Es entretenido rebuscar entre lo que fueron viejos papeles y ahora son modernos ficheros gráficos. Buscando esquelas para completar datos de esos famosos árboles genealógicos, encuentras una crónica de La Vuelta Ciclista a Asturias del día 21 de junio de 1955, en el que celebrarías tu santo si no te faltaran dos años todavía para nacer porque estabas “n’el cantu la memoria”.
Quedas pasmado con lo que lees. Miras quién pudo firmar semejante memez y encuentras que los redactores son Aquilino Iglesias Cuesta y Cabal Valero, que pasan por glorias del periodismo asturiano.
No vas a leer toda la crónica, porque quedamos que andabas detrás de las esquelas, pero como la etapa la ganó Bahamontes y terminaba en el Pajares, te detienes en una entradilla titulada UN ESPECTÁCULO VERGONZOSO.
No te resistes:
En el mismísimo instante en que vamos a cruzar la vía férrea, el encargado del paso a nivel cierra éste. Coches del jurado, directores de equipos, enlaces…toda la caravana oficial, en fin, queda del lado de acá, junto con los corredores retrasados. Estos se meten por un hueco y pasan al otro lado, pero los demás hemos de esperar once minutos, exactamente once minutos, a que pase el tren. Ni ruegos, ni razones fueron capaces de convencer al empleado, que se escudaba tercamente en esta convincente argumentación:
- A mí mandómelo el jefe.
¡Once minutos!, señores, porque al jefe de estación de Olloniego le dio la realísima gana. Para nosotros, acostumbrados a sus genialidades, nada de particular. Pero ¿qué habrán dicho los demás?
En el mismísimo instante en que vamos a cruzar la vía férrea, el encargado del paso a nivel cierra éste. Coches del jurado, directores de equipos, enlaces…toda la caravana oficial, en fin, queda del lado de acá, junto con los corredores retrasados. Estos se meten por un hueco y pasan al otro lado, pero los demás hemos de esperar once minutos, exactamente once minutos, a que pase el tren. Ni ruegos, ni razones fueron capaces de convencer al empleado, que se escudaba tercamente en esta convincente argumentación:
- A mí mandómelo el jefe.
¡Once minutos!, señores, porque al jefe de estación de Olloniego le dio la realísima gana. Para nosotros, acostumbrados a sus genialidades, nada de particular. Pero ¿qué habrán dicho los demás?
Y encuentras esta descripción del Pajares: “El Pajares, sin una sola nube que vele sus encantos, bañado de un sol brillante, impone, sobrecoge. Uno quiere cantar y rezar, pero acaba por permanecer en silencio, abrumado ante estas pruebas del poder de Dios”.
Dos periodistas brillantes e independientes.
Dos periodistas brillantes e independientes.
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