2008/06/11

MITO CAÍDO

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No volviste a ver Gutiérrez (ni dices la verdad ni mientes del todo) que fue compañero tuyo de colegio durante un año, pero un año muy especial, el último año que pasaste en el Seminario de Oviedo. Todavía recuerdas su forma de andar con las piernas ligeramente en arco, con su barba desaliñada, un poco estilo Che Guevara, su risa ostentórea, de antes de que Jesús Gil hubiera inventado la palabra. El te habló de Gramsci y de Marta Harnecker, y frente a su habitación en aquellos largos pasillos oscuros de losetas cuadradas y parduzcas gritaste, sin saber lo que significaba, que la revolución de los claveles había triunfado en Portugal, y unos meses antes, que el Palacio de la Moneda había caído, con Salvador Allende dentro, y oíste hablar de Víctor Jara (“Levántate y mira a la montaña”) de Quilapayún y de Inti- Illimani, que te acompañarían en tus gustos musicales haste hoy. Y con él habrás comentado el discurso de Arias Navarro, el del famoso espíritu del doce de febrero. Hablamos del curso 73-74.

En aquel tiempo tenías como asunto de debate casi diario a otro Gutiérrez, el de la teología de la liberación y eran libros de culto los de Mircea Eliade, rumano de nombre y apellido sonoros, especialista en historia de las religiones y en mitos, entre los que disteis bastantes vueltas al del eterno retorno.

Gutiérrez era un mito viviente.

Tú marchaste, te dedicaste a los trenes, él al poco tiempo se pasó a la actividad política, en la que ostentó cargos por elección popular y no volviste a saber más de su vida porque las apariciones en la prensa se fueron espaciando hasta desaparecer. Años mas tarde oirías que sufrió problemas siquiátricos y que se había jubilado.

Hace unos días se te encendió una bombilla y te dijiste: Fulano, que trabaja con Mengano, tuvo que coincidir con Gutiérrez en aquel tiempo y quizá sepa algo más concreto porque te enteraste de que eran del mismo barrio. Pasaste por correo electrónico una foto de Gutiérrez a Mengano para que preguntara a Fulano qué sabía del susodicho.

Cuán sería tu sorpresa cuando te llama Fulano y te dice que si estás intentando organizar un encuentro de antiguos alumnos, con Gutiérrez que no cuentes porque está esquizofrénico. Añade que habló por última vez con él en el año 91, cuando estando en su despacho, Gutiérrez entró con un cuchillo y Fulano tuvo que utilizar sus dotes persuasivas hasta que la Policía pudo neutralizar la situación.

Más te valdría no haberte interesado tanto por Gutiérrez, que tendría todas las papeletas para seguir siendo a tus ojos un mito, exactamente como los de Mircea Eliade.

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