Llevas un par de semanas entretenido con la preparación del encuentro del próximo sábado en Covadonga de los antiguos seminaristas. Dijiste bien: entretenido, no agobiado, porque sabes que la búsqueda del restaurante y de la visita al Seminario y actos religiosos, que, de encargarte tú, te traerían dolores de cabeza, están asegurados.
Debes ser interesante gestionar una empresa y poder confiar en el equipo y en unos cuantos voluntarios que animan y apoyan. En otro tiempo en que tuviste más responsabilidades, o tú creías que las tenías, tu ojo escrutador llegaba hasta límites gobiantes, agobiantes para ti mismo, se entiende. Sin embargo, esto de los antiguos compañeros es un entretenimiento bárbaro y nada estresante porque no hay objetivos, o al menos, no hay que inventar ni falsear ninguna ficha.
Aunque esto es la preocupación y la ocupación inmediata, tienes que ir pensando en preparar unas palabras para la actuación del coro del día 24 y, sobre todo, no te olvidas de tu amiga Camino, operada en París, porque cuando mandas un correo al grupo “Amigos de León” tienes un recuerdo para ella.
Antes de llegar a la lista definitiva, que llamas LISTA PARA PAGO, hiciste varios borradores, y los fuiste llamando en el ordenador LISTA PARA KEDADA BORRADOR 01 y al bolso de la chaqueta, y a empezar a mandar correos y esperar las respuestas, las primeras confirmaciones, siempre a expensas de imprevistos, y los primeros descuelgues, y parece que al decir “descuelgue” expresas una idea peyorativa, pero es porque no encuentras otra palabra más neutra.
Y vas llenando de tachones y notas hasta que ya no te aclaras ni tú y hay que pasar al BORRADOR 02 y alguno más. Y anotas: bus, pendiente de coche, pendiente de algo el fin de semana, padres mayores, cambiar turno, dejado mensaje, volver a llamar, sí con la mujer, retén, pendiente padre, casi seguro que sí, estaba pescando, no. Y tienes que clasificar todas esas notas y si dejas pasar el tiempo, averiguar qué quisiste decir con ellas.
Y además de mandar correos, a veces hablas con un amigo, y lo agradeces porque el correo acaba siendo impersonal y rutinario, y puede ocurrir que a ese alguien le llame la atención que te interesen todos los asuntos, al menos, eso parece a juzgar por esos comentarios que vas desparramando. Y piensas que sí, que te interesa casi todo, y tienes el atrevimiento de pensar que te pareces a esos hombres del Renacimiento a quienes les interesaba todo, con la diferencia de que tú, no se te olvide, juegas donde jugabas, es decir, en el partido de malos contra peores. Pero al hilo de esa conversación piensas desde cuándo te interesa cualquier asunto y te parece que se lo debes a D. Isaac, el profesor de Francés. Es curioso que seas capaz de decir D. Isaac, cuando si estás en el ambiente del pueblo de tu madre, es Isacín, pero pasas del D. Isaac al Isacín con toda naturalidad igual que los bilingües de nacimiento se pasan de una a otra lengua sin esfuerzo mental alguno. D. Isaac fue el que te hizo interesar por todo, a raíz de aquellos debates que planteaba sobre un asunto cualquiera y que siempre empezaban en francés y acababan en castellano. En aquel tiempo fue cuando comenzó a publicarse una colección de Salvat GT, Grandes Temas, una edición muy cuidada sobre los asuntos más variopintas, y los acabaste coleccionando todos y leyendo y subrayando la mayoría: La contaminación; Historia Mundial desde 1939; Colonialismo y neocolonialismo; Herencia, medio y educación; Psiquiatría y antipsiquiatría, y así hasta cien, que abarcaban prácticamente todos los temas. Esos libros todavía sirvieron para los trabajos escolares de tu hija.
Más tarde te dio por el Derecho, y nunca abandonaste el amor a las palabras, ni la lectura de la prensa; y tampoco tienes pensado abandonar la literatura. Y qué mejor combinación de Derecho y literatura que EL PROCESO de Kafka, del que hoy te tocó esta frase: “Como estaban sumidos noche y día en la ley, carecían del sentido para las relaciones humanas, y en algunos casos lo echaban de menos”.
Y cierras ese paréntesis, que surgió precisamente de una conversación con un compañero... que no irá este año. Otra vez será.
Y llamas a alguien que parece que va a decir que no, pero no vas a excluir a nadie, hasta que te diga claramente: “Oye, de verdad, no me interesa esto, pero tan amigos”. Y agradeces que alguien te diga “este año no me apetece”, porque así defines mejor las expectativas, y no que hasta el ultimo día estén pendientes de insondables decisiones, que ya sabes de qué parte se van a decantar. Y seguirás a Santo Tomás en algún asunto: recibiste algunos síes que no creerás hasta que los veas allí.
Y mientras tanto, localizas a alguien del que no sabías nada desde hace cerca de cuarenta años, y notas que se alegra de verdad, y te transmite esa alegría porque la ves sincera.
Y el sábado vendrá gente de Madrid, y de Lugo, y de Luarca, y ese esfuerzo bien merece seguir adelante.
Y pasado el fin de semana, a otra cosa mariposa, por ejemplo, a los árboles genealógicos.
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