misteriosa voz.
Será por fin vencido el momento
que siega como hoz.

Que siega pesadumbres.
Y cuandola noche empiece a arder,
Soñando, sollozando, cantando,
yo volveré a nacer.

2008/06/04

FÚTBOL, YOUTUBE Y TRANSGRESIONES

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Al llevar la cámara de fotos al triste partido de fútbol del domingo en el Carlos Tartiere la única pretensión que perseguías era la de grabar a Chris, el novio de tu hija, con la camiseta del Manchester, para que lo vieran sus amigos de Inglaterra y para que sirviera de sorprendente contraste la presencia de un forofo del campeón de Europa en una eliminatoria para ascender ¿a dónde? ¿a dónde dices que iba a subir si ganaba, el equipo de la ciudad donde vives, where you lives?

No fue al campo con la camiseta del campeón de la Champions pero sí con el escudo de England estampado en la roja de Inglaterra, debajo, eso sí, de otras prendas y de la bufanda del Oviedo. El equipo no había despegado, todo lo contrario, pero los vídeos ya estaban dos horas después camino del ciberespacio.

Intentaste colgar tres imágenes, la salida al campo, el final del partido, y el 1-0. Esta resultó unavailable (a saber, qué es eso) y no subió a youtube, pero te quedaste sorprendido de que la noche del domingo a lunes, en el contador del primer vídeo aparecieran unas ciento veinte visitas, mientras que a “Como la flor”, al “Alma Llanera”, o al “Galopin” les está costando llegar a cien, después de semanas en el hit parade.

Hoy, revisas si al final subió el del primer gol (que no subió, ya no lo intentarás más veces, qué mas da) y de casualidad ves que en una esquinita de la pantalla aparecen unas cifras y unas letras “31 Most wiewed (today)”, que te costó intrpretar. ¿Podía ser que alguno de esos vídeos ocupara el lugar 31 entre los más vistos del día en youtube, siendo como son imágenes totalmente caseras de un partido insignificante?

Cada vídeo mereció más de veinticinco comentarios, los más para tirar a la basura por su mesura y ortografía, pero ¿qué diría la crítica ante un público que pasara en silencio los noventa minutos? ¿es posible un partido en el que, no solo cuatro oveyas, sino una cifra considerable de intachables ciudadanos terminen el partido sin que salgan de su boca exabruptos que si se pronunciaran en otro foro serían delito (o por lo menos falta)?

No, los transgresores son imprescindibles. Tienes dicho alguna vez que gracias a los transgresores avanza el mundo, siempre que no todos los sean, claro.

http://es.youtube.com/user/pilucar

2008/06/02

YE COMO ARRANCAR LA CARA AL MÍO PEPE...

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Completando datos para el árbol genealógico, rápido, rápido, que los cementerios son un pozo de sabiduría ya inútil; eso, que completando datos te enteras de historias como la de aquel buen hombre, y lo de buen hombre, lo dejaremos pendiente del juicio final; aquel buen hombre, decías, y hablamos de alguien que nació hace más de ciento treinta años, y que acabó sus días en Argentina, habría oído que un caballero para poder sentirse realizado, tenía que plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo.

Este caballero quería realizarse pero vería algún inconveniente en lo de escribir un libro, así que habrá pensado que si tenía dos hijos con dos mujeres distintas le darían de paso la prueba. Si lo consultó o si lo decidió directamente sin pensar, no consta en ningún registro porque quedamos que este hombre no escribía ni diarios ni otros libros.

Dicen que aquel hombre dejó embarazadas a dos mujeres. Su familia prefería a una de ellas y negaba que en el otro embarazo su hijo tuviera algo que ver, pero esta mujer dio a luz y en cuanto la madre del no-padre, de nombre Pepe, vio a la criatura exclamó, porque a estas cosas serias hay que darles un barniz de retórica:

- Ye como arrancar la cara al mío Pepe y poneila a él.

Es sabido que, a falta de ADN, en estos casos los parecidos son más clamorosos, y es frase antigua que los hijos nacidos fuera de matrimonio se tenían, en sentido figurado, “detrás de la iglesia”.

Este buen hombre, para compensar lo que había hecho detrás de la iglesia plantó un tixu delante.

Dios se lo tendrá en cuenta.

LACATUS VUELVE AL CARLOS TARTIERE

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Hacía años que no ibas a ver al Real Oviedo pero este domingo el Oviedo jugaba el partido de vuelta de una eliminatoria previa para subir…a Segunda B. En el partido de ida el Oviedo había perdido 4-1 y tendría que ganar 3-0 para pasar.

Este viernes ibas a llamar a tu hija por teléfono por si se animaba a ir al fútbol. Ibas a, pero no llegaste a llamar. A veces la telepatía existe. Llama tu hija. Como es lógico en cualquier familia honrada, el teléfono lo coge tu mujer. Le ibas a decir que cuando terminara te pasara el teléfono, pero nuevamente se te anticiparon. Tu hija quería que te pusieras.

- Papi, ¿vienes al fútbol el domingo?

No hubo más que hablar. Irías al ver al Oviedo y eso que eres más bien sportinguista desde que, de niño, a tu pueblo llegaba la Hoja del Lunes de Gijón y no la de Oviedo, además de que tu padre, de soltero, había vivido en La Algodonera, antes de que se llamara La Calzada. El sábado el Sporting te dio una alegría al remontar un partido que estaba perdiendo. Como la Real Sociedad no pasó del empate, y este domingo, el Málaga hizo lo propio, el equipo gijonés encara los dos últimos partidos en posición muy favorable para subir a Primera.

Vas al nuevo Carlos Tartiere con esperanza porque el Oviedo es más equipo que el Caravaca y supones que el factor campo puede ser decisivo.

Aunque el campo es otro te sitúas aproximadamente en la misma posición en la que te colocabas cuando fuiste socio infantil del Oviedo, lo que no era incompatible con tus preferencias sportinguistas en caso de enfrentamiento entre ambos, salvo que la victoria fuera más básica para el Oviedo, lo cual te deja en muy mal lugar como forofo, pero lo tuyo es dudar, dudar dudando caminos, caminos sobre el dudar.

Animas al Oviedo, coreas las consignas de la afición, no todas, no cuando calientan el ambiente con “puta Sporting”; no cuando aullan “uh, uh, uh” al negro del Caravaca que se acerca a la banda; no cuando con un micrófono casero un forofo grita al reserva de botas rojas que está calentando “el de las botas rojas, no vales ni para reserva, tu madre es una puta”; no cuando sin ton ni son mientan a la madre de la linier o del árbitro o del futbolista murciano que casualmente pasa por allí.

Te preguntas si el aficionado que se pasa el partido de espaldas al campo animando a la afición, pagará la entrada o se la pagará el equipo para que caliente los ánimos. Te preguntas sobre la sustancia del fútbol y de la vida y sobre las apariencias a raíz de unos párrafos de Azorín que estuviste releyendo.

“La sustancia es única y eterna. Los fenómenos son la única manifestación de la sustancia. Los fenómenos son mis sensaciones. Y mis sensaciones, limitadas por los sentidos, son tan falaces y contingentes como los mismos sentidos. La sensación crea la conciencia. No hay más realidad que la imagen, ni más vida que la conciencia. No importa –con tal de que sea intensa- que la realidad interna no acople con la externa. El error y la verdad son indiferentes. La imagen lo es todo. Y así es más cuerdo el más loco”.

Y mientras saltan los jugadores al campo piensas si las sensaciones, la animación, la moral, los deseos de ganar pueden realmente aumentar el empuje y hasta el acierto y, en definitiva, influir en un resultado, que es un pequeño mundo.

Y mientras tanto, el Oviedo metió el uno cero, de penalti, te pilló en la portería contraria, no lo viste nada claro, te pareció que el jugador del Oviedo sobre el que lo cometieron estaba retrocediendo dentro del área, pero sería.

Y metió el dos cero. Creíste ver una indecisión defensiva, un robo de balón dentro del área o muy cerca. Y caes en la cuenta de lo difícil que sería a los cronistas deportivos antiguos valorar y puntuar sin moviola la actuación de cada jugador, si en el campo de fútbol en directo, a veces prestas más atención a las pipas que a la táctica de los equipos.

Y en el descanso te enteras de que eres uno de los 23.915 espectadores que acudieron esperanzados en un final feliz.

Y llegó el tres cero.

Pero ahí estaba el nuevo Lacatus. Lacatus fue un internacional rumano del Oviedo que sobre el año 92, en una eliminatoria con el Génova, cuando en Oviedo habían ganado uno cero, en el partido de vuelta se autoexpulsó por una chuminada, por una niñería, y el Oviedo perdió la eliminatoria. Lo mismo que aquí y ahora. Curro, el nuevo Lacatus, no sabes muy bien lo que hizo, si se pasó con la celebración del gol, si perdió tiempo, si se quitó la camiseta, si dijo alguna necedad, el caso es que metió el tres cero y acto seguido fue expulsado. Tenía una tarjeta amarilla. El Murcia marcó y habrá que esperar otro año más por lo menos.