DUDA ENÉRGICA EN EL WC

Ibas a poner “energética”, pero pones “enérgica” porque todo está relacionado con la energía, y aprovechas para sembrar alguna duda.
Si hubieras levantado la mano no pasarías ahora las noches en vela y no tendrías que hacer grandes números a la hora de programar tus actos urinarios. Desde ese día estás sumido, Buridán, en la mayor de las zozobras. Así, procuras ir despachado desde casa, aprovechas la salida del café o la visita a otras dependencias con tal de no utilizar el WC de tu oficina.
Hace unos días fuiste convocado a una Jornada de Sensibilización en la aplicación de Buenas Prácticas Medio Ambientales en los trabajos de oficina. Te habrías aclarado mejor si el rótulo hubiera sido “Cursillo de ahorro de energía”, pero la invasión neosemántica es imparable.
Te quedaron claras muchas cosas: que la energía se acaba, que hay que apagar el ordenador no solo al final de la jornada o en la pausa del medio día, sino cuando tengas pensado estar fuera más de una hora; que si la ausencia la prevés superior a diez minutos, tienes que apagar la luz; que deberías ir eliminando la mala costumbre de imprimir cosas, ya que te puedes arreglar perfectamente con la pantalla; que hay quitar los cargadores de los enchufes cuando finalice la carga; que hiciste bien en no poner virguerías en el salvapantallas después del último cambio de ordenador.
Sin embargo, no te atreviste a preguntar una cuestión fundamental. ¿Dónde te debes secar las manos, con toallitas de papel o con el secador de manos? Ante el temor de equivocarte, adoptas la más ecológica costumbre del recudido de manos.