2007/09/07

CRISTINA, LA VIEJINA DE LAS FLORES

A la viejina de las flores la encuentras habitualmente en El Fontán, pero también por la plaza de la catedral o por la calle Gascona.
Es una viejina entrañable, siempre con el mismo tipo de ropa, sea invierno o verano, con sus botas de media caña, calcetines de lana hasta la mitad de la pantorrilla, un anorak sin mangas, una especie de sonrisa petrificada, casi una mueca, y unas pocas flores recogidas en un cucurucho de papel, que ofrece a los viandantes a cambio de la voluntad, siempre con la frase:
- Señorituuuu, cógeme una flor.
No eres el caballero a la antigua de la canción de Roberto Carlos, de esos que suelen regalar flores. Tampoco se las coges a las chinas que pululan por todas las ciudades del mundo con parecida mercancía y menos gracia.
A veces la viejina suelta en voz baja una picardía, que si no tienes una flor para alguna por ahí…
Llevabas tiempo con ganas de preguntarle de dónde era y cómo se llamaba. De hoy no pasó. Se llama Cristina, es de Tapia de Casariego y lleva sesenta y cuatro años en Oviedo.
Un euro te costó quitar ese peso de encima. Bien poco fue.

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