2007/08/02

LECTURAS DE VACACIONES. PRIMERA PARTE (UNA SEMANA MUY NEGRA, de Pedro de Silva)

Llevas tres libros para las vacaciones mexicanas: “Una semana muy negra”, de Pedro de Silva; “El hereje”, de Miguel Delibes; y “Las intermitencias de la muerte”, de José Saramago, prestada la de Delibes y regalos las otras dos.

Para el orden de lectura te riges únicamente por el peso, criterio bien poco literario por cierto, pero que tiene su explicación: comienzas por el de trescientas y pico páginas, que es el de Pedro de Silva; como segundo elegirás el de Delibes, de cerca de quinientas, y como tercero el de Saramago, de doscientas y pico. No quieres dejar el más gordo para el final, no vaya a suceder que no te dé tiempo de terminarlo y, luego, a saber cuando vuelves a encontrar un hueco entre internet y otros vicios.

Comienzas con Pedro de Silva. Sientes una conocida admiración por los articulillos breves del autor, que él llama billetes. Sabida tu devoción por sus breves sueltos diarios, unos Reyes te trajeron una de sus novelas. Habías leído en tu juventud un ensayo suyo, El Regionalismo Asturiano, publicado en 1976, cuando el autor tenía treinta años. De paso que consultas la fecha, aprovechas la ocasión para releer algunos párrafos.

Esta es tu primer acercamiento a su literatura larga. Es una novela de intriga, género por el que no sientes una especial predilección. Gira en torno a la Semana Negra de Gijón, encuentro literario-festivo-mediático-político que se viene celebrando desde hace veinte años y que no mueve una paja sin el concurso de Pablo Ignacio Taibo, escritor astur-mexicano. Taibo escribe con frecuencia en La Voz de Asturias. Tratas de meterle el diente a sus artículos pero lo encuentras tan sectario que no crees haber terminado de leer ninguno. No obstante lo sigues intentando.

Malamente disimulados, y con otros nombres, aparecen en la novela personajes perfectamente reconocibles de la política asturiana, por ejemplo el presidente Areces, del mismo partido que Pedro de Silva. En la obra Areces es Vecilla.

“Al salir Vecilla se ofreció a acompañar hasta el hotel a Darío, que parecía algo mareado. En cambio, el orangután estaba bien, se le cabía pasado el cabreo y le veía divertido…Dijo que le recordaba al Congreso de Perlora, cuando le echaron del Partido Comunista”.

No te mueves en el círculo de Areces y no sabes si en la intimidad le llaman el orangután, pero te extraña.

Destacas algún otro párrafo, por ejemplo sobre los líderes y los asesinatos políticos, que quedarían mejor en uno de sus billetes.

“El líder es un hombre que reúne las energías de una masa de hombres, para hacer algo que sea posible y querido por éstos. Pero hay un momento en que le tienta el heroísmo. Piensa que puede ir más lejos de lo que la masa miserable quiere, que puede meterse en sus sueños, y hacerlos realidad. En ese momento ya se ha puesto en manos del destino, que es otra entidad muy distinta. Los sueños de la masa, que a ratos los quiere y a ratos los teme. El coro griego. Entonces empieza a ser providencia, y, a la vez, a sobrar. Cuando más le quieren y le admiran, más le ven como un entrometido, alguien que se mete en sus fantasías y se las quiere quitar para hacerlas reales. Quién le mate, casi es lo de menos”.

Cumpliste con la cortesía de leer el libro regalado, pero de Pedro de Silva te quedas con las píldoras.

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