2008/01/05

CARTA A LOS REYES MAGOS

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Queridos Reyes Magos:

Para este año os pido lo mismo que el gran poeta latino Horacio, que me dejéis disfrutar de la mediocridad dorada, de la aurea mediocritas: que no me deis cargos que suelen traer cargas; mucho menos que no me deis cargas sin cargos, que me deis tiempo para leer, para sentarse en el Fontán con una botella de sidra y un pincho de picadillo, para subir por los árboles genealógicos o hurgar en las raíces, para poder ir a León alguna vez, para mantener la amistad con los compañeros del colegio, para que siga la comida anual con los colegas de la mili, para poder tomar el café sin prisa con los de siempre, para seguir con el margen de maniobra entre las dos y las tres, para poder dormir la siesta en el sofá antes de volver por la tarde, para ensayar cánticos los martes y los jueves y el pincheo consiguiente, para actuar de vez en cuando; para ir al monte; para no hacer nada, o sea, para folgar.

Rectius vives, Licini, neque altum
semper urgendo neque, dum procellas
cautus horrescis, nimium premendo
litus iniquum.


auream quisquis mediocritatem
diligit, tutus caret obsoleti
sordibus tecti, caret invidenda
sobrius aula.

saepius ventis agitatur ingens
pinus et celsae graviore casu
decidunt turres feriuntque summos
fulgura montis.

sperat infestis, metuit secundis
alteram sortem bene preparatum
pectus. informis hiemes reducit
Iuppiter, idem

summovet. non, si male nunc, et olim
sic erit: quondam cithara tacentem
suscitat Musam neque semper arcum
tendit Apollo.

rebus angustis animosus atque
fortis appare; sapienter idem
contrahes vento nimium secundo
turgida vela.


Vivirás mejor, Licinio, si no te adentras
siempre en alta mar ni, por miedo a las tormentas,
te aproximas demasiado a la costa.

Los que prefieren la mediocridad dorada
encontrarán abrigo y se hallarán a salvo
del precario techo en ruinas y de la envidia de los salones.

Al pino muy alto el viento lo sacude más;
la torre elevada se derrumba con estruendo;
el rayo alcanza las cumbres más altas de las montañas.

En los desastres, el carácter bien dispuesto espera,
y en la bonanza se prepara para el cambio de suerte.
Es natural que un inverno duro llegue y se vaya.

Lo malo no perdura.
Apolo tensa unas veces el arco de la guerra,
pero otras empuña su cítara para despertar a la música.

Sé valiente y alegre en la adversidad,
pero cuando el viento sopla demasiado favorable
el sabio se apresta a recoger las velas.

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