2009/04/02

EL PLIEGO DE FIRMAS

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Sin quitarte la ropa de abrigo, te pasa un compañero un pliego de firmas para que estampes la tuya en el recuadro al efecto.

- Oye, Luis, firma aquí, ¿oítes? (“Oítes” en alguna variante de gallego se traduce por “oíste”).

Oíste bien, pero lo primero es leer qué tienes que pedir o contra qué o contra quién hay que firmar. Lees que se trata de firmar contra el traslado de la Escuela de Minas de Oviedo a Mieres.

Dices, a saber si en broma o en serio, que tú eres arecista y que no sólo estás de acuerdo en que se lleven Minas a Mieres sino que hasta aplaudirías una reubicación en la Laboral de Gijón. Desde luego si aparece un pliego de firmas para Mieres, aseguras que lo firmarás, que tú perteneces a la Cuenca Minera y que faltaría más.

- Déjate de caralladas y firma.

¿Cuántos pliegos habrás firmado por puro compromiso? Por ejemplo a favor de aquella petición corporativista de indulto de la que tanto te arrepentiste.

Y meditas sobre el valor de las firmas al peso.

Pero son firmas.

3 comentarios:

Gustavo dijo...

Pues valor ninguno, ya lo sabes. Salen un día en el periódico entregando las firmas en un organismo y allí se encargan de llevarlas por la puerta de atrás al cubo azul de reciclaje (al menos espero que no lo tiren al negro de la basura orgánica).

Karen Dinesen dijo...

Razón tienes, Gustavo. ¡Qué triste, no? Además de inútil...

Anónimo dijo...

La firma que vale es.... cada cuatro años.
Las otras toi con GUs y Karen y ojito donde van a parar si el papelito en cuestión no tiene encabezamiento