Estás un sábado cualquier en el Fontán. Hace un poco de frío, incluso llueve y no es de esos días en los que la gente anda caleyando. Prefieres esos días, parecidos a un miércoles o un jueves cualquiera, en los que no tienes que esperar sitio libre a la sobre del sol y de la lluvia. No te pasa como a la pareja de tamborileros o tamboriteros que están esperando que amaine la lluvia para tocar alguna pieza con su grupo de baile.
Previamente compraste LA NUEVA ESPAÑA y fuiste a renovar en la biblioteca para otro par de semanas EL PROCESO de Kafka. Esperas que té de tiempo a terminarlo antes del fin de la prórroga aunque estos días estás ocupado con varias actividades: la organización del encuentro de seminaristas para el día diecisiete, la asistencia a varios conciertos del coro VOCES UNIDAS en el canta tu hija, la grabación de cintas de vídeo a DVD, visitas familiares, avances en los varios árboles genealógicos.
Esperas que no te molesten demasiado este fin de semana que estás de guardia.
Apuras la lectura del periódico porque quieres echarle una ojeada antes de que lleguen tu hermana y tu cuñado, que se anunciaron por el móvil y ya están de camino. Los esperas.
Mientras esperas, te saluda un compañero de FEVE y te dice que están esperando.
Le dices que “esperando qué” y te responde que al nuevo presidente de FEVE, a Villalba, un leonés. No sabes qué más le dará a este ferroviario, que debe ser de un nivel parecido al tuyo, que su presidente sea Villalba o Villanegra, lo mismo que a ti, que no crees que te afecte mucho que se llame Salguero o Salgueiro o Salgado o Fresno o Robles o Avellaneda o Castaño, porque tú no estás en ese bosque. Siempre despertaron tu curiosidad estas gentes expectantes y esperantes por cambios de tan arriba. Y te viene a la mente el poema de Arguensola “Fabio, las esperanzas cortesanas, prisión son do el ambicioso muere y do al más astuto nacen canas…”
Cuando finalmente llega tu hermana te cuenta una anécdota de una compañera, que en unas vacaciones al extranjero, hizo escala en Roma por no hacerla en Barcelona, para no pisar Cataluña. Te recuerda una historia que contaba D. Raúl, tu profesor de Historia del Arte, cuando Picasso (crees que fue Picasso, aunque pudo ser Malraux) se embarcó en un crucero por el Mediterráneo pero permaneció siempre de espalda a la costa española para no ver un país dictatorial. Esperó inútilmente la llegada de la democracia porque murió antes, fuera Picasso o Malraux.
Y en el ambiente coral, cuando se habla de esperar, siempre te viene a la mente la canción del viejo TOM, que “esperó, esperó, agotado de sudor”.
Y, mientras, tu simplemente esperas ver pasar el tiempo y contarto, como la puerta de Alcalá, que ahí está, ahí está.
1 comentario:
Con el único ánimo de conversar:
http://www.apoloybaco.com/Andres%20Fernandez%20Andrada.htm
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