Kafka no es para leer en el autobús, pendiente de si te pasas de parada, ni en el tren, de pié en la plataforma, agarrado con una mano a una barra y sujetando el libro con la otra. Kafka es para leer reposado, en silencio, quizá avanzada la noche, y a veces retrocediendo sobre los propios pasos.
Cuando terminaste de leer el libro, dijiste que no habría estado de más haber visto el trailer, que pasaste de largo. Te entra la duda de si el trailer de los camiones y el de las películas se parecen en algo. Vas al diccionario de español y ves que tanto designa el remolque de un camión (lo que va detrás) como el avance de una película (lo que va delante). Sorprendentes británicos, no quieres quedarte con esa duda y echas mano de un diccionario de inglés. Ahí descubres la solución: trail es rastro y pista. Ahora lo ves claro: tráiler es rastro de un camión y pista de una película.
Ibas a hablar de El Castillo y estás con el tráiler. Normal, después de leer a Kafka. Si él divaga, tú también.
Pues bien, leíste El Castillo de Kafka sin tráiler y eso que el libro lo traía, pero te echas para atrás ante aclaraciones como esta: “las complicaciones argumentales y los entresijos en que se encuentran los personajes van cobrando una dimensión tal que mientras que el proceso de protención (el Word rechaza este palabro y sólo lo admite a la tercera) resulta complicado, el de retención, por su parte, obliga a una revisión permanente de lo establecido hasta el momento. El lector se verá en la situación de tener que llenar los espacios vacíos que han ido surgiendo a lo largo del discurso narrativo. Las permanentes dudas y desarrollos poco claros obligan al lector a entrar en una dinámica narrativa de naturaleza circular y laberíntica”. Permanentes dudas, lo que te faltaba, Buridán, así que dejas el tráiler y vas al grano. Calculas que este tráiler poco te aclarará.
Y terminaste el libro, pero el libro no se terminó, porque acaba con una frase inconclusa, genialidad del artista, o que cambió de idea, o que le pilló la muerte. No tienes más remedio que volver al tráiler que habías denostado. Ahí ves la explicación del tiempo en el que se desarrolla la novela, siete días; de las dos posadas, de dónde estaba el tal castillo, y de detalles de la acción y de los personajes que no comprendiste a la primera.
En la obra hay un pasaje fundamental, aunque no sea el central de la novela y es cuando Amalia, un personaje secundario, rechaza hacer compañía, vamos a decir, a Sortini, un alto funcionario que acude a la aldea en representación del señor del castillo. A partir de ahí, su padre pierde el trabajo y la familia es objeto de exclusión social.
Dice Kafka: “La acción de Amalia es extraña. Ahora bien, cuanto más hablas de esta acción, menos puede determinarse si fue grande o pequeña, inteligente o necia, valiente o cobarde”.
La duda, no puede haber un gran libro sin una gran duda.
Tenías que haber leído el tráiler, pero temías que te dijeran si al final moría el chavalín.
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