AL HILO DE UN CONCIERTO Y UNA ESPICHA

Este domingo tu coro fue a cantar una misa a Pruvia con el subsiguiente concierto de música profana al finalizar.

Previamente, en ocasiones como esa nunca pierdes la oportunidad de visitar el cementerio, no porque ahí vaya a estar el final, sino porque te da pistas sobre los orígenes, a saber, qué apellidos predominan, si los Alonsos o los Niciezas, si algún Granda o muchos Cuevas. Pruvia es zona de paso y no encontraste nada destacado, claro que era una observación a vuelapluma y no llevabas papel y bolígrafo para poner palotes y contar después. Como andas siempre sacando fotos a traición, a veces te pillan en una de esas para la posteridad.

Fin de la primera parte y ahora viene la segunda que es la más interesante, que no es otra cosa que la espicha que tuvisteis en un llagar de la zona. Aclaras para no astures que no la espichó nadie porque espicha es, resumiendo, una comida/pincheo abundante en donde no falta la sidra.

Ahora bien, lo que para vosotros era una espicha, para otros comensales era una comida formal y no habían contratado las canciones que un coro que se precie tiene que entonar cuando la sidra comienza a realizar su función. Purismos y modernidades acabaron con el serrín de los bares, con los cánticos y de seguir así acabarán con la sidra. Se llegará así a un llagar de diseño sin sidra.

Os salvó que en vuestro repertorio figura EL DÍA QUE ME QUIERAS, de Gardel, y habiendo una mesa de argentinos entre la clientela, rompieron el desempate.

El Llagar el Güelu, un llagar aconsejable, económico, de raciones abundantes y bien situado, donde si ese día no coinciden modernistas intolerantes, se puede cantar.

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