2008/06/24

TU RECUERDO DE DON JESÚS GONZÁLEZ LOBO

Free Web Counters



Recibes un correo de un amigo, siempre atento a la prensa, que te remite el enlace con una carta a La Voz de Asturias de D. Jesús González Lobo, uno de los cuatro curas-formadores que tuviste en el Seminario de Covadonga.

Habías leído, quizá hace un par de años otra carta muy emotiva en la que D. Jesús te parecía que se venía a despedir del mundo y de sus amigos, no porque se fuera a morir, sino porque era consciente de que la enfermedad que sufría (te enteraste precisamente por la carta) iba a incomunicarle con el mundo exterior. Sin embargo, a juzgar por la carta de La Voz sigue en pleno uso de sus facultades mentales.

Debe seguir dando guerra porque, buscando algo más de él en internet, encuentras otra carta al director, en este caso de La Nueva España sobre un asunto local de Navia, en donde vive. Esperabas otra altura, pero quizá en los asuntos municipales haya poco espacio para la filosofía. Él, que fue concejal centrista durante algún tiempo, seguramente sabrá que en los ayuntamientos hay que trabajar con lo concreto dejando la filosofía para mejor ocasión. Adornó, no obstante, la carta con una frase bíblica que desconocías Ut quid perditio haec ¿para qué este desperdicio? Frase que pronunció Judas el traidor. El que tuvo, retuvo.

Volviendo a la carta de La Voz, D. Jesús viene a rebatir algo que habrá escrito Angel Garralda, cura integrista de Avilés al que sigues muy de tarde en tarde porque ya sabes que Jiménez Losantos le queda a la izquierda y supones lo que va a decir, así que no sabes cual fue el motivo concreto de que D. Jesús haya salido a replicar.

Recuerda sus años de seminarista y de cura y te quedas con una frase, con la que estás de acuerdo “no cabe duda de que haber pasado por el seminario imprime carácter”, claro que a lo mejor también imprime carácter haber hecho la guerra o haber sido internacional A.

Tienes escasos recuerdos de D. Jesús. En el aspecto físico, años más tarde, cuando se puso de moda “El pájaro espino”, el protagonista te recordó a D. Jesús, ambos de paso largo largo, decididos, pulcros.

Pasaste un correo con la carta a la lista de direcciones del seminario y otro amigo te contestó que compartía muchas de las afirmaciones de todo lo que sea una oposición rotunda a los planteamientos de un reaccionario como Garralda y que lamenta no tener “un recuerdo personal tan positivo de don Jesús Fernández Lobo aunque el tiempo ayuda a olvidar”. Compartes en algo esta afirmación. No quieres calificar como negativo el recuerdo más concreto que tienes de su persona, pero te vas a referir a él, ya que sale.

Sería por la tarde, estarías en el estudio, tu compañero era Tino Velasco, de Moreda, y tú tenías mucha manía de andar imitando a los curas. D. Jesús, cuando explicaba, tenía la costumbre de entrecruzar los dedos de las manos y girarlas de manera que las palmas quedaran hacia arriba. Ese gesto estabas haciendo tú, cuando precisamente él estaba vigilando el estudio, y en ese momento justamente detrás de ti. Te arreó un tortazo del que todavía te acuerdas. El único en todos esos años. Tenía razón porque estabas haciendo el indio.

Era un orgullo entre los seminaristas contar con un canónigo de treinta años, el más joven de España, se decía, pero el recuerdo concreto que tienes es el que acabas de describir y una cosa no quita la otra.

Que viva muchos años con salud.

2 comentarios:

Guillermo Luis de Diego dijo...

Sr. L. S. Albalá Alvarez:
Por azar veo su blog, y el comentario de R. de Diego.
Desde Mar del Plata, Argentina, le saluda Guillermo Luis de Diego, hijo de Rafael Benito de Diego, nieto de Rafael Urbano de Diego y bisnieto del de Diego que llegara al Rio de la Plata, desde Cangas de Onís, en la década de 1880.
Saludos cordiales.

Anónimo dijo...

Así q imitando... pa una vez que te arremangas...