2007/08/20

¿SERÍA UN HAPPENING O UNA PERFORMANCE?

Tienes amontonados (¿o amontonada? suenan mal los dos) una buena pila de artículos, normalmente jurídicos, que vas bajando de internet y que lees en los ratos muertos. Hoy, después de dormir la siesta, cogiste el primero del montón, que resultó ser “Alcance y límites de la libertad de expresión forense”. En definitiva, trata de si en el ejercicio del derecho de defensa, a los abogados se les deja formular críticas que no les están permitidas al resto de ciudadanos, al igual que ocurre con los representantes sindicales en el ejercicio de su derecho o con los políticos en el suyo.
Cita un caso. En un momento de un juicio un letrado afirmó que “en la sentencia recurrida había falsedades y barbaridades”. Fue llamado al orden y persistió en su actitud. Fue sancionado y después de demandas y recursos, el Tribunal Constitucional le dio la razón.
Simplemente quedas pasmado. Cuanto más lees, más se te oscurecen las ideas. Ves que no se sigue el aforismo latino: in claris non fit interpretatio (no se hagan interpretaciones de lo que está claro).
Cambias de tercio y coges LA PESTE, de Camus, que de momento cuenta las vicisitudes de Orán, una ciudad sitiada precisamente por la peste, en donde la gente va cayendo como moscas.
Aunque por la ventana ves que orbaya, sales a dar una vuelta porque ya estuvo bien de leer y estar en casa.
Hasta dentro de media hora no cierra la exposición de fotografías “Todos somos diferentes” en el Café Español, junto al Ayuntamiento. No es nada nuevo porque se trata de fotografías similares a otras, tantas veces vistas, sobre las calamidades que suelen ocurrir a gentes de otras razas: niños con moscas, leprosos, hambrientos, descalzos. Según entras, ves en el interior a un mozalbete (si la narración fuera oral dirías “chaval”, pero por escrito prefieres “mozalbete”) muy delgado, de cara alargada, rubio, sentado en el suelo frente a la puerta principal y recostado sobre una columna. Miras un poco de soslayo porque te parece el hijo de unos conocidos, pero no es. Comienzas por los paneles de la derecha, y de vez en cuanto, giras la cabeza para comprobar si el chico sigue en el suelo. Sigue. Te entran dudas de si se será un montaje, como una prueba para comprobar la sensibilidad real de la gente.
No te concentras. Pasas de largo por alguna fotografía porque estás mas pendiente del chico del suelo que de la exposición. Mientras estás mirando una foto cualquiera te aborda un varón algo mas joven que tú, y más delgado, con barba de unos cuantos días, ojos extraviados, y te pide algo. Le dices que sí, sin pensarlo, aunque a ese mismo en calle casi seguro que le dirías que no. Abres la cartera y le das cincuenta céntimos.
Arrecian las dudas y vuelves a pensar si será un montaje aunque te parece que si lo es, este pobre hombre disimula muy bien.
Abrevias y ves las últimas fotos, casi sin detenerte. El mozalbete sigue en el suelo, en la misma postura que cuando entraste: sentado sobre una pierna doblada, y estirada la otra. No te aguantes y le preguntas disimuladamente a las dos azafatas si aquello es un montaje. Te dicen que no.
Pues jurarías que sí.

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