Te traen las noticias a casa.
Esta mañana pasa por tu oficina un señor al que le tragó unas monedas la máquina de los billetes y el interventor (el revisor, por utilizar el lenguaje usual) le volvió a cobrar, pero quiso dejar patente que recibió de él un trato exquisito. Lo normal en estos casos es que automáticamente digan haber sufrido un trato chulesco y prepotente, hasta el punto de que cuando oyes tales frases rutinarias, tus conductos auditivos forma una veloz línea recta. Primera excepción.
Quiso la casualidad que ese buen hombre olvidara un sobre en tu oficina, pero no te diste cuenta en el momento. Cuando te percataste de que entre tus papeles había un sobre, no miraste para el rótulo (porque te parecía reciclado) sino para el contenido, y te pareció que era algo de los testigos de Jehová. No tenías noticia de que ninguno de tus compañeros tuviera intereses escatológicos, pero preguntaste por si acaso.
Al poco vuelve aquel ciudadano, en el que no habías caído como autor del olvido. Si hubieras leído el sobre y hubieras visto que la etiqueta ponía “Sr. Párroco de …” podías haberte dado cuenta, pero no sacas por la pinta a todos los curas, sobre todo desde que ya no van de sotana. De hecho en el último entierro al que acudiste, el cura presenció la introducción del féretro en el nicho totalmente de calle, sin una estola ni ningún otro distintivo más que sus dones espirituales. Eso te parece otra excepción, pero no es el objeto de esta historia.
Le dices que estuviste en el Seminario y charláis unos minutos sobre conocidos comunes. Como le dijiste que de tu curso era el pobre Antidio, te dijo que a sus padres les dieron dos millones de pesetas y añadió “eso es lo que vale un cura”. Alguna asociación mental de ideas se despertó en este cura veterano, que te preguntó si conocías a Fulano el de XXXX y le dijiste que sí, pero que era de unos cursos superiores. Te comentó que había sido en otros tiempos coadjutor suyo y que hacía cuatro meses que había dejado la parroquia “por lo que salió en la prensa”.
“Lo que salió” es que se publicó que se le había descubierto un hijo, filtración interesada de la cúpula eclesial, o de un sector.
Conocías la noticia por el periódico y aunque en las conversaciones sidriles que mantienes, te podrías haber enterado, nunca quisiste preguntar.
Ahora te enteras sin querer. Tercera excepción.
Al fin y al cabo el cura queda libre de pecado porque no reveló ningún secreto de confesonario.
Y a ti te traen las noticias a casa, a esa casa, que no un hogar, donde pasas tantas horas.
3 comentarios:
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pero no sacas por la pinta a todos los curas, sobre todo desde que ya no van de sotana. Toma! dicen que los enanos tienen un sexto sentido para reconocerse a primera vista.
¿Esi Oled que escribe aquí arriba ye de Naveo o de La Romía?
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