Oíste hablar por primera vez de la etología al leer “El comportamiento animal” un libro de aquellos de la colección Grandes Temas GT de Salvat que te introdujeron en los más variados campos del saber, con lo que consolidaron tu tendencia a picar de aquí y de allá, a veces sin entrar en materia.
Sería en aquella época cuando leíste “El Mono desnudo” de Desmond Morris, en la colección Rotativa, de la que conservas algún libro todavía por las estanterías de casa. Te convenciste de que el hombre es un animalín. De hecho un compañero tuyo de oficina, en una época en la que fue el responsable de un colectivo se refería a ellos cariñosamente como “los mis animalinos”.
Como hacía buen tiempo hiciste una parada técnica en el Fontán, debajo de los soportales debidamente protegido de los rayos solares. Es entretenido comprobar cómo la gente, ansiosa de buena temperatura, se sienta en una de las mesas al sol, pero a los tres o cuatro minutos mosca (moscar: ponese les vaques, les oveyes nun sitiu frescu pa protexese de la calor) para la zona de sombra. En cuanto la mesa queda libre vuelven a caer por allí otros penitentes y se repite la historia.
Hasta las dos de la tarde las furgonetas no pueden entrar en el Fontán. A partir de esa hora el desfile de vehículos es constante para recoger las tiendas del aire. Entonces se producen las entretenidas fricciones entre conductores, mercaderes y los clientes de las mesas por si las furgonetas pueden pasar por allí o por si los clientes sacan las mesas a la zona permitida al movimiento de vehículos. Pura etología, no más que un ejemplo de la lucha por la vida.
Por la noche, después del ensayo, tu mujer, tú y unos cuantos quedasteis tomando un vino en el Curqueda con otros colegas cantores y, aprovechando que conocías a Jorge, uno de los socios, quedó colocado un cartel anunciador del concierto del próximo sábado.
Como ya era tarde y caían unas gotas, decidisteis venir en taxi. Esperabas que estuviera sintonizando el 1143, COPE Oviedo, pero lo que se oía era un informativo en bable. Le preguntaste al taxista si era Radio Sele. Además, a la derecha del salpicadero, había un diccionario de llingua asturiana de bolsillo.
Donde esperabas ver un caso más de etología, te diste de bruces con una paradoja.
Al llegar a casa, sintonizaste el 106,10, que no lo tenías memorizado, mientras dabas cuenta de unas fresas y un yogur. Un día que te encuentres con ganas, rescatarás el manual de usuario de la radio y presintonizarás Radio Sele, de la que habías oído hablar pero nunca habías escuchado.
1 comentario:
Entre la etología y la enología.... o sé con cual me quedaría.... o quizás mezclase ambas ENOTOLOGÍA.....y a esperar a ver el resultado
Salud
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