2007/10/22

LA FÓRMULA 1: MIRADAS

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Miras para la portada de La Nueva España y lees que Alonso roza el milagro. La portada te parece un gran acierto e incluso encuentras más resonancias bíblicas porque la copa que lleva a la espalda más bien es como la cruz a cuestas que le hace caminar con la mirada perdida. La dirige hacia donde están Raikkonen y Hamilton, pero en realidad se está mirando a sí mismo. No ve.
Ves a Hamilton bajo dos paraguas, uno rojo y otro negro, su padre, y te vas a permitir esta licencia. No sabes qué puede estar escuchando abstraído de todo, quizá una justificación técnica que le exculpe ante sí mismo, quizá música a todo volumen que le separe del mundo. Su padre le mira a él y él mira al suelo. Alonso aparece erguido mientras que Hamilton está hundido. Tampoco ve.
Está, por fin, el campeón. Dicen que es el hombre de hielo, pero más bien te parece que es el hombre del Hielo, de la tierra del hielo. A veces tiende uno a meter a todos los nórdicos en el mismo saco de la frialdad como si en aquellas latitudes se les congelara el nervio. Te fijas en sus dedos y en sus uñas y descubres que no es el hombre de hielo que le viene bien al tópico proclamar. En esas uñas mordidas ves una explicación a sus salidas de pista y a sus pretendidas rarezas.
Los tópicos te ayudan a seguir avanzando sin cuestionar cada frase, cada palabra, pero a veces también te impiden ver.

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