2008/10/30

CHUBASCOS

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El chubasco calará pero el lenguaje meteorológico ni pa la de tres.

Mira si es raro y atípico el chubasco que, proviniendo del portugués chuva, lluvia; y a su vez, chuva, chover, lluvia y demás familia, de pluvia, se escribe con B mientras que todas sus hermanas se visten con la V. Y no aciertas a ver el motivo de la B, que hoy dicen que se pronuncia como la V porque son el mismo fonema. Antiguamente aprendiste lo contrario, pero tú eres moderno para algunas cosas y te adaptas. En su día, al pueblo le habrá parecido que una lluvia tan intensa y repentina, no podía ser un susurrante chuVasco, sino un sonoro chuBasco.

Y luego está lo de las precipitaciones débiles o moderadas u ocasionalmente tormentosas.

En definitiva, y a lo que vas, que lleva el pueblo español cuarenta años con los hombres (y las mujeres) del tiempo, oyendo primero a Mariano y a Fernando Medina, más tarde a Paco Montes de Oca, a José Antonio Maldonado, o a Ana de Roque, o a Picazo, todos hablando de precipitaciones y chubascos, y el pueblo soberano que no acaba de entrar por las palabrejas. La gente, y tú con ella, necios todos, hablando como siempre se habló, de lluvia a secas o de chaparrones o de aguaceros o de tormentas, pero el chubasco y la precipitación son lluvias que no calan en el lenguaje llano. Somos tercos, y puestos a admitir, cogemos el chubasquero pero no queremos el chubasco

No, no, no nos moverán…de como siempre se habló del tiempo.

Aunque las conversaciones sobre el tiempo son propias de los ascensores o de urinarios, permitan tus lectores asta digresión sobre el tiempo, que si se le ocurre soltarla en uno de los lugares antedichos pensarán que es alguien que se escapó del loquero. Los amigos todo lo disculpan.

¿ES USTED SOLIDARIO?

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Pasó la hora de la siesta y estás ya medio preparado para la segunda parte de la jornada cuando pican a la puerta e incautamente abres porque sospechas que podía ser otra persona. Carpeta en mano, casi sin saludar, te preguntan que si eres solidario.

Mientras echas una ojeada a un formulario que ya se está desplegando en el que aciertas a ver el membrete azul de una ONG, alternando la mirada entre la carpeta y la abordante, respondes.

- Sí, claro que soy solidario. Y no creo que haya nadie que, preguntado así, diga que no es solidario.

Ya estás maquinando en esos fraudes de los que oyes hablar de vez en cuando y piensas si no estarás ante uno de ellos.

- Entonces ¿querría Vd. colaborar…?
- No.
- Entonces no es Vd. solidario.
- Le digo que sí soy solidario pero no indiscriminadamente con todas las causas.
- Es Vd. solidario con otras causas pero no con ésta.
- Efectivamente, así es.

Y fuese.

Y crees que hiciste bien, pero estuviste dando vueltas toda la tarde a la breve conversación.

En realidad, cuando no hay una razón siempre aparece una disculpa para no ser solidario.

2008/10/28

EL CAMBIO DE HORA

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Cuando eras joven te lo creías casi todo, inclusive que el cambio de hora dos veces al año suponía un ahorro importante de energía. Más tarde ya no se trababa del ahorro de energía, una miseria a corto plazo, sino que nada menos se estaba librando una tenaz batalla contra el cambio climático.

Igual te daba que cambiaran la hora que no, tú ibas a tu ritmo, los telediarios seguían comenzando a las tres y a las nueve; los turnos, cuando los hacías, a las seis, a las catorce y a las veintidós. Y en el cuerpo no notabas nada, ni frío ni calor. Y en el bolso tampoco. Si el Gobierno, los Gobiernos decían que el país ahorraba no sé cuanto, no lo cuestionabas.

Hoy te preguntas quién ahorra. Habría que hacer números, ver qué kilovatios consumieron las empresas (y administraciones y entes varios) y los particulares el miércoles anterior al cambio de hora y el miércoles posterior, y dices el miércoles, como podías hablar del jueves. Se trata solamente de buscar días equidistantes del cambio de hora y de luz solar parecida.

A falta de ese cálculo que no vas a acometer, hoy más bien te da la impresión de que si las empresas hipotéticamente ahorran algo por trasladar su actividad a horas de luz solar, lo gastan de más los particulares que trasladan su descanso a horas de luna, porque no van una hora antes para la cama y lo que por un lado se ahorra por el otro se consume. Un economista diría muy serio que en términos del producto interior bruto…

Total, pata.

2008/10/27

DUDONA (sobre el coro, para iniciados)

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Este blog lo leen los amigos del autor y cuatro más. Supones que les entretiene entrar de vez en cuando en esta página y averiguar si xxx (que cada uno te llama de una forma) escribió algo sobre yyy. Es evidente que como tienes varios grupos de lectores definidos, si escribes sobre una batallita que afecta a un grupo, los otros lectores la pasarán por alto hasta mejor ocasión.

También es sabido que en este blog hay más dudas que certezas, por eso se llama como se llama. Llevas dudando desde hace una semana si escribir y qué escribir que no te delate demasiado. Das vueltas y más vueltas a la tensión permanente (parece exagerado decir “eterna”) entre el interés y la razón, entre la fuerza y el derecho. ¡Cuántas veces el interés se disfrazó de razón! ¡Cuántas veces la fuerza se disfrazó de derecho!

Eres poco amigo de comulgar con ruedas de molino. Pero en cuantos escribes esto, te preguntas ¿hay alguien que acepte lisa y llanamente que comulga con ruedas de molino? No. Esa comunión está entre esas frases peyorativas que nadie se asigna a sí mismo sino a los demás, pero seguramente todo el mundo, en alguna u otra fase de su vida, o en alguna u otra faceta comulga con ruedas de molino. No muy alejada de esa idea, en bable existe la palabra “combayar”. Lo traduce con exactitud el Diccionario General de la Llingua Asturiana: hablar con cada cual del modo que más le agrade, sin pararse en contradicciones.

Te quedan pocas líneas y tienes que irte definiendo. El coro en el que llevas cantando cerca de diez años pasa por momentos críticos. Dicho suavemente, la Dirección del Colegio que os acogía no va a seguir apoyando este modelo. A lo mejor esta tenía que haber sido la primera frase de este artículo, pero como estamos en otoño la ocultas entre la hoja caída de los árboles.

En una organización jerarquizada no se cuestiona cada decisión. A este respecto siempre te llamó la atención la coletilla que numerosas sentencias de las antiguas Magistraturas de Trabajo y que copiaron los actuales Juzgados de lo Social al ventilar asuntos sobre la obediencia del trabajador “El trabajador no puede erigirse en definidor de sus propias obligaciones”, o lo que es lo mismo, que tenía que cumplir y luego reclamar, salvo que la orden afectara a la seguridad o a la dignidad.

Los coros nos son organizaciones tan jerarquizadas y caben las opiniones y hasta las discrepancias.

Nunca te gustó, y tus problemas te acarreó, comulgar con ruedas de molino (insistes) ni en lo que te decía la familia, ni en lo que decía la empresa, ni en lo que te decía cualquiera y tu peaje tuviste que pagar y pagas por esa rebeldía mental. Te sientes un desclasado en ocasiones. Siempre creíste, y crees, que la otra parte tiene que tener alguna razón. No te gusta la realidad en blanco y negro, te inclinas por lo gris. También es verdad que los grises no hacen avanzar la historia y que muchas veces es necesario un golpe de timón para que un barco coja el rumbo acertado (o conveniente, que no es lo mismo).

Y ahora te viene a la mente la palabra pusilámine y vas al diccionario: falto de ánimo y de valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes. Pero te siguen entrando las dudas porque te cuestionas si esas cosas grandes (o pequeñas) son justas.

Al final, de tu apoyo tampoco depende la supervivencia de la patria. Le diste vueltas varios días hasta que este domingo fuiste a Covadonga con parada en Cangas de Onís. En el mercadillo te tomaste un bollu preñáu (¡ay el chorizu que te pierde!) y acto seguido cayó un clarete del país. Mientras lo tomabas, decidiste que no mirarías con lupa de aumento las razones y que te quedarías, en este caso, con el interés. Al final la amistad es un interés legítimo y los amigos de tus últimos años son los de ese coro que peligra.

Después del vino fuiste a Covadonga y caíste en la cuenta de que el símbolo del Santuario, la cruz encima de la media luna, estaba tallado en piedra. Pensaste si cuando combatían moros y cristianos, cada integrante reflexionaba sobre la fortaleza intelectual de la cruz o la de la media luna, y te dices (no hace falta ir a Salamanca) que no, que cada uno combate del lado de donde cae.

Y en esta batalla caíste del lado del coro.

2008/10/20

LA CRISIS: UN GIGA DE AIRE

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Hará más de un mes te dijeron que si no escribías nada de la crisis y no escribiste nada, o a lo mejor algo de pasada que ya no recuerdas. En conversaciones de café, de cocina o de coche, mantenías que era una crisis psicológica, que de tanto hablar, algo acabaría habiendo. Además, tú eres un ciudadano obediente y si tu presidente dice que no hay crisis, no la hay.
Más tarde empiezas a oír a tu presidente que, de haber, será una crisis financiera, pero no económica y la idea te gusta más.
Quiso la casualidad que este fin de semana entregaran en Madrid a tu hija el diploma de un máster que hizo el curso pasado sobre mercados financieros internacionales o algo así, que tú no entiendes ni papa y ni recuerdas el nombre con precisión. Hiciste unos kilómetros hasta la Corte para acompañar al personal y, de paso, para oír un par de conferencias que en el marco del acto pronunciaban conocedores de las finanzas. El Jefe de Estudios del BBVA pintó un panorama mundial bastante gris a corto plazo y el responsable de mercados internacionales del Banco de Santander, en román más paladino vino a decir que los bancos tendrían que plegar velas y volver a su negocio tradicional de depósitos y préstamos y olvidarse de todos esos mercados intermedios que fueron engordando en todo el mundo, y que los matemáticos y físicos que contrataron todas esas entidades para inventar o maquillar la realidad con números actuariales, tendrían que buscar otra salida profesional.
Te enteras de que todos esos mercados son, poco más o poco menos, una pura lotería. Entonces enlazas con una de las pocas cosas que entendiste de la matemática moderna: los sucesos estocásticos, es decir, la pura suerte.
(Te dirán que entendiste lo que quisiste entender y que sólo te quedaste con tus ideas preconcebidas; puede ser, admites el tirón de orejas).
Tú como ya antes no lo entendías, todo eso de los mercados de futuros, te parecía que era paja. De hecho jamás invertiste un duro ni en swaps (seguramente no se puede invertir en swaps, así de grande es tu incultura financiera), ni en fórums filatélicos, ni en intangibles, y pasaste de titulizaciones, de ratings, de activos subyacentes, de mercados exóticos, del put-call, y de los tipos de interés forward.
Pasabas de largo como de los artículos de física cuántica, porque no los entendías, ahora comprendes que fue aire. Seguirás copiando de Santo Tomás, ver para creer.
Pese a que la mayor parte haya sido vacío, te dicen que algo habrá servido para mover la economía, que habrá tirado de la inversión y del empleo.
Repartidos por las meses había lápices de memoria con el rótulo del máster y te dijiste que qué bien, que allí estarían las conferencias y que en casa las repasarías con detalle. El lápiz estaba vacío, como el cascarón financiero.
En fin, pese a la bola de nieve, alguien prosperó estos años, que le haya ido bonito. Tú, al menos sacaste en limpio un giga de aire.

CABURNIU NO

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Asomas la patita y dices: estoy aquí. No obstante te preguntas si estás caburniu y te niegas. No, no estás caburniu, más que nada porque caburniu es un sustantivo.

Lo que estás es atareado, entre tanta mudanza, tanto cuadro de excell de quita y pon, y otras prosas de tu invención, pero volverás al Fontán, a la sidra y al picadillo y a que te dé esa ligera brisa debajo del soportal mientras ves charlar a la gente, mayormente sin prisa, ni tú ni ellos. Y en ese momento, mientras hojees La Nueva España o cualquier cosa, te acordarás de alguna batallita real o inventada.

Volverá el coro a la plena actividad después de este período de hibernación.

Seguirás recopilando y clasificando fotos antiguas de Fierros y su gente.

Recuperarás algún día la conexión a internet, cordón umbilical con el mundo y con la inspiración.

Mientras tanto te contentas con escuchar que tu madre anduvo a castañas y que a punto estuvo de coger una mojadura, si no fuera porque junto con otras andariegas se refugió en un caburniu.

- ¿Cómo dijiste?
- Caburniu o caburnu, un castaño güecu, como una cabana, donde te refugias cuando llueve (y casi se muere de risa).
- Vaya, mamá, está aquí ahora Julio Concepción (y vuelta a reír).

Según te lo estaba diciendo, tú lo asociaste más bien a “cueva”, a oquedad, pero vete a saber.

Nada más colgar, vas al diccionario de asturiano y ves que significa “tuero”, pero no llegas a averiguar la etimología. No encuentras nada parecido en castellano, y tampoco en latín, ni por cab- ni por cap-. ¿Será lo cabero, la parte inferior?

En fin, esperas que algún lector más ilustrado te pueda sacar de dudas y colgar aquí mismo sugerencias o teorías.

Entretanto, te niegas a estar caburniu, hueco pero no te acostumbres, que la pluma, de no usarla, se entumece y corre el riesgo de acabar seca.

2008/10/11

FARSAS

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Es conocido el manido pero ingenioso ejemplo de los consultores cuando contraponen a dos canteros que nunca existieron, pero a quienes preguntan qué están haciendo y uno de ellos responde que está labrando unas piedras y el otro, contesta que está colaborando en la construcción de la catedral de… y aquí ponen la catedral del lugar. ¡Viva Cartagena!

Algunos días es duro el trabajo. Incluso dicen que la palabra trabajo proviene de tripalium, un instrumento de tortura. Prefieres, no obstante, tener un día difícil en el que hablas con clientes o con proveedores, aunque sea uno de esos en los que te toca decir que no, que no va a poder ser lo que te piden, pero tratas de cuestiones prácticas, resuelves (o capeas) problemas reales. Por suerte hace tiempo que no te llaman a un curso de relaciones interpersonales, ni soltar ocurrencias para el rotafolios, tampoco tienes que rellenar DAFOs, ni amenazas, ni debilidades, ni fortalezas, ni oportunidades, ni nada de la inteligencia emocional, ni del espíritu asertivo, y otras naderías que sirven solamente para dar inútil trabajo a consultores que nadie demanda. Peste de consultores, peste de consultoras, que agotarán las ideas cuando consigan engatusar a las direcciones y conseguir el empleo fijo (que dicen denostar) en la empresa consultorizada/jibarizada. Pero no tendrás más remedio que reírles las gracias cuando a no tardar te visiten. Por suerte, debido a la crisis que no existe se van a recortar algunos gastos de este capítulo.

Pero no era este el asunto del que hoy tenías pensado escribir. Algunos días te toca aplicar la letra pequeña. Sí, aquello fue gordo, los perjuicios fueron grandes, debido a esa avería muchos clientes tuvieron que pagar facturas de taxis de diez, de cuarenta o de setenta euros. Y no, y veremos, y seguramente no, y está difícil, y las normas no lo prevén, y hay unos topes, y sí lo entiendo…

Por la noche abres a voleo un librito de Dieter Hart rescatado del trastero tras la reciente mudanza. El opúsculo lleva por título “La jurisprudencia sobre las condiciones generales del contrato”. Abres por la página 133 y lees: “La tendencia jurisprudencial que hemos descrito despierta en el ciudadano la ilusión de que existe una autoridad capaz de garantizar la tutela del consumidor, una autoridad a la que pueda confiar la protección de sus intereses personales. Pero, como es sabido, el instrumental con que cuenta la justicia se reduce a la sentencia, eficaz únicamente inter partes, debiendo limitarse aquella a confiar en la buena voluntad de los que establecen las condiciones generales del contrato, en cuanto se refiere a la futura sujeción o respeto de los criterios o valores emanados de la jurisprudencia en su función de aplicación y desarrollo del Derecho.

No existe ningún tipo de sanción; la jurisprudencia se encuentra capacitada, en cada caso concreto, para dictar sentencias que corrijan las consecuencias exorbitantes de la contratación en masa, pero no hay posibilidad de utilizar la jurisprudencia sobre condiciones generales de contratación de manera más generalizada. El riesgo de un juicio es relativa escaso y parece que puede ser excluido totalmente. De otro lado, las empresas que ocupan una posición preeminente en el mercado continúan persiguiendo sus objetivos, plasmados en las condiciones generales de contratación y a pesar de las sentencias desfavorables, modificando algunas cláusulas.

Así, pues, las observaciones anteriores permiten concluir que, como consecuencia de la escasa influencia estructural del sistema judicial, en el sector analizado prevalece el interés de las empresas por la tutela del consumidor, aun cuando, en apariencia, ocurra lo contrario”.


Hoy te tocó refugiarte (re-fugire, re-huir) detrás de las condiciones generales del contrato.

2008/10/06

A FIGOS (UNA MEDITACIÓN SOBRE LA JUSTICIA)

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Octubre es época de figos. Hará un año publicaste un comentario con este mismo título. Ahora mismo no recuerdas de de qué iba, tampoco lo vas a mirar. Vete a saber qué te habrá sugerido la recogida de figos el año pasado y lo que se te ocurrirá en sucesivas semanas, porque durante varios domingos darás buena cuenta de un par de figares de tus suegros.
Hoy mientras cogías unos cuantos pensaste en la justicia, en particular en una de sus manifestaciones más evidentes, en la igualdad. Justicia es igualdad, pero a lo mejor igualdad no es justicia. Hay quien dice que justicia es tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales. Estos elevados pensamientos te vienen a la mente mientras recoges figos. En la recogida de figos también hay objetivos, concretamente hacerte con dos bolsadas, de bolsas de Alimerka o de Carrefour, del Más y Más o de la carnicería de Piluchu, que en esos no distingues, coges las dos que encuentres más a mano. Ese es el objetivo, coger dos bolsadas de figos, una para ti y otra para tu hermana, y se los cambiarás por castañas, porque en época de crisis vuelve la economía del trueque.
Y con las dos bolsas te diriges al prau donde esperan las figares y empiezas, coge, mete, tira de la rama, coge, esti sí, esti ye demasiao pequenu, estos dos qué buenos son, esti no, aquel ta un poco altu, esti tan buenu cayote al suelu, hacía falta coger un gavitu, bueno no, seguramente tendré bastantes con los que alcance desde el suelu, esti ye muy pequenu pero está mauru, la primera bolsa está casi llena, y te alejas para tener perspectiva porque empezaste a coger como un descosíu llevándolos dafechu, y aquellos de más arriba qué buenos tán, bueno, habrá que dejar algún pa los páxaros, igual que tu madre deja las ablanas del sucu pa los ratones, porque si se fartucan de ablanas dejarán en paz las patatas. Y ya está llena la primera bolsa. Y empiezas con la segunda.
Buen momento para coger perspectiva y alejarte un poco, que los árboles no te dejan ver el bosque y eso que no hay bosque: son solamente dos figares, pero conviene alejarse. Es entonces cuando piensas en la justicia y en la igualdad, y cuando ves las figares a cinco metros te das cuenta de que cogiste muchos figos pequeños y poco maduros y podías haber cogido otros mayores y más pasados. Si en vez de ser más avaro hubieras sido riguroso, y te hubieras tomado un tiempo, te podrías haber hecho una idea del tamaño de los figos para ver a partir de qué diámetro y tersura podías recoger. Ahora corres el riesgo cierto de dejar en el árbol frutos de mayor tamaño y madurez que otros que habrás metido en las bolsas de Carrefour, porque finalmente fueron bolsas azules de Carrefour.
Y piensas qué otras decisiones habrás tomado o tomarás en la vida sin perder tiempo en coger la necesaria perspectiva, a qué casos iguales habrás aplicado resoluciones desiguales y a qué casos desiguales, decisiones idénticas; y piensas en tus amigos profesores que ante similar examen en un caso le habrán dado el visto bueno y en otro habrán puesto el pulgar a tierra; y por qué a este señor se le concede un crédito y a este no; y a qué proveedores se les habrá adjudicado/rechazado un contrato ante idénticas premisas; y por qué se habrá decidido retrasar un tren y no otro; y por qué hay presupuesto para operar a este paciente y no a este otro; y por qué ante idénticas consumiciones y similar atención unas veces dejas propina y otras no; y por qué este empujón es penalty y aquél no; y, peor aún, piensas en las guerras o en situaciones de violencia extrema en las que ante idénticos casos, se decide ejecutar a quien no tocaba, y aquí, te rebelas contra las palabras, contra las ideas y contra las ocurrencias, porque ¿cómo puede tocar ejecutar a alguien?.
Los figos, un juego de rol.

2008/10/02

HACIA UN NUEVO CONCEPTO DEL SERVICIO PÚBLICO (UNA DE TRENES DE VÍA ESTRECHA)

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Realizas una pequeña introducción para no iniciados diciendo que los últimos datos estadísticos hablan de los doscientos veinte mil habitantes de Oviedo y los cerca de trescientos mil de Gijón, que Oviedo y Gijón hace un año estaban comunicadas por dos autovías, por la antigua carretera nacional 630 (ahora AS 18) y por una línea de ferrocarril, la de Renfe de toda la vida, que ahora ya no es de Renfe, pero olvidémonos de tecnicismos, que a veces oscurecen el mensaje.
Oviedo y Gijón distan entre sí treinta kilómetros, tanto por carretera como por ferrocarril.
Entre Oviedo y Gijón hay pueblos y aldeas, como en cualquier parte.
Entre Oviedo y Gijón, Renfe tiene un servicio de trenes de Cercanías. Un día cualquiera de Oviedo salen hacia Gijón 34 trenes con paradas y tardan treinta y cinco minutos y ese mismo miércoles, parten de Oviedo hacia Gijón cuatro sin paradas o con muy pocas y tardan 27 minutos, es decir, el porcentaje de trenes sin paradas es de un diez por ciento entre Oviedo y Gijón. La concesión de transportes por carretera está adjudicada desde tiempo inmemorial a ALSA, que mueve autobuses cada diez minutos sin paradas por la autopista, y cada media hora con paradas por la carretera vieja, es decir, un setenta y cinco por ciento sin paradas, siempre redondeando.
FEVE nunca realizó el servicio Gijón-Oviedo. Hace unos meses FEVE culminó una modificación en sus vías de El Berrón, a medio camino entre Gijón y Oviedo (para un ferroviario como tú esta descripción suena a infantil pero esto no va dedicado solamente a los lectores ferroviarios) e hizo posibles los trenes directos, sin maniobras, entre las dos grandes ciudades asturianas.
FEVE, rompiendo con la estructura histórica de sus horarios, basados desde el siglo XIX en trenes con paradas en todas las estaciones, acaba de implantar dieciséis trenes directos diarios Gijón-Oviedo y otros tantos Oviedo-Gijón.
Hablas con ferroviarios de FEVE y desconfían de sus propias capacidades (muchas veces no hay término medio entre la fanfarronería y la caguitis) que temen que aquello vaya a ser un desastre, que los trenes quedarán espatarrados cada dos por tres, eso si no andan por los praos, tal y como ellos ven la infraestructura y el material.
Tú, sin embargo, sientes envidia de que se hayan atrevido a implantar esos nuevos horarios, aunque tengan que soportar las iniciales críticas de esos usuarios que siempre salen perdiendo en cualquier cambio y de la oposición política de aquellos pueblos que antes tenían paradas y ahora no tienen tantas. Por si no quedara claro, concretas que no es que tuvieran antes trenes con paradas y ahora quedan sin ellas, sino que lo que se hizo es crear nuevos servicios, pero como no hay vehículos para todo, hubo que eliminarlos de otras rutas para crear esta nueva.
No te cabe duda de que a final el servicio público irá por ahí. No se trata de que haya que quitar los trenes y no dejar nada. Lo que no tiene sentido es que en determinados trayectos se ponga en movimiento un vehículo de doscientas toneladas y capacidad para cuatrocientas personas, y lleve cinco o quince viajeros. Para estos casos defiendes microbuses, a cargo si es preciso de la misma compañía que tiene la concesión ferroviaria. Aplaudes las palabras de un directivo ya fallecido que decía que la misión de los trenes de viajeros no era transportar hierro, sino personas.
Los profesionales de la vía estrecha superarán por amor propio las dificultades iniciales y el proyecto saldrá adelante.
Al tiempo.

DESDE LA ALDEA CON EL CO2

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Cada dos por tres sorprendes a tu madre con un par de bombillas aflojadas en la lámpara de cuatro brazos de la humilde cocina/salita de la aldea. Igual da que semana tras semana le digas que dos bombillucas más no gastan nada y que no merece la pena que consuma la vista. Ella te deja sin argumentos cuanto replica que no es por ahorrar, que es para que el dispendio de luz no atraiga a las moscas.
Tú no se lo crees, a ti te parece que en realidad es por la economía de guerra que los pensionistas mantienen hasta el fin de sus días..
Ahora lees en la prensa (http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008100100_31_680748__Oviedo-medialocal) que el Ayuntamiento de Oviedo, que inundó la ciudad de farolas de tipo “Bailén”, a partir de ya va a realizar un “apagado selectivo”, que consiste en dejar encendidos dos o tres brazos en las farolas de cinco, y una o dos en las farolas de tres. Dice la noticia propagandístico-informativa del Ayuntamiento que se trata de obtener un ahorro de un montón de euros, además de una considerable reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera. Te parece que al Ayuntamiento le importan bastante poco el largo plazo de las emisiones de CO2 a la atmósfera, y que más bien está preocupado por el corto plazo de los euros que no hay.
Te preguntas si cuando tu madre afloja las bombillas no estará guiada por el mismo criterio que el Ayuntamiento de Oviedo, sólo que ella no tiene un gabinete de prensa que hable de CO2 ni de farolas y otros faroles. Nunca le oíste manifestar una preocupación por cuestiones tales, pero a lo mejor tenéis pendiente una conversación sobre el cambio climático.
¡Ay, la ecología disfrazada de economía! (¿o es la economía disfrazada de ecología?).
Te parece que tu madre lo tiene más claro, aunque la cocina esté a oscuras por las moscas o por si las moscas.