2008/06/27

ESPAÑA-RUSIA, UNA HECATOMBE (por lo visto…u oído)

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Estuviste viendo en la calle Gascona la semifinal de la Eurocopa entre España y Rusia. Entre el barullo y el moderado volumen de la televisión, acabaste siguiendo el partido por el MP3 que te acompaña (casi) siempre.

Finalizado el encuentro, ya camino de casa, sigues los comentarios de Radio 1. Conectan con un soldado español destacado en el Líbano. Sale en antena Salgado, no el futbolista internacional del Real Madrid, sino un soldado en lo que antes se conocía por Oriente Medio. Le preguntan cómo se siguió el partido y la victoria de España. Dice Salgado que aquello fue la hecatombe.

Te acuerdas de Don Agustín, Don Agustín Hevia Ballina (él lo escribía con B), tu profesor de latín y de griego, que te introdujo en el amor por las palabras y por las etimologías.

Piensas en Salgado, intentas averiguar si tiene acento gallego, como supones por el apellido y pos los Salgados que conoces, pero no encuentras ningún resquicio. Vete a saber de dónde es este Salgado que lleva la bandera española en el Líbano.

Meditas si triunfará el “podemos” o el “a por ellos”. Te gusta más el “a por ellos” porque se trata de vencer. El “podemos” tanto vale para la selección como para el autobombo de la cadena CUATRO: pueden retransmitir. Intentan que el público abandone el tradicional “a por ellos” por el “podemos”. No lo van a conseguir. “Podemos” se termina ahí mismo, cortado, como una dejada brillante de tenis, pero sin continuidad, la continuidad sin fin del “a por ellos, oé, a por ellos, oé, a por ellos, oé, a por ellos, eoé”.

Se te entremezclan las ideas sobre si en un partido, en una selección y, de paso, en una guerra es más importante la táctica o el ardor guerrero individual. Piensas en este Salgado, que a lo mejor ni nació en España, como tampoco lo hizo Senna, que va para la figura de la selección pese a que se le nota un inconfundible acento brasileiro, con una mezcla entre los andares de Romario, con su cadera baja y su paso largo y seguro, y de Makelele, el añorado centrocampista negro del Real Madrid. Senna ocupó su demarcación en la selección, metro arriba o abajo.

Piensas en esa selección sin Raúl, sin generales, con hombres grises que avanzan en el frente de guerra, parece que con una acertada táctica y piensas una vez más si lo que importa es la brillantez individual o la organización. Al final del camino, va a tener razón el denostado Luis Aragonés.

Y vuelves a la hecatombe y a las etimologías y a Don Agustín. No puedes olvidar aquellas palabras que te aprendiera hace más de treinta años: hecaton, cien, y de ahí hectómetro, y tabién hecatombe, sacrificio de cien bueyes, una orgía de sangre, pero de ninguna manera una fiesta.

Para el soldado (a sueldo) Salgado aquello fue la hecatombe. Para defender a España y para defenderte a ti mismo, va a acabar siendo mas necesario el que coge el fusil, a lo mejor sin el certificado de estudios primarios, que el que, después de poner pros y contras en la balanza, acaba dejando el fusil en el armero alegando cualquier escrúpulo, cualquier remilgo, cualquier disculpa, cualquier objeción de conciencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y yo desde Unquera...