Te cambiaste te casa no hace mucho y algo de correspondencia sigue entrando en el antiguo buzón. Avisaste a los de agua, a los de la luz, a los de los teléfonos, a los bancos, a la Renfe, al Colegio de Huérfanos, por supuesto a Tráfico (si haces alguna y te notifican al antiguo piso, allá ellos, tú avisaste) a Hacienda, al Sindicato, a El Corte Inglés para que te sigan felicitando, pero alguien de tu casa no dijo nada todavía a Carrefour ni a Vodafone así que alguna información útil o inútil sigue llegando.
Aprovechas la mañana de domingo para comprar la prensa en el kiosko tradicional y para esta pequeña labor del buzón y te encuentras con un vecino de esos jubilados que rondan por el portal y están enterados de todo, informaciones que de vez en cuando te vienen bien. Charláis un rato, pero estás pendiente de algo que ocurre a quince mil kilómetros, cinco mil arriba o abajo, y es que Fernando Alonso está a punto de salir en el noveno puesto en el Gran Premio de Malasia, o Malaisia, pero es más fácil decir Malasia. Además de hablar de lo que bajaron los pisos, te cuenta que sospecha que Fernando Alonso ya ganó los mundiales que tenía que ganar porque como se casó, cogió algo de miedo.Y casi le dejas con la palabra en la boca porque son las once menos cinco y ya habrán dado la vuelta de calentamiento.
Mientras tu mujer va a bendecir los Ramos a su pueblo tú te quedas contemplando cómo Fernando pasa del noveno al tercero, y luego al cuarto, y luego al quinto, y luego al sexto, y luego al séptimo…y empieza a llover, y cambian los neumáticos y menos mal que Lobato no repitió lo de “guaaauuuu” porque es el colmo de la ridiculez. Claro que en la crónica para su telediario, que verías horas después, cuando estaba más tranquilo y podía pensar mejor las palabras, aseguró que se acababa de ver la carrera más caótica y dantesca de los últimos quince años. Pensabas que había que reservar lo de dantesco para otras calamidades.
Sin tener, por suerte, nada de dantesca, la carrera se suspendió y tú aprovechaste en ese ínterin que sique que noque para coger un tren hasta Lugo de Llanera y ver el posible final mientras te tomabas una sidra con uno de tus cuñados, en realidad y etimológicamente con el cuñado, es decir, con el cog-natus, “el que nació con” porque los cónyuges de los hermanos no nacieron con ellos.
El caso es que en el tren coincides con Fifo, al que conoces desde que vendías billetes en Lugo de Llanera y anotabas vagones y pitabas trenes, y te dice que fue a dar un pésame al tanatorio y pasó por la fosa común del cementerio de Oviedo porque está enterrado un tío suyo.
Comentas este comentario posteriormente y alguien te dice que a lo mejor ahora sacan alguna paga con esto de las fosas comunes.
Meditas sobre los pensamientos miserables que mueven el mundo. Por cierto cuando alguien te los achaca, tú te defiendes diciendo que como trabajas en “Cercanías” la mente se te vuelve de corto alcance.
3 comentarios:
Vaya susto que me diste Luis Simón, con lo de que te acabas de mudar de casa.
Yo que veo la foto del cementeriu sin acabar de leer la entrada . ¡Meca! (que está en arabía) a ver si resulta que se fue pa peor vida y no me dijo ni pío.
Pero bueno, ya veo que no, que pa donde te fuiste fue pa mejor vida. Unes botellines de sidra y todo arreglao.
Un saludo
Luis Simón: puede que Lobato viva cada carrera de Alonso como un "Purgatorio" o incluso como un "Infierno". De ahí a la Divina Comedia, un pasín.
Salud.
¿La miseria está en que todo se acaba haciendo por dinero? o estropeo el chiste.
Porca miseria...
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