¡Qué bien podías haber pasado este martes, fiesta local, en el campo San Francisco comiendo el bollu si hubiera hecho bueno; y si no anduvierais en casa escapados del chorizo; y si no tuvieras que pelearte intentando que el VHS y el grabador de DVD’s se entendieran, que cuando uno hablara, el otro no respondiera cuando le daba la gana NO IMPUT SIGNAL, y si hubieras acertado en comprar los discos +R y no –R, que luego le echas la culpa a los aparatos y a veces la tienen las manos! ¡Si por lo menos hubieras podido leer media hora a Kafka…!
¡Ah!, pero quiso tu señora que dierais un paseo por el parque, y que a la vuelta, os tomarais una sidra y que la tapa, gracia de la casa, fuera un trocín de bollu, y con esa minucia ya te das por satisfecho, aunque no sea la bolla con chorizo en forma de ocho, que te hace tu madre.
Si hubieras pasado el día en el campo San Francisco, no habrías podido re-mirar esas viejas cintas de vídeo, que al enésimo intento conseguiste grabar, no sabes cómo, porque mañana cuando lo intentes con otras, algún código de error emitirá la pantalla para ponerte de los nervios; y no podrías darte cuenta de qué escenas tan absurdas se graban en los vídeos caseros, y te percatas de qué triste es la vida del turista de acá para allá, que pasados diez años (o menos) ya no distingue si aquella plaza porticada está en Manzanares o en Sepúlveda y si aquellas tumbas son las de los Reyes Católicos o las de Don Gontrodo y señora, si la hubiere; o si aquel río es el Guadalquivir o el Tajo y si aquel puente está en Córdoba o en Toledo y si aquella Feria era la de Granada o la de Almería, y si aquel salón era el de la Granja o el de Aranjuez. Al final, piedras. De los vídeos caseros, te quedas con las monerías que captas delante de la cámara, esos giros que se siguen repitiendo, esos tics de siempre. Al final, las piedras siempre estarán allí, pero lo que no se va a poder captar es a las personas que crecieron, que engordaron o que perdieron peso, que se divorciaron o que ya no están.
Por la noche, consigues hablar con un antiguo compañero del Seminario, ilocalizado desde hace casi cuarenta años, que resulta ser guardia civil de tráfico en León, que conoce a un Albalá del cuerpo, y que a ver si te va a poner en contacto con un pariente para el árbol genealógico! Al final, un Martes de Campo aprovechado, eso sí, siempre con historias del ayer…o de antesdeayer.
Y el sábado, a Covadonga, a recordar historias de colegios de curas.
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