Este comentario nace ya a destiempo, pero no tienes contacto directo con Josu Jon Imaz para saber si acto seguido de ocurrírsete a ti una cosa él ya tenía pensado decir: “ahí os quedáis”. Tampoco dominas los hilos del futuro y no sabes qué muertes sobrevendrán cada día a los humanos y en qué medida te impedirán desarrollar y plasmar en tiempo y forma esas ocurrencias que te asaltan en los momentos más insospechados, por ejemplo, cuando camino del trabajo oyes por el pinganillo a un dirigente del PNV bautizar como diferentes sensibilidades a las diferencias políticas, ideológicas, tácticas o estratégicas.
Oír sensibilidades y pensar en la gramática fue todo uno, hasta el punto de que ya no sabes si matizaron las dichosas sensibilidades o si cambiaron de tema. No profundizarían mucho porque iban a dar las nueve y a esa hora están programadas las noticias, pero tú ya estabas con la gramática por los cerros de Úbeda.
Pensaste en esas palabras que solamente tienen plural, como víveres, enseres, nupcias, honorarios o comestibles, pero no era el caso porque de la sensibilidad en singular habías oído hablar alguna vez.
Seguiste rebuscando y diste con la barba y las barbas, con el interés y los intereses, con la razón y las razones, incluso con el polvo y los polvos, pero en todos estos casos aunque el plural tiene un significado distinto de la suma de varios singulares, la diferencia no es abismal. No encontraste paralelismo alguno entre la sensibilidad y las sensibilidades, en el sentido en el que se quiere utilizar esta palabra, como si fueran unos simples matices de poca monta. Sensibilidades es un plural espurio de sensibilidad. Te ayudas del diccionario para aclarar que espurio es bastardo, que degenera de su origen y naturaleza. No solo no son iguales sino que no tienen nada que ver porque la sensibilidad pertenece al mundo de las emociones y la ideología al espacio de la razón, salvo que pensemos en la inteligencia emocional, pero si vamos a hablar de esto, abandonamos el Word y nos pasamos al simpático PowerPoint, con sus entrañables diagramas, dibujos y flechas que a ninguna parte llevan. Entretienen, eso sí.
Lo cierto es que cualquier punto de vista distinto, descrito desde el propio grupo son distintas sensibilidades, pero contemplado desde el contrario son abismales e irreconciliables diferencias que nos son sino una prueba irrefutable de que en el partido contrario solo prima la lucha por el poder.
Cuando oyes hablar de las sensibilidades te recuerda la película “Por que lo llaman Amor cuando quieren decir Sexo?"
Después de darle unas vueltas a las sensibilidades, a las palabras y a otros entretenimientos inútiles, pensaste en lo difícil que es olvidar una estructura maniquea de pensamiento, que todo lo divide en buenos y malos. Imaz era malo cuando estaba en el Gobierno Vasco, porque era de verbo y gesto contundentes y te parecía un independentista radical, aunque condenara el terrorismo. Cuando dimitió Arzalluz y pasó Imaz a su puesto, Imaz pasó a ser bueno y Egibar, que ya era malo, acabó siendo peor.
No hubo tiempo para más ocurrencias porque en la radio estaban sonando las señales horarias de las nueve de la mañana justamente en el mismo momento en el que subías el primer peldaño de la escalera que te llevaría a la oficina.
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