LOS SEPARADOS

Es viernes. Como a veces te da por ahí, estuviste trabajando hasta las nueve y cuarto de la tarde-noche (no pides ningún aplauso porque otros días no vas) porque habías quedado con tu señora para salir sobre las nueve y media.

Mientras llega la media de pollo y los pimientros de Padrón (que unos pican y otros non) en casa Muñiz, entre culete y culete comentáis aspectos de la vida y del trabajo y, asunto recurrente y siempre de actualidad, surge el asunto de los separados.

Cuando te hablan de los separados piensas en el correoso colectivo de los que te daban guerra y trabajo en esos años negros en los que estuviste en el departamento de Recursos Humanos. Ahí llegaban con reiteración machacona los frecuentes requerimientos del juzgado para que certificaras los emolumentos del personal. Si venían de una parte había que figurar las dietas, si venían de la otra excluirlas, desglosando a gusto del consumidor si la redacción del oficio daba margen , y si en base a aquel certificado la pensión compensatoria se aumentaba o se reducía, la culpa no era del que se había separado (no tuvo más remedio), a lo mejor del juez (hay que echar la culpa a la Justicia, nunca a uno mismo), desde luego del que había firmado una certificación tan negativa, aunque fuera cierta.

Habláis sobre el factor inflacionista de las separaciones, que ejercen una permanente presión sobre Estado y empresas por evidentes deseconomías de escala.

Según disminuyen el pollo, los pimientos (ninguno pica) y la sidra, te enteras de la guerra que dan los separados con los préstamos hipotecarios. Se separaron, quedaba pendiente la mitad del préstamo, ella se fue con otro, quieren comprar un apartamento, el también se quiere casar, firman los padres de él pero ya son mayores, la vivienda queda para los hijos pero unos son mayores, otros están fuera. Otro lío y otro dolor de cabeza.

Preguntas

- ¿Cuántos sois en el departamento ese de Préstamos o Riesgos?
- Veintidós.
- ¿Y de esos cuántos están separados?
- Ninguno.

En el Departamento de Riesgos no se arriesgan. Una lección de sociología barata.

Dicho lo anterior, ¿estás a favor de las separaciones? Sí, pero pasumádre (acentúese fuere en la A de la tilde).