A veces te encuentras a alguien por la calle o, sin ir más allá, en un pésame, porque los duelos son también lugares de encuentro y de conversación, que te dice que te lee de vez en cuando y tú respondes casi siempre lo mismo:
- Bah, sólo cuento tristezas.
Ahí va otra.
Lees con alegría y deseando todo el éxito en la gestión, que un juez embarga el dinero que Telecinco pagó a Luis Roldán. Para que nos enteremos todos, tenía que instarlo un abogado mediático como Marcos García Montes, aunque no te van demasiado los abogados estrella, pero como hoy cualquier actividad sin comunicación no existe, daslo por bueno. Luis Roldán no te hizo directamente nada pero, sería casualidad, al poco del escándalo de su falso título de Licenciado en Derecho, en tu empresa te pidieron copia auténtica del tuyo. ¡Total! ¿Pa qué? Si una de morro vale por dos títulos y un master de pacotilla equivale a una licenciatura.
Pero no es esto lo que te recuerda Roldán, sino que in illo tempore llevaste de oficio una actualización de pensión compensatoria derivada de la separación de un cantante ya maduro entonces que actuaba por piano-bares, además de regentar algún pub.
Es difícil para un abogado de oficio mover un caso así por mucha ilusión que se ponga. Las ganas de sacar aquello adelante eran muchas, pero el tiempo que había que dedicar, las gestiones que había que realizar, los viajes en plan detective, los gastos en los que había que incurrir, con un resultado incierto para recibir del Estado una minuta de ocho mil pesetas, requería una dosis de moral fuera del alcance de los comunes. Y mientras tanto había que seguir pitando trenes. Y está feo concretar tanto el vil metal pero el dato queda ahí.
En fin, que rebuscaste actuaciones por los papeles para ver la manera de rascar algo para la ex esposa, oficiaste a todas las entidades públicas a tu alcance, a Hacienda (la cuenta, ingenuo, que un cantante así declare algo a Hacienda), a la Seguridad Social, a empresarios de salas de fiestas. Nada.
No recuerdas haber sacado nada positivo.
La mujer se habrá resignado a seguir igual y para ti es un recuerdo de impotencia y de las desiguales armas a la hora de hacer justicia.
Ahora lo que deseas es que Roldán no salga con la suya.
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