DOLOR LEJANO

Lees que un padre norteamericano mató a sus cinco hijos y que luego se suicidó. Intentas adivinar un motivo porque necesitas alguna explicación para ese tipo de hechos, un trastorno mental transitorio o de nacimiento, un lío de faldas, más lejanamente pero no descartable del todo una intromisión de suegras o de cuñados, una consecuencia de la crisis económica, y de momento no encuentras nada, por lo que te quedas con la imagen, esa imagen que te recuerda tanto a esas películas americanas que nunca ves porque no te acabas de ambientar, porque no comprendes tampoco esa realidad, esa foto que te parece iluminada por la luz de las sirenas de la policía y por otros muchos colores y por cientos de flashes y porque te imaginas a los helicópteros, que nunca ves por aquí, sobrevolando esas viviendas unifamiliares situadas a lo largo de inmensas avenidas, que tampoco imaginas. Ves esas caras que te parecen tan diferentes a las caras de una matanza extremeña o mismamente asturiana, y tan distintas de las imágenes desgarradoras de las madres argelinas o de las palestinas, también tan diferentes de la renacentista Pietá, seguramente tan diferentes de las de esas madres etíopes que nunca salen llorando en los telediarios y no te acabas de situar porque tú sólo ves, y de refilón, el dolor de Gente u otros desgraciados programas de desgracias.