2007/09/16

NO HAY SITIO PARA DOS



Es muy raro que aparezcas por El Fontán los domingos. El domingo es un día de descanso y conviene que tú descanses de El Fontán y que El Fontán descanse de ti aunque solo sea por seguir el sabio refrán de que todos los días gallina amarga la cocina.
Este domingo hubo un matiz y es que son las fiestas de Oviedo por lo que se rompió la rutina y en vez de ir a comer a Llanera, vino la familia a Oviedo. ¿Dónde fuisteis a tomar algo? No hacen falta más explicaciones.
La que no descansa es la vida, que siempre te da oportunidades de aprender o de lamentarte.
Estaba a punto de empezar el Gran Premio de Bélgica. En ese sitio que frecuentas no hay televisión pero solo tuviste que levantarte y caminar cincuenta metros hasta un bar cercano y allí tuviste oportunidad de ver, con los nervios de punta, como faltó un pelín para que Hamilton adelantara a Fernando Alonso en la salida, y cómo acto seguido, Fernando intentó echar al inglés (evita decir “al negro”) a la hierba. No había sitio para dos.
Vista la salida, volviste a la plaza porticada y te sentaste nuevamente cuando ves asomar, por entre las mesas, como otros días, a la pareja de rumanos, te parece, padre e hijo, músicos por decir algo. El padre toca el acordeón y el hijo la pandereta. No llevarían un minuto de actuación abriéndose un hueco entre las mesas, cuando aparece detrás de ellos Manolo el gitano, mendigo que ya forma parte del paisaje, con sus andares rápidos y dislocados. Manolo increpa al rumano joven, que no se inmuta porque para él debe ser escena conocida. La música no dejó de sonar, el panderetista no perdió el ritmo y a Manolo no le quitó de pasar la mano pidiendo la voluntad. Cuando le preguntaste por qué se había enfadado con el rumano, te dijo que porque iba a echar el discurso y los otros se le habían adelantado. Así es. De vez en cuando Manolo antes de pedir, da unas palmadas y comienza diciendo “Soy Manolo el gitano, soy un personaje en Oviedo, hasta me hicieron un cuadro”.
Alonso intentó echar a la hierba a Hamilton y Manolo a los rumanos porque, cada uno en su terreno, no hay sitio para dos.

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