Si hace diez días te preguntan si sabes quién es Carmen Machi responderías que no. Por copiar la muletilla de tu padre, que no quería perder comba en ninguna conversación, dirías que “parece que me suena”, pero en realidad no te suena da nada. Si te enseñan su foto, la reconocerías pero ni por esas te saldría su nombre. Sabes que trabaja en una serie de la tele, pero que no te pregunten ni en qué cadena ni en qué programa. Si te apuntan si sería en Aida o en 7 vidas, entonces podrías balbucear, esta vez sí, que parece que te suena. Siendo una actriz en principio tan poco interesante para ti, sin embargo te da por leer una amplia entrevista suya en EL PAÍS SEMANAL y te convences de que no se puede rechazar de mano a nadie.
Encontraste varias ideas interesantes en sus respuestas, por ejemplo, ese elogio del trabajo de la limpieza, que personaliza en su madre, en su empleada de hogar ucraniana y en las trabajadoras de los hoteles, por lo que aprovechaste para enviar un recorte a una amiga tuya que se responsabiliza de que las habitaciones de sus hoteles estén en perfecto estado de revista.
Como hace unos días escribiste por ahí abajo algo sobre una ópera de la que te quedaste a ver y oír solamente una tercera parte, quizá porque te salió gratis (y a misa paga no hay quien vaya), reconoces otra de sus frases:
- Actriz: Si la gente se acostumbra a llevar a sus hijos al teatro, a pagar por ello, aprenden la capacidad de escuchar, de fantasear, de creerse lo que pasa en escena sabiendo que es mentira. Esa formación se nota mucho cuando creces.
-Entrevistador: Ha dicho pagar. Hay quien defiende que la cultura ha de ser gratis.
- Actriz: Pues yo opino que los espectáculos se pagan. Si te invitan a algo, te permites el lujo de no prestar atención porque como no te ha costado un duro, no lo valoras. Si te invitan a una caña, te la puedes dejar a medias; pero si te la pagas, la apuras. Es una cuestión de actitud y de respeto. Esto es lo mismo.
Te quedas pensando si no tiene algo de razón y te recuerda, ya lo habrás contado, unos consejos que un viejo abogado ya fallecido, os dio en un curso de práctica jurídica: “al principio no os atreveréis a cobrar las consultas, no os dé corte, porque si no cobráis, al cliente le parecerá que sois malos e irá a otro abogado. Cuando éste le cobre la minuta ya no preguntará a nadie más”.
Por último, le preguntan sobre la influencia de los papeles en su vida. “No tengo ni puñetera idea de quien soy. Te pasas tanta vida haciendo de otros que, aunque yo dejo a mis personajes fácilmente, uno se va haciendo por el camino. Esta profesión es fascinante porque vas recogiendo emociones robadas, situaciones que no has vivido, pero que te quedas dentro. Eres tantos que no sabes muy bien quién eres”.
Y aquí te viene a la mente aquella pequeña incursión en el teatro, cuando te tocó recitar un poema de Bertolt Brecht, del quetampoco habías oído hablar hasta entonces:
“El cielo está gris.
A lo largo del arroyo camina un pobre hombre
No gana casi nada.
No tiene techo.
No puede ser bueno.
Tiene frío como un perro.
No es misericordioso.
No tiene amigos.
Lleva zapatos rotos.
Está enfermo.
Es un criminal.
No gana casi nada.
Marcha a lo largo de un arroyo.
El cielo está gris.
Tardarías años en saber que Brecht fue un dramaturgo comprometido, y aprenderías más tarde que su pieza más famosa fue esta otra: Un día fueron a por los negros, pero yo no era negro y no hice nada; luego fueron a por los comunistas, pero yo no era comunista y no hice nada; luego fueron a por los homosexuales, pero yo no era homosexual y no hice nada; al final vinieron a por mi, pedí que me ayudaran, pero ya no quedaba nadie para ayudarme.
Además de esa época en tu vida en la que hiciste de actor representando un papelito, anteriormente habías decidido que, cuando cambiaras de ambiente y nadie te conociera, no estarías atado por ninguna atadura psicológica del pasado y, dado que estabas en un ambiente nuevo, podrías hacer tabla rasa. El juego de ese papel te resultó muy útil.
Y no quieres hacer este comentario más lago, pero todo surgió de una entrevista a una actriz cuyo nombre no te decía nada: Carmen Machi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario