AQUEL TRUENO VESTIDO DE NAZARENO
Llegas a casa. La comida ya está preparada. Hay varios platos para elegir pero esperas a que venga tu mujer de trabajar porque a ti te vale todo, no en vano estuviste ocho años interno y después hiciste tres de mili.
Después de ponerte el pijama haces tiempo viendo el Telediario de la Uno mientras lees alguna cosa atrasada. Dicen no sé qué del caso Madeleine. Inmediatamente cambias de canal porque te prometiste no ver ni oír (conscientemente) ni leer nada del asunto. Das tiempo. Vuelves a la Uno. Siguen con Madeleine y conexión en directo con el corresponsal de Londres. Cambias nuevamente y dejas pasar unos segundos. Vuelves. Ya terminaron. Oyes que según el presidente de MERCASA se contuvieron los precios de no sé qué artículos. Reproducen una intervención de su presidente. Es Javier de Paz. Le habías perdido la pista. Sí, Javier de Paz, presidente de MERCASA. No te cuadra que de las Juventudes Socialistas se salte a Presidente de MERCASA, aunque antes haya estado en la Unión de Consumidores. Si fuera en algo relacionado con la juventud, todavía. No es lo mismo pero lo ves como un tránsfuga. Es verdad que tenía veinticuatro años cuando lo nombraron Secretario General de las JJ.SS y que ahora tiene cerca de cincuenta años, que es una buena edad para ser presidente de MERCASA y que está dentro de lo habitual que se elija para presidente de una empresa pública a un significado militante del partido en el gobierno, pero así y todo, te choca, qué le vas a hacer.
Le dedicas este poema de Antonio Machado con música de Serrat.
Don Guido, señor,
de joven muy jaranero,
muy galán y algo torero,
de viejo gran rezador.
Dicen que tuvo un serrallo,
este señor de Sevilla,
que era diestro,
en manejar el caballo,
y un maestro,
en refrescar manzanilla.
Cuando mermó su riqueza,
era su monomanía,
pensar que pensar debía,
en asentar la cabeza.
Y asentola,
de una manera española,
que fue a casarse con una
doncella de gran fortuna.
Y repintar sus blasones,
hablar de las tradiciones,
de su casa, a escándalos y amoríos,
ponen tasa, sordina a sus desvaríos.
Gran pagano,
se hizo hermano
de una Santa Compañía,
los Jueves Santo salía
llevando un cirio en la mano.
¡Aquel trueno, vestido de Nazareno!.
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