2008/06/12
TRIPOLARES EN EL CABO DE AÑO
Estos días está de actualidad en la prensa asturiana una madre que tiene un hijo con trastorno bipolar y que quiere que en su colegio pongan un profesor de refuerzo exclusivamente para su hijo.
Sin llegar a esos extremos, siempre mantuviste, que bipolares, si no, tripolares, lo somos todos. Por aquello de simplificar, resulta muy cómodo adjudicar al guapo la etiqueta de listo, pero siempre mantuviste que se puede ser a la vez un buen padre, un mal hijo, un regular esposo, un mediocre hermano, un competente profesional, un compañero egoísta, un presidente de comunidad eficaz, un jugador de futbolín extraordinario, un manitas de la informática, un chapuzas con el vestuario, una calamidad planchando, un blogero pelma, y así hasta el infinito.
Lo que no se espera es un lamparón en la corbata en el portador de unos zapatos impolutos.
Pese al principio de Peter, tampoco esperas que el que fue un eficaz ayudante de maquinista sea un pésimo conductor, ni mucho menos concibes que al que colgaron el sambenito de maquinista parsimonioso conserve debidamente clasificados los ciento treinta partes de incidencias que redactó a lo largo de sus cuarenta años de profesional de la conducción de trenes.
Todo eso a la salida de misa.
Conclusión: ¡gran peligro los estereotipos!
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