Te lo montas para ir a ver el partido de la Copa de Europa (te cuesta decir la Champions) del Real Madrid a un sitio donde sirven un zumo de manzana en unas botellas verdes. Apesta a tabaco pero te empecinas en ir precisamente ahí y eso que no muy lejos tendrás otros establecimientos en donde el ambiente no esté tan cargado. No eches la culpa al Gobierno.
De todo el partido te quedas con un detalle de Raúl, y no precisamente el gol que marcó a los dos minutos, un gol de los suyos, de estar ahí siguiendo la jugada y chutar con precisión.
El Madrid está ganando 3-2. Las pasó canutas, y eso que jugó casi todo el partido con un jugador más por expulsión de un contrario a los doce minutos.
Quedan tres minutos. El entrenador decide sustituir a Raúl, supones que con el viejo truco de perder tiempo, pero Raúl no está mentalizado para eso. Raúl no solo quiere ganar, sino meter o que su equipo meta más goles. Tu admirado Quini también era un goleador, pero le recuerdas en una final de la Recopa con el Barça, cuando quedaba un minuto e iban ganando, cómo caracoleó en el córner durante ese minuto sin que el contrario le quitara la pelota. Raúl no. En cuanto vio el cartel del 7 se quitó el brazalete de capitán, se lo colocó sin demora a Guti, tan distinto a él, para que el juego siguiera y salió corriendo del terreno de juego. Cualquier otro habría salido con el típico andar cansino para perder unos inútiles segundos que el árbitro puede y debería prorrogar.
Todo el mundo estaba suspirando por el final, pero a Raúl no nació para perder el tiempo. En cuanto se fue, Casillas, el portero del Madrid, realizó una parada extraordinaria que pudo suponer el empate, pero al minuto siguiente metieron el 4-2 definitivo. Gracias a que Raúl no perdió (el) tiempo, su equipo marcó un gol más.
Muchas veces a tu alrededor, en muchos ámbitos en los que te mueves, ves y notas que cunde el desánimo, el “no hay nada que hacer”, “esto no tiene remedio”, “esto no hay por donde cogerlo”.
Echas en falta un Raúl, pero que sea otro, no tú, que, por pura comodidad, sueles ser de los otros.
1 comentario:
Es cuestion de tu estado de ánimo... Cuando uno se siente fuerte y feliz, todo tiempo es poco. Cuando no, todo te pesa, porque no tienes ni ganas de cambiarlo...
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