2008/01/05
UN PETARDO
Una noche, navegando, navegando, llegaste a una isla con una sugestiva variedad de árboles frutales. Como no las podías escoger todas, te decidiste por una. La isla es una Revista Internauta de Práctica Jurídica de la Universidad de la Rioja y la fruta es un artículo de Francisco Sacristán Romero titulado “El efecto publicitario de la norma jurídica”. Te dijiste: “Ah, interesante, seguramente tratará del asunto de la importancia de que las normas no solo se publiquen sino de que se difundan convenientemente y estará relacionado con el artículo 8 de la Constitución, que se refiere a la necesidad de garantizar la publicidad de las normas”.
Y el artículo pasó al montón de papeles hasta que le tocó su turno.
Vas leyendo y te encuentras con que “el binomio sociedad-comunicación aparece en forma de punto de partida”. Más adelante te enteras de que el autor va a estudiar “abordando las cuestiones desde una perspectiva empírico-filosófica empleada como método de análisis”. Mechachis, te dices. ¿Te habrás equivocado al imprimir y el artículo tendría más de cinco páginas? No, no te equivocaste. Pues el autor tiene que ser un genio para en las cuatro páginas restantes entrar a fondo en esa perspectiva empírico-filosófica.
Sigues. “El Derecho no se agota en la acción, se proyecta en el ámbito de la conducta habitualizada y debida”. Más mecachis.
“La norma, evaluada como medio de comunicación, configura una serie de enlaces múltiples, ocasionales y flexibles, inmutables y rígidos”. Virgen, virgen. Y al poco: “La esfera social en la que se mueve el Derecho es la de la intersubjetividad”. “La precisión de los textos normativos consigue alcanzar sus designios computando el mínimo de recursos con motivo de la articulación lógica de medios de expresión lingüística”. Llegados aquí imploras que este sujeto no llegue nunca a legislador, porque ¿cómo sería la precisión esa que propugna?
“En realidad, lo que la norma jurídica encierra es una jerarquía de valores que construye un plexo de categorías de orientación axiológica, directivas del individuo en el mundo. El par categoríal primario es el de bueno/malo”.
Aquí ya no te aguntas más y como en esas novelas que lees de un tirón, de emocionantes que están, vas a las últimas líneas a ver como termina, qué conclusiones se pueden sacar Nada. No hay conclusiones. Aquello termina como el rosario de la aurora.
Buscas en internet si este buen hombre es un becario para perdonarle la vida. ¡Qué va! El artista es un profesor de Ciencias de la Información de la Complutense con numerosas publicaciones a sus espaldas.
Ahora te explicas que las empresas estén dominadas por los profesionales de la Comunicación, especialistas en la venta de humo y palabras vacías. Ahora comprendes bien ese dicho de que solo es noticia aquel hecho que alguien está interesado en ocultar.
Pena de información prostituyente y prostituída.
Te preguntas cómo se permite infectar una revista jurídica con semejante engendro comunicante.
Te niegas en redondo a que el Derecho y las materias jurídicas sean ininteligibles.
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