2007/10/15

ALBERTO EL DE TATI, IN MEMORIAM

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El jueves día 11 pasa tu hermana por tu oficina a eso de las nueve y unos minutos. No entraste todavía en tu habitáculo. Estás de pié echando una ojeada al periódico de un compañero, precisamente por la página de las esquelas. Te dice que murió Alberto el de Tati. Un infarto. Ayer por la noche sobre las nueve. La miras y no abres la boca. No ibas a decir nada, ni siquiera a gesticular, como otras veces, pero ella se anticipa y dice que “ya”. No hacen falta más palabras porque sabes lo que en esta ocasión no le vas a decir: que es la portadora de las necrológicas.
Que llevarán las cenizas a Oteruelo.
El mismo día 11 es el cumpleaños de tu hija, el 12 el santo de tu mujer, y tenéis organizada una comida familiar. Maldita sea. No vas a poder estar en Bilbao. Por internet ves que el funeral está previsto para las siete y media de la tarde del día 12. Cuando hablas con Tati únicamente acierta a decirte “Con lo que me cuidaba”.
Tati es la sobrina mayor de la hermana mayor de tu padre. Lo que hiciera Tati estaba bien hecho y si eligió a Alberto estaba bien elegido. Desde entonces cuando venía Tati no venía Tati, venían Alberto y Tati.
Por suerte, cuando eras pequeño ibas a ver con frecuencia a tus primos de León. Más tarde cuando hiciste la mili estuviste bastantes meses en esa ciudad y procurabas ir de vez en cuando a ver a tus tías. Sabías que a tu padre le gustaba, aunque él no fuera porque trabajaba y porque tenía sus ocupaciones y por la inercia. En casa de tu tía Domi por los veranos estaban muchas veces sus nietos Albertín y Jose, y Juanín, Maika y Toñín, hijos de tus primos.
Tienes otro recuerdo de Alberto y Tati, cuando te acogieron de maravilla en una visita que hiciste a Bilbao, a Basauri, donde vivían. Todavía recuerdas aquel antiguo rótulo luminoso azul y blanco de la estación donde tea apeaste “Dos Caminos-Basauri”. Eran otros tiempos, cuando se hacía turismo familiar.
Alberto para ti es la imagen del emigrante que se adaptó a Bilbao y triunfó. Lo tenías muchas veces presente cuando salían tan a menudo noticias de extorsiones.
Por desgracia ahora a parte de la familia sólo la ves en funerales, por ejemplo, el sábado pasado en Oteruelo. De otras calamidades menores, como ingresos hospitalarios o enfermedades graves ni te enteras o te enteras pasados seis meses.
Tal como tenemos montada la vida es difícil que sea de otra forma.

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