2007/09/28

VISIONES DESDE LA BARRA

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Son algo más de las dos de la tarde. Te estás tomando una sidra, no en el Fontán, sino en la calle Gascona, echas una ojeada a La Voz de Asturias. Ves una foto en la que varios manifestantes perfectamente identificables de la Mina de La Camocha están en medio de la vía férrea interrumpiendo el tráfico en un punto más cercano a Gijón que a Oviedo. Ayer hicieron lo mismo en el mismo punto y a la misma hora. No lo sabes de memoria, pero recuerdas algún artículo del código penal que buscarás al llegar a casa y que resultará ser el 557:
“Serán castigados con la pena de prisión de seis meses a tres años los que, actuando en grupo, y con el fin de atentar contra la paz pública, alteren el orden público causando lesiones a las personas, produciendo daños en las propiedades, obstaculizando las vías públicas o los accesos a las mismas de manera peligrosa para los que por ellas circulen, o invadiendo instalaciones o edificios, sin perjuicio de las penas que les puedan corresponder conforme a otros preceptos de este Código.”
Te preguntas por qué siguen existiendo esos artículos en el Código Penal que cuando hay ocasión de aplicarlos todos miran para otro lado.
Te resulta difícil ser solidario con los que cortan las vías, no solo porque te dan más trabajo y más problemas sino porque rememoras experiencias similares en los años ochenta con los trabajadores de la naval cuando trabajabas en la estación de Veriña y la guerra que te dieron.
No es por ser vengativo, o sí, pero si llegaras a sufrir algún problema colectivo dudas si plantar un piquete a las puertas de alguna mina, por ejemplo o interrumpir los transportes laborales. A lo mejor lograbas el impacto mediático perseguido, quizá a cambio de marchar con algún hueso roto. En fin, son ideas mezquinas que no puedes evitar, y parece mentira, pero ahí las dejas.
No sigues leyendo el periódico porque ves que va a empezar un partido en la tele. No te extraña la hora en cuanto ves el logo de Euro Sport. Preferirías que en ese momento la televisión se llenara de niebla y que no se vieran más que unos bultos. Para el experimento serviría con la calidad de la Sexta de tu casa. Incluso preferirías estar en el extranjero para no entender al locutor y poder formarte tu propia opinión.
Te gustaría poder analizar, sin conocer a los equipos, si juegan bien o mal, si hacen virguerías con la pelota o son unos tochos y si sudan la camiseta o son unos mataos.
Pero resulta que la tele se veía perfectamente. Además en una esquina de la pantalla se recordaba constantemente qué partido se celebraba: la semifinal del Mundial de Fútbol Femenino entre Brasil y Estados Unidos. Sabiéndolo te fue imposible no dejar de comparar a las chicas con los chicos. Casi todas tenían el pelo recogido en una cola de caballo y ninguna corría con los típicos gestos femeninos. Protestaban igual que los paisanos que estás cansado de ver. En la banda eran atendidas por masajistas (masajistos) que les procuraban idénticos cuidados que si fueran hombres. ¡Esa mano! La arbitradora, inventas la palabra y sales del paso, ponía la misma cara de buenos amigos que Díaz Vega en sus buenos tiempos. En fin, que todo te recordaba al fútbol masculino.
El partido estaba entretenido. Te gustaría saber un poco más de teoría del fútbol para poder encuadrar a bote pronto a esas selecciones en alguna categoría del fútbol masculino.
¿Serían como un equipo mediano de la Primera División española? ¿Ganarían a un equipo de Tercera, al Oviedo por ejemplo? Ni idea. Mejor así, que todo el mundo tendrá oportunidad de especular.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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