Los seguidores de este blog saben que andas rebuscando en periódicos antiguos y que a veces encuentras y subes aquí alguna perla. También saben de qué pié cojeas, lo cual no quita para que sigas otros blogs de muy distinta tendencia, como éste, pero conoces a su autor de viajar en tus trenes (y reclamarte, normalmente con razón) y eso añade un plus de confianza. Los apellidos no dejan lugar a ninguna duda.
A veces encuentras anécdotas del concejo de Lena, en otras ocasiones escritos de trasfondo ferroviario, como éste de 1938, en plena guerra, y cuando los lees meditas si son compatibles la belleza y el fascismo, o la belleza y el estalinismo. Es lo primero que te viene a la cabeza, pero acto seguido eliminas aquella contraposición y la sustituyes por esta otra: belleza y guerra. Entonces ya encuentras alguna justificación, sobre todo si piensas que muchas de las páginas más notables de la literatura son historias bélicas, empezando por la Ilíada.
Con la conciencia relativamente tranquilizada después de este hallazgo, te atreves a colgar este artículo, que tiene algo, aunque esta opinión te puede costar alguna colleja, pero ahí queda.
Navegando por Internet, encuentras que el firmante fue el primer abad del Valle de Los Caídos, y que Cándido, el famoso periodista, hizo de negro para él, pero no en esta ocasión, por pura cuestión cronológica.
1 comentario:
Gracias,compañero.
Saaludos
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