Tienes dos sueños:
A: Sales a comprar el periódico. Hace frío. Entras en el kiosco, que no es un kiosco convencional. Tienes que agacharte porque el acceso, un marco de cemento pintado de blanco, tendrá una altura de menos de un metro. Te agachas, pues, y le pides La Nueva España al kioskero, que está sentado. Lo (le para los castellanos) conoces porque su hijo, operado de apendicitis, estuvo en la misma habitación que tu padre en una de sus múltiples estancias hospitalarias. Este padre resulta ser un callado miembro del Partido Socialista de tu ciudad, a cuyo padre (en consecuencia el abuelo del paciente de la apendicitis) dedicaron una calle en La Corredoria hace unos pocos años. De su nuca sale una gruesa cinta azul oscuro y del extremo de la cinta levita una paraguas también azul, abierto como si fuera un paracaídas. En la esquina izquierda del kiosco ves un pingüino de unos treinta centímetros caminando sobre unas mantas dobladas, la de encima de cuadros rojos sobre líneas negras. Te dice que el pingüino le hace compañía.
B. Cada dos meses más o menos tienes una reunión en tu empresa para analizar la marcha del negocio. Es la última reunión a la que va a asistir un compañero que se jubila y aunque no siempre vais a comer a continuación, en esta ocasión hay un consenso general: se irá a comer. Termina le reunión a la una y media y el jubilable se va y dice que a lo mejor viene a tomar un café. Quedáis mudos.
En los dos sueños hay pingüinos. Se trata de adivinar cuál de los dos fue más sueño.
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