2021/04/04

DE FACEBOOK (15 y 16 de febrero)

 El exministro Jorge Díaz, habitual de La Razón, recordaba que "de los 40 años transcurridos, 33 lo fueron con gobiernos nacionalistas y los siete restantes con dos tripartidos de izquierdas. Solo el nacionalismo -ahora separatista- ha tenido la confianza de los catalanes para autogobernarles". Es así, pero lo consiguieron con métodos democráticos. Se podrá pensar en si el uso de la educación y de los medios de comunicación a su alcance determinan el voto del pueblo catalán y de cualquier pueblo, pero los partidos no nacionalistas, desde los gobiernos centrales, tuvieron oportunidad de no ceder a las exigencias nacionalistas por un puñado de votos para sacar los presupuestos anuales adelante. Ahora ya es tarde. 

Antes de conocerse el resultado, LNE sondeó a algunos asturianos residentes en Cataluña y temían un auge del independentismo. Algunos manifestaban su intención de cambiar de residencia. Uno cree que, más allá del sentimentalismo, o incluso después de analizar la racionalidad de las fronteras, ningún español (incluso un nacionalista español) abandona Bélgica por estar de acuerdo o en desacuerdo con el conflicto de los flamencos y lo valones, ni se va de Quebec por lo que pueda pensar del derecho de esta región a la independencia de Canadá. El ciudadano asturiano se irá de Quebec, de Bélgica o de Cataluña si la inestabilidad política afecta a la seguridad ciudadana o a su bolsillo o a la enseñanza de los hijos o si ve imposible desenvolverse en catalán, francés o flamenco. Si uno decide vivir en Portugal, es porque le merece la pena, aunque los ciudadanos españoles no puedan disfrutar de los mismos beneficios que los portugueses (si hubiera tal diferencia). Por lo mismo, si una Cataluña independiente tratara a los españoles peor de lo que Portugal trata a esos mismos españoles, si así fuera, habría un motivo razonable para marchar. Si no, no. 

Los dueños de edificios históricos no están obligados a repararlos, establece el Tribunal Superior de Justicia de Asturias. Una sentencia sobre la torre de Soto de Aller fija que es responsabilidad de los poderes públicos mantener los centenarios bienes culturales en declive. Está uno pendiente de conocer el alcance de esa sentencia, novedosa en el campo de la conservación del patrimonio. Los poderes públicos decidían lo más cómodo y lo menos gravoso para las arcas públicas: que los dueños conserven correctamente y a su costa el añejo patrimonio que detentan, pero mientras tanto los poderes públicos elaboran las listas de bienes a conservar sin poner un duro. La alternativa sería la expropiación del bien, pero eso cuesta. Este u otros asuntos similares llegarán al Tribunal Constitucional.

Pedro de Silva resume con su concisión y ponderación habituales un sentimiento en relación con la conservación del lobo. 

Hace unos días Ramiro Fernández, casado en San Miguel, le regaló a uno (¡muchas gracias!) un libro de cuentos de Jesús García García, natural de esa aldea. Cuentos de güilu. Están escritos en el lenguaje asturiano de la zona y recopilan narraciones verídicas, al menos algunas, al decir de los vecinos. El primer cuento (cuintu) se titula 'Sultán' y narra las aventuras de un perro pastor que se las vio con los lobos y salió victorioso por su evidente superioridad intelectual y moral: "el l.lubu, aunque tenga más fuercia, sabe que ye un l.ladrón y tien mala concencia; por eso nun resiste a un pirru esfotéu en sí mesmu". 


El cachopo tienen mala fama entre los críticos gastronómicos y demás entendidos culinarios. Sin embargo a uno le encanta. En el menú de la boda de uno estaba en la lista de platos. Venía gente de fuera de Asturias, y aunque hoy el cachopo es conocido en España, antes no lo era tanto. A Juan Luis Suárez Granda, escritor, gastrónomo, exprofesor, no le gusta el cachopo. Dice que es para cambiarse de acera cuando le preguntan por él. Parece que no es maridaje fino esa combinación de una loncha de queso, con unos champiñones, un golpe de nata líquida y un par de filetes de ternera rebozados. Bueno, pues uno continúa apuntándose al cachopo, en contra de la opinión del gastrónomo de guardia. El crítico nació en 1943. Al repasar su vida, da cuenta de otros aspectos u opiniones reveladoras: "Llevo 16 años con mi novia" (¡Mi novia!)". O "cuando me jubilé echaba de menos a los alumnos, no a los compañeros, que eran infumables". Non comment. 

LNE recuerda que el hotel El Algarrobico, construido en la doble ilegalidad de vulnerar la Ley de Costas y una Ley de espacios protegidos, sigue acumulando sentencias en su contra desde hace dieciocho años, pero sigue en pie. Uno desearía que el derribo no costase nada a las arcas públicas. Y si ese es el motivo de no ir directamente con las palas para restablecer la justicia, bien hecho. Si se esperaron dieciocho años, se pueden esperar otros dos.

Murió el general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo. Para uno es el de Intxaurrondo, el del caso Lasa y Zabala, pero un es lector del El País y es lo que destaca y con lo que uno se queda. Sin embargo, La Razón hace hincapié en otro dato, además de la condena por Lasa y Zabala: dirigió la operación de Bidart, que impidió que ETA pudiera atentar contra la Expo y los Juegos Olímpicos. Para La Vanguardia es el general de los Gal. Para El Periódico de Catalunya también con otros palabras. El Mundo también destaca especialmente la guerra sucia, pero arrima el ascua a su sardina al recordar que el caso lo destapó ese periódico. Menciona también sus éxitos en la lucha antiterrorista y el apoyo de los gobiernos socialistas. Es importante leerlo todo y cada uno que se quede con lo que quiera. 

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Lee uno en El País Semanal que el fotógrafo Fernando Moleres lleva desde el año 2014 haciendo (quitando, que dirían los gallegos) fotografías para un gran proyecto que llama 'Antropoceno' que pretende reflexionar sobre la desmesura constructiva del hombre moderno. Antropoceno, nombre original, la era del hombre. Pese a esa desmesura, uno y su familia, después de picar aquí y allá por varios lugares costeros, se quedan con Benidorm, concretamente con ese edificio en tercera línea de playa donde se suele alojar. En cinco o seis minutos, armado con la sombrilla y con la silla, sentará sus posaderas en la playa y leerá -pese al gentío- hasta las doce, hora tope para evitar la máxima exposición solar. Previamente, al poco de amanecer, habrá caminado cerca de dos horas a buen ritmo por los paseos de Levante o de Poniente o por alguna de las colinas próximas. Antes de comer irá a tomar algún vino, que acompañará con esas tapas de cortesía en alguna tasca del Benidorm antiguo. Por la tarde, siesta y otra sesión parecida de lectura y chapuzón hasta que el sol se retire detrás de algún rascacielos. (Un error lamentable algunos de primera línea, que dan sombra a la playa al atardecer). Ducha. Cena. Paseo. Casi todo lo que hay que ver por los alrededores ya se vio años atrás. Se cumple el objetivo de no hacer nada. El último año no pudo ser. Espera uno poder sumarse pronto a esos millones de españoles equivocados que pueden elegir oferta de restauración y descanso vacacional sin necesidad de coger el coche u otro transporte todos los días de calita en calita buscando el chiringuito guay de la playa recóndita. Por la sostenibilidad. 

Reflexiona Javier Marías, también en El País Semanal, sobre la incapacidad colectiva de reconocer ciertos peligros: un gobernante funesto, las inconsciencias individuales que acaban siendo colectivas ante la pandemia o ante la nevada madrileña. Quizá Benidorm y su modelo como peligro (esto lo dice uno, no Marías). Uno está en medio del peligro y no lo ve, pero la construcción en vertical y la abundancia de oferta lograron que muchos pudieran saber qué es irse de vacaciones. 

La periodista Pepa Bueno está a punto de presentar un libro sobre la experiencia de algunas víctimas del atentado terrorista de la casa cuartel de la guardia civil en Zaragoza en 1987. Cuenta la historia de dos hermanos que perdieron ahí a su padre y a otra hermana pequeña. A los ochos meses su familia se desentendió de ellos (o entendió que no podía acogerlos) y tuvieron que ingresar en un colegio de huérfanos. No se recuperaron del todo del atentado y del abandono. Hasta ahora los hermanos casi nunca volvieron a hablar de su experiencia. Uno conoció a una víctima, conductor de un general asesinado, cuyo coche resultó ametrallado. Tampoco habló nunca del asunto, pese a haber compartido cafés en otro tiempo y tenido mucha confianza. Anticipa Pepa Bueno que este atentado la pilló de estudiante de Periodismo pero que no lo recuerda pese a su magnitud. Sí recuerda el próximo en el tiempo atentado de Hipercor y que en algunos círculos de la izquierda se respetaba a estos terroristas que habían acabado con Carrero Blanco. Ella no. Uno tampoco. ¡Ay!.

¿Qué decir de original de las elecciones catalanas? Que el avance del independentismo es lento pero inexorable y que cuando el porcentaje de votos ronde el 60% la independencia será imparable. El mundo seguirá. La tristeza pasará ¿Alguien sigue triste por la independencia de los países americanos de habla hispana? Los votos de partidos exclusivos de Cataluña se mueven de elección a elección punto arriba o punto abajo entre ellos, pero siguen rebañando votos de antiguos votantes no independentistas. El ponderado Illa recibió los votos más moderados del centro derecha. Los más extremistas, los que ven tibio al PP, se fueron a Vox. En cuanto al voto económico, el votante fiel de izquierdas votó a un partido de izquierdas (catalán o españolista), el votante fiel de derechas a uno de derechas (por el momento solo españolista) y comerciantes y clases medias pensarán que España nos roba y saldrán mejor en una Cataluña independiente. Curioso que no haya una extrema derecha catalanista. No la hay ahora, pero después de la independencia, no van a ser una excepción en Europa. Tendrán su Vox ultracatalanista. 

En la política de andar por casa LNE recoge unas declaraciones: "Soy el primero al que le gustaría agilizar este proceso pero los tiempos en la Administración son lentos y el rigor y una estricta observancia de la legalidad deben guiar cada paso que demos”. ¿Qué más da quien lo haya dicho y sobre qué? ¿No son declaraciones absolutamente intercambiables?

LNE habla de los grandes números de la reconstrucción: los 13.800 millones que llegarán de fondos europeos; el parque eólico marino de 250 Megavatios y otro terrestre de 100 que pretenden en el Musel un consorcio de Enagás y Naturgy con hidrógeno verde; 500 millones de euros de almacenamiento de energía que promueve TSK; los cincuenta millones que pretende invertir Fertiberia en Corvera; los 495 que invertirá la papelera Ence en Navia. Son cantidades abrumadoras, y las habrá mayores. Ante ellas uno se muestra empequeñecido e incapaz de comprender. Si le gustara el cante jondo, se lanzaría a entonar "¿Quién maneja mi barca, quién?"

Florentino Fombona, hombre polifacético, hasta alcalde durante poco tiempo en Noreña dicta sus memorias a LNE. "Cuando vino la democracia me presenté por UCD, después de que me hubiera venido a buscar Alianza Popular. Salí de número dos y cuando dimitió el alcalde, por luchas internas, quedé en funciones. Lo acabé dejando porque no iba con mi forma de pensar. En la política quería hacer cosas. También lo dejé por razones familiares: mi mujer estaba disgustada por los líos que se organizaban”. Daría uno algo por repescar de la hemeroteca qué razones dieron en aquel momento él o su partido para explicar la dimisión. Las memorias son un género entretenido que invitan a desconfiar de un presente lleno de disfraces, de antroxos. 

Lee uno en LNE: "Accionistas contestatarios exigen cambios en la cúpula y la gestión de Danone. El enfado con la marcha del grupo lo manifestó primero el fondo inversor londinense Blueblell Capital Partners, que exigió la sustitución del presidente y (...)A la exigencia de relevo de Faber por parte Blueblell se ha sumado ahora otro accionista, el fondo estadounidense Artisan Partners, que es el tercer mayor inversor en el grupo (posee más del 3%) y ha exigido
una revisión de la estrategia". ¿Ay, quién maneja mi barca, quién?





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