2021/06/22

DE FACEBOOK (5 y 6 de junio)


Hoy se fija uno en una única noticia, que lee en la edición digital de LNE: el merecido homenaje que unos cuantos padres, niños y compañeros del ambulatorio de Moreda de Aller dispensaron al amigo Chuso, el enfermero, compañero del Seminario durante muchos años. Chuso siempre aclaró que no es ATS ni DUE (Diplomado Universitario de Enfermería), sino enfermeru.
Está uno orgulloso de tener amigos como Chuso: desprendido, solidario, concienzudo, detallista, generoso. Y con cabeza.
Entre otras cosas, el homenaje se materializó en la entrega de dos carpetas con no menos de cien láminas dibujadas (garabateadas las de los más pequeños) por sus jovencísimos pacientes. Otro buen amigo de la comarca le sopló a uno unas fotos y un vídeo del pequeño homenaje y lo difundió entre los antiguos compañeros. Como íbamos a celebrar nuestro encuentro anual -olvidado el paréntesis del año pasado por la pandemia- otro compañero sugirió que Chuso podía traer el álbum para verlo por lo que uno tuvo oportunidad de comprobar los meritorios dibujos de los niños. Además del entrañable valor de los álbumes, en el futuro pueden adquirir un valor importante para el investigador. ¿Quién sabe si en los dibujos de esos niños está prefigurada su evolución futura? Alguien con conocimiento de causa, podría, dentro de treinta años, contrastar si esos adultos se convirtieron en lo que se veía venir a través de los temblorosos lápices de colores de los niños

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Participó uno como espectador o como oyente en uno de los actos de la Semana Profesional del Arte, concretamente en el concierto de viejas campanas por el Oviedo antiguo. Esperó uno en la plaza de la catedral para oír los golpes del badajo sobre Wamba, la centenaria campana de la catedral de Oviedo. Deambuló después por otras calles y otras plazas próximas para oír otros sonidos. Destaca LNE que el original recital de campanas concentró un gentío asombrado por la anarquía de bajados. El periódico recoge algunas opiniones. Hay quien cree que fue un concierto aburrido, incomprensible para otros, original para la mayoría. La idea tuvo su mérito y su recompensa. Sacó a la gente a la calle. La Wamba, la campana estrella de la catedral, le pareció a uno que emitía un sonido como a lata, pero a lo mejor es que uno no entiende. Las campanadas del Ayuntamiento le recordaban a las de la Nochevieja, las de San Isidoro no distaban de un toque de funeral, pese a que por momentos el campanero aceleraba con rápidos repiques. A concierto no sonó, pero a acción largamente concertada, desde luego.
Para participar en algún acto llegó a Oviedo el pintor Antonio López, premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1985. El fotógrafo de El Comercio debía tener información de que López viajaba en clase Turista porque disparó su objetivo nada más poner pie a tierra el pintor. No se imagina uno qué otros viajeros del tren pudieran ser más merecedores de viajar en Preferente que Antonio López. De la entrevista que le publican se queda uno con la última pregunta/respuesta. Uno no había caído en eso, pese a que en la entrada de ayer, fue uno de los asuntos destacados. –¿Por qué los niños pintan y los adultos dejan de hacerlo? –Me lo he preguntado muchas veces y no lo sé. No lo entiendo, pero todo el mundo debería pintar. Si los niños lo hacen lo pueden hacer sus padres o sus abuelos. ¿Qué comparación con los profesionales les hace pensar que ya no pueden seguir haciéndolo? Habría que averiguarlo y animar a la gente a que se aficionara a la pintura. Que siguieran pintando como siguen cantando o bailando. Porque podrían hacerlo, y transmitir cosas y entretenerse. Es un entretenimiento barato que se hace con cualquier cosa".
Lee uno que tuvo que suspenderse un juicio en Oviedo porque uno de los testigos básicos estaba de baja, el guardia civil que elaboró el atestado que iba a ser prueba principal en un juicio en el que murió una joven. Estaba previsto que el juicio se desarrollara los días 4, 11 y 18. La enfermedad del guardia civil no fue súbita, sino de evolución previsible. Los perjuicios para el acusado, para los peritos y para los testigos, alguno de los cuales tuvieran que desplazarse desde otras provincias son evidentes. Para los profesionales, también, pero está en su sueldo y tienen más posibilidades de arreglarlo, o de minimizar sus efectos, que el común de los mortales. No se concibe que las leyes procesales no prevean estos supuestos y que no se pueda avisar con tiempo de la suspensión para evitar desplazamientos. Una cosa es la obligación de colaborar con la justicia y otra la sensación de desamparo que uno tiene cuando se da una circunstancia de ese tipo, habitualísima por cierto. Más grave sería que las leyes dieran una solución pero los funcionarios encargados de llevarlas a efecto no lo hicieran por desidia.
Pedro de Silva firma uno de sus billetes (el los llama así) lleno de sentido común.
Para finalizar el día, uno fue hasta Villabona y pudo contemplar con tiempo un arte entendible. Decía Antonio López en su entrevista: “No hay una pintura fácil, la que se hace fácil para gustar a todos no es buena”. A uno le gusta contemplar de vez en cuando los murales de Villabona, un arte entendible, como entendible es el menú del Michem. En otras ocasiones se habla de la gastronomía deconstruida, pero uno prefiere la tradicional.
(Cuando no queden trenes, persistirá el recuerdo del arte que inspiraron).






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