2009/04/24

UN MINUTO DE SILENCIO POR JOSÉ GONZALO LORENZO

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Desde hace doce años os reunís en Casa Pachu en Moreda de Aller (Ayer, escriben por allí) unos cuantos compañeros de la oficina y allegados, para comer criadillas (cojones) de toro y algo más.

Los primeros años erais todos de plantilla. La externalización (es decir, la subcontratación) trajo consigo que llegaran a ser como de la casa un cada vez más amplio grupo de trabajadores que se dedican al mantenimiento de los trenes o de las máquinas de billetes, de la iluminación o del equipamiento de las estaciones. Este año, se batió un record de asistencia y el montante total se dividió entre treinta y cuatro. En plan de broma tenías dicho que era una oportunidad para debatir sobre algunos problemas de la empresa ya que a lo largo del año no se propician otras ocasiones.

En la comida anterior, en 2008, estuvo presente un compañero que este año ya no está con vosotros. Asistió su sustituto, que no es de plantilla, corriente de los tiempos, pero como si lo fuera. Así es la vida, se dice en estos casos.

Este año ocurrió algo especial. Cuando llegaste a trabajar a eso de las nueve te enteraste de que antes de las seis de la mañana estaba la señal abierta para el primer tren del día pero la máquina no acababa de arrancar. Cuando alguien fue a ver qué pasaba, tuvo que romper el cristal de la cabina para auxiliar al maquinista, que estaba recostado, ya muerto, sobre los mandos de la máquina. No llegaba a los cincuenta años. No tenía, que se supiera, ningún problema de salud. Nadie pudo decir que se veía venir. Había tenido el día anterior un enganche de pantógrafos, el artilugio que los trenes eléctricos tienen sobre el techo para tomar corriente de la línea de alta tensión, pero en estos casos ninguna responsabilidad tiene el maquinista. Hacía unos meses su tren había arrollado a una persona pero él no se había salido de la vía. Son ganas de buscar explicaciones que solamente un estadio más avanzado de la medicina puede proporcionar. Los seres racionales intentamos buscar una explicación que no provenga de la magia ancestral.

A los postres se guardó un minuto escaso de silencio, que nada diría a quienes no lo conocían, pero ¿qué otra cosa se podía hacer?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo he derramado hoy abundantes lágrimas por él y aún no me lo termino de creer. Te agradezco muchisimo que te hayas acordado de Jóse. Un abrazo y mandame otro para mí que lo necesito.

miner dijo...

Es la primera noticia que tengo, y la verdad me deja apenado.
Era una buena persona y un buen compañero, descanse en Paz.
Un saludo

Karen Dinesen dijo...

No sé quién es pero vosotros sí y os afecta. Suficiente para deciros que lo siento.

Anónimo dijo...

Gracias danesa, cada día aprecio mas la grandeza de tu corazón.

belijerez dijo...

Ante la muerte el silencio tiene la palabra. También ante otras realidades que no podemos comprender.

Anónimo dijo...

'Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo: Su tiempo de nacer y su tiempo de morir'.

La muerte nos libera de los límites de la cronología y nos lleva a la eternidad que es atemporal. Las especulaciones sobre la vida después de la muerte, por lo tanto, no son más que eso: especulaciones.

Después de la muerte no hay 'primero' ni 'más tarde', ni hay 'aquí ' o 'allá', ni 'pasado', o 'presente', o 'futuro'.DEP