2008/04/26

EFECTOS DIATROGÉNICOS

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Intentarás ordenar las ideas, aunque mucho te temes que no lo vas a lograr porque se te amontonan por momentos: las encuestas, los blogs, tabular, Camilo José Cela, el próximo encuentro de los antiguos seminaristas, los huevos de toro (las criadillas) de Moreda, los árboles genealógicos varios, en general asuntos que no dan un duro, pero sí muchas satisfacciones.

Merece la pena leer a Camilo José Cela, por ejemplo, sus obras completas sin ir más allá, y por concretar, el tomo 9 “Glosa del mundo en torno”. No te cabe la menor duda de que si Cela viviera hoy publicaría un blog. En esos sueltos que va sacando a la luz, lo mismo te habla de la Nochebuena, que te ensalza la racial actuación de Gonzalvo III con la selección española.

Piensas si reservar algún punto de los anteriores para otro día, por si te falta la inspiración, pero en cualquier momento salta la liebre y algo caerá si sigues leyendo la prensa u observando por la calle o simplemente viviendo.

Vas a tener que ir empezando ya por que si tantas ideas tienes y te enrollas con estas digresiones, te va a salir una cosa larguísima e indigerible, y si la firmara algún escritor de renombre, la seguirían hasta el final, pero tú no eres nadie y si escribes más de cuatro párrafos, el personal pincha avance página a ver en qué queda la cosa. Al grano, o a los granos, que en este caso son varios.

Lees en la prensa regional que la información alarmista sobre drogas puede incitar al consumo, según declara Grigori Burkhart, responsable del Área de Prevención del Orbservatorio Europeo para las drogas, que anda estos días de excursión (o de congreso, no sabes bien) por Oviedo. En la letra pequeña lees que “la sola información puede tener efectos diatrogénicos si sólo se refiere al consumo y sus efectos y lo hace de manera alarmista, puede producir curiosidad y aumentar el consumo en jóvenes que quizá ni habían pensado en ello”. Quedas pasmado con esos diatrogénicos. Menos mal que entre paréntesis pone “negativos”. Pasmas una vez más porque, por supuesto, el diccionario no lo recoge. Si vas a google aparecen cinco referencias, pero si escribes diatrogenic en inglés verás treinta y cuatro. Ruegas que algún lector de este blog tenga la gallardía de reconocer que cuando se ponga de moda este palabro, “diatrogénico”, reconozca que, como titular, la leyó en este blog por primera vez.

Podrías traducir diatrogénico por disuasorio porque fue leer esa palabra y disuadirte de continuar leyendo, así que no sabes en qué quedarte con eso de la información sobre las drogas.

Todavía quedaste más pasmado hoy cuando, en horas de trabajo recibiste una encuesta sobre la información impresa existente en las estaciones y resulta que Oviedo, con diez mil viajeros, recibe un 5,4 y Tudela Veguín o Nubledo (alguien dirá que dónde están estos pueblos) merezca una puntuación similar. Buena pregunta para la que no tienes respuesta, salvo que cuando se plantean las preguntas de determinada manera, las respuestas tienen que ser esas (¿de qué color es el caballo blanco de Santiago?). Tienes esa encuesta en la mente, cuando recibes un correo de un compañero que te dirá que hará todo lo posible por estar en el encuentro de seminaristas del 17 de mayo en Covadonga. Le dices que en la columna de sí o no, le vas a anotar con un 85,56 % de posibilidades porque tampoco crees que otras encuestas que se publican sean más fiables. Te ríes mentalmente de las encuestas y de las tabulaciones y piensas si tendrán algo que ver con las estabulaciones, pero no, tabular vendrá de tablas, y estabular, de establo, y éste de estar quieto o permanecer, pero al final tabular y estabular tienen cierto parecido y no te refieres solamente al sonido.

Hablando de estabular, llaman muchas veces a casa para hacer encuestas y normalmente pasas, pero hoy te pillaron para la mano y te dijeron que iban a ser diez o doce minutos, que no te creíste, pero aceptaste porque te dio pena del contratado temporal que tenías al otro lado del teléfono. La encuesta, si recuerdas bien, era sobre la televisión y la publicidad. El problema es que el examen era de tipo test. Si fuera de desarrollo, les dirías que según llegas a casa, a la hora que sea pones la tele en la Primera, que vas al teletexto, páginas 102 (Nacional) 120 (Internacional) 136 (Deportes), que a los cinco minutos la apagas, o la dejas encendida metiendo ruido pero sin mirar para ella; que ves el Telediario de la noche si estás en casa pero sólo si coincide que vas a comer un poco de fruta en la bandeja; que ves algún partido; que no te pierdes Cámara Café (Bernardo, la Cañi, Cerezuela, ay la Cerezuela…), que a veces te quedas en la publicidad si no aprovechas par ir al WC o a moler café; que los documentarles es posible que estén muy bien pero no los ves. Valoras la publicidad como un mal necesario, sabes que influye en tus decisiones, aunque procures pasar de ella y fijarte solamente en su aspecto informativo. Esa es la tele que ves. De lo que contestaste, debidamente tabulado, vete a saber qué conclusiones sacarán. Quedaste tabulado y estabulado, a lo mejor por los efectos diatrogénicos de la tele.

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