Es entretenido leer la sección HEMEROTECA que diariamente publica LA NUEVA ESPAÑA y recuerda lo ocurrido hace veinticinco y cincuenta años. Lees que hace un cuarto de siglo los comerciantes de la calle Pelayo de Oviedo, junto a la Escandelera, la de La Jirafa, pusieron el grito en el cielo por las cuantiosas pérdidas que, según ellos, les estaba ocasionando la peatonalización. Es posible que a esos comerciantes les siga yendo bien la vida aunque hayan sacado un cero en prospectiva. Habrán hecho un cálculo como aquel compañero que tuviste en tu primer destino en Lugo de Llanera y que tenía también una tiendina. Pues bien, decía que no ganaba mucho, que lo que compraba a dos lo vendía a cuatro y con ese dos por ciento iba tirando. No les fue mal a uno y a otros, pese a que suspendieran en prospectiva y en matemáticas respectivamente.
Lo cierto es que durante años tuviste que oír el run-run de las famosas pérdidas. No niegas que en algún caso concreto haya dejado de ingresar algo, pero los beneficios, no solo para los ciudadanos, sino para los comerciantes, fueron evidentes.
Tanto es así que hoy lees en La Voz de Asturias que un variopinto colectivo de vecinos pide más peatonalizaciones para determinadas calles, también con el reclamo de los beneficios comerciales.
A lo que se ve son gentes acostumbradas a llorar.
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