Salís de Oviedo a las ocho y media de la mañana tu hermana y tú y vuestros respectivos/as, camino del Puerto de Pajares hasta llegar a La Robla. A partir de aquí seguís una ruta al Este, paralela a la línea de FEVE que lleva a Bilbao. Cuando dejas La Robla ves qué enorme es la cementera vista por el otro lado. Pasas de largo por Boñar (sin tiempo para comprobar “dos cosas tiene Boñar, que no las tiene León, el maragato en la torre y en la plaza el Negrillón”), café en Cistierna con un churro regalo de la casa, Puente Almuey y embocando al sur, en una ruta paralela al río Cea, hacéis una primera parada en Carrizal de Almansa.
Preguntáis por el primer Albalá que teníais en la lista y lo encuentras en el interior de la iglesia, subido en un andamio y picando la cal para volver a dejar desnuda la piedra que hace
siglos se cubrió por las acometidas de la peste. Por allí está también una Albalá Oveja, casualmente con los mismos apellidos de tu abuelo, con la que no encontraste todavía el antecesor común.
Sigues hasta Villaverde de Arcayos en busca de Conso Albalá y su marido Emigdio, por recomendación de Victoria Albalá (otra buscadora de árboles genealógicos). Fueron emigrantes en Bilbao y después en Madrid, siguiendo ahora la senda de las hijas, pero deseosos siempre de volver al pueblo, en donde la gente tiene nombre y apellidos, no como en la capital, que muere alguien en el portal y no te enteras. Os abrieron la casa de par en par y tomaste una riquísima cocada del panadero comarcal. Gente encantadora.
El tiempo se echó encima porque no ibas tú a contar tus batallitas y cortar al interlocutor con las suyas. Das por bueno no haber tenido tiempo para otras paradas intermedias, ni en Villamartín de Don Sancho, ni en Castroañe, ni en Sahelices.
Directos a San Pedro de Dueñas, al lado de Sahagún, en donde era la fiesta del pueb
lo y oficiaba la misa Gaspar, Don Gaspar, que es también el párroco de Calzada del Coto, destino final de la excursión. Teniendo en cuenta que os iba a abrir los libros de los registros parroquiales para el árbol genealógico buscado, qué menos que llegar para la procesión por las calles del pueblo, con trompetas y tambores.
Después de comer en Sahagún os dirigís, ya al grano, a la sacristía de la iglesia de San Esteban de Calzada del Coto y ya es casualidad que el primer libro que cogéis, lo abres por el veinticinco de octubre de mil novecientos tres y ahí está el acta de bautismo de tu abuela Daría.
Acopiaste buena información de cien años a partir de 1820 y no seguiste porque no te va a dar tiempo a procesarla en varios meses, y así tienes una buena razón para volver a en
contrar Ajenjos, Rojos, Carbajales, Corrales, Herreros, Alonsos, Calzadillas, Andreses, Ovalles, Pablos, Nicolases, Encinas, Leras, Sanmartines, Santos, Valdeones, Barreales, Frechillas, del Cantos, Guerras, Marañas.
Al ver la puerta de la iglesia abierta, fuera de hora, acudió rápidamente Pepe, un Carbajal contemooráneo de tu padre ("Naranjo" entonces, por lo pelirrojo) y que os contó u
n cambio que, de niños hicieron de una navaja más grande por otra más pequeña. La iglesia no estaba sola porque sentado en un banco meditaba un cura polaco, peregrino, que pidió permiso para decir misa, una vez mostradas las credenciales previstas en el Derecho Canónico.
Te enteras de que debajo del romanticismo de las cigüeñas, los gastos de reparación de la espadaña socavan el presupuesto eclesial, hasta el punto de que decidieron habilitar un poste metálico con un soporte para que asentaran allí su propio nido.
Visitiáis a la familia de Calzada, a Maxi, Mariano, Isaac y Daría, primos de tu padre, y otros parientes y ya es noticia que os juntéis sin que sea para un entierro. Imposible m
archar sin pasar por la bodega, en donde disteis cuenta de embutidos y buen vino hasta las once de la noche. Os ofrecieron cama, que rechazasteis sin saber por qué, porque ningún compromiso teníais en Oviedo para la mañana siguiente. Os perdisteis un amanecer en Calzada. Otra vez será.
¿Quién da más?