2008/06/02

LACATUS VUELVE AL CARLOS TARTIERE

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Hacía años que no ibas a ver al Real Oviedo pero este domingo el Oviedo jugaba el partido de vuelta de una eliminatoria previa para subir…a Segunda B. En el partido de ida el Oviedo había perdido 4-1 y tendría que ganar 3-0 para pasar.

Este viernes ibas a llamar a tu hija por teléfono por si se animaba a ir al fútbol. Ibas a, pero no llegaste a llamar. A veces la telepatía existe. Llama tu hija. Como es lógico en cualquier familia honrada, el teléfono lo coge tu mujer. Le ibas a decir que cuando terminara te pasara el teléfono, pero nuevamente se te anticiparon. Tu hija quería que te pusieras.

- Papi, ¿vienes al fútbol el domingo?

No hubo más que hablar. Irías al ver al Oviedo y eso que eres más bien sportinguista desde que, de niño, a tu pueblo llegaba la Hoja del Lunes de Gijón y no la de Oviedo, además de que tu padre, de soltero, había vivido en La Algodonera, antes de que se llamara La Calzada. El sábado el Sporting te dio una alegría al remontar un partido que estaba perdiendo. Como la Real Sociedad no pasó del empate, y este domingo, el Málaga hizo lo propio, el equipo gijonés encara los dos últimos partidos en posición muy favorable para subir a Primera.

Vas al nuevo Carlos Tartiere con esperanza porque el Oviedo es más equipo que el Caravaca y supones que el factor campo puede ser decisivo.

Aunque el campo es otro te sitúas aproximadamente en la misma posición en la que te colocabas cuando fuiste socio infantil del Oviedo, lo que no era incompatible con tus preferencias sportinguistas en caso de enfrentamiento entre ambos, salvo que la victoria fuera más básica para el Oviedo, lo cual te deja en muy mal lugar como forofo, pero lo tuyo es dudar, dudar dudando caminos, caminos sobre el dudar.

Animas al Oviedo, coreas las consignas de la afición, no todas, no cuando calientan el ambiente con “puta Sporting”; no cuando aullan “uh, uh, uh” al negro del Caravaca que se acerca a la banda; no cuando con un micrófono casero un forofo grita al reserva de botas rojas que está calentando “el de las botas rojas, no vales ni para reserva, tu madre es una puta”; no cuando sin ton ni son mientan a la madre de la linier o del árbitro o del futbolista murciano que casualmente pasa por allí.

Te preguntas si el aficionado que se pasa el partido de espaldas al campo animando a la afición, pagará la entrada o se la pagará el equipo para que caliente los ánimos. Te preguntas sobre la sustancia del fútbol y de la vida y sobre las apariencias a raíz de unos párrafos de Azorín que estuviste releyendo.

“La sustancia es única y eterna. Los fenómenos son la única manifestación de la sustancia. Los fenómenos son mis sensaciones. Y mis sensaciones, limitadas por los sentidos, son tan falaces y contingentes como los mismos sentidos. La sensación crea la conciencia. No hay más realidad que la imagen, ni más vida que la conciencia. No importa –con tal de que sea intensa- que la realidad interna no acople con la externa. El error y la verdad son indiferentes. La imagen lo es todo. Y así es más cuerdo el más loco”.

Y mientras saltan los jugadores al campo piensas si las sensaciones, la animación, la moral, los deseos de ganar pueden realmente aumentar el empuje y hasta el acierto y, en definitiva, influir en un resultado, que es un pequeño mundo.

Y mientras tanto, el Oviedo metió el uno cero, de penalti, te pilló en la portería contraria, no lo viste nada claro, te pareció que el jugador del Oviedo sobre el que lo cometieron estaba retrocediendo dentro del área, pero sería.

Y metió el dos cero. Creíste ver una indecisión defensiva, un robo de balón dentro del área o muy cerca. Y caes en la cuenta de lo difícil que sería a los cronistas deportivos antiguos valorar y puntuar sin moviola la actuación de cada jugador, si en el campo de fútbol en directo, a veces prestas más atención a las pipas que a la táctica de los equipos.

Y en el descanso te enteras de que eres uno de los 23.915 espectadores que acudieron esperanzados en un final feliz.

Y llegó el tres cero.

Pero ahí estaba el nuevo Lacatus. Lacatus fue un internacional rumano del Oviedo que sobre el año 92, en una eliminatoria con el Génova, cuando en Oviedo habían ganado uno cero, en el partido de vuelta se autoexpulsó por una chuminada, por una niñería, y el Oviedo perdió la eliminatoria. Lo mismo que aquí y ahora. Curro, el nuevo Lacatus, no sabes muy bien lo que hizo, si se pasó con la celebración del gol, si perdió tiempo, si se quitó la camiseta, si dijo alguna necedad, el caso es que metió el tres cero y acto seguido fue expulsado. Tenía una tarjeta amarilla. El Murcia marcó y habrá que esperar otro año más por lo menos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nada que añadir. La referencia a Azorín te hace ganar la Matrícula de Honor. Algunas de las vistas de los vídeos de YouTube se hicieron en Inglaterra. Desde donde preguntaron si en este partido no lanzábamos cabezas de cerdo al campo... A veces llegan las noticias que llegan...