Las elecciones, la noche electoral y la noche post-electoral te pillaron fuera de la región. Mientras dabas cuenta de una buena ración de pulpo, pudiste ver por la televisión del bar, cómo quedaba el panorama electoral. Tu región no es Madrid, ni Navarra, ni Mallorca y tuviste que adivinar algo por rótulos sueltos que iban saliendo de vez en cuando.
En las elecciones autonómicas, las cosas quedaban muy parecidas. En Oviedo el Partido Popular revalidó su gran triunfo y el PSOE su esperada derrota y, sorpresa, entre Izquierda Unida y la nueva agrupación Ciudadanos por la Izquierda (formada por los dos concejales anteriores de IU) ganaron los nuevos, aunque solo sacaron un concejal. Los sondeos previos daban uno o dos concejales a IU, pero en pequeños números es fácil equivocarse por lo escaso de la muestra. Solamente salió Rivi, la antigua mosca cojonera de Izquierda Unida. Se lo merece por luchador, pero las aguas volverán a su cauce cuando desaparezca de la escena política e IU volverá a recuperar su espacio aunque pierda algún punto.
Sobre lo de Navarra, como sobre el País Vasco, tienes grandes dudas, y, si te tocara decidir, no sabes si elegir una alianza de izquierdas o un pacto constitucionalista. Dejas la reflexión para otro momento.
De la capital del Reino, te alegras del batacazo de Sebastián, por el patinazo de la foto de la chica. En cuanto al palo del PSOE en Madrid en general, a lo mejor la cosa es más sencilla: simplemente la mayoría social es de derechas o de los que aspiran a yuppies, voto sociológico de la derecha, y no hay que profundizar más. Lo sientes por Matilde, que iba en la lista de Simancas. No te casa la dulzura de Matilde con la cara dura, quieres decir, angulosa, de Simancas.
De vuelta a Asturias, te fijas en algunos datos sueltos.
Te fijas en Lena, en donde ganó IU. El actual alcalde, del PSOE, obtuvo unos 2.300 votos, mientras que la lista autonómica obtuvo 2.800. Dice tu madre que no hizo nada por el pueblo. A lo mejor los lenenses piensan también que no hizo nada por el concejo, que se le fue el tiempo en la Federación de Municipios, de la que es Presidente de la sección de Asturias. Quizá el balance no sea del todo negativo porque al fin y al cabo conoció allí a la mujer de su vida (de momento). Salvando este pequeño detalle, lo de la FEMP puede ser bueno o malo. Malo por lo que desatiende, bueno por si consigue atraer fondos para el concejo. Preferirías que hubiera ganado el PSOE porque de número cuatro iba Gema, una amiga de tu hermana, que quedó parapléjica de resultas de un accidente de coche cuando ambas estudiaban COU.
Vas ahora a Llanera, en donde el alcalde y el PP revalidaron una holgada victoria. El ser el alcalde diputado en el Congreso y salir en todas las fotos con Gabino, el alcalde de Oviedo, como si fuera un apéndice suyo, le da una propaganda gratuita, independientemente de que no lo haya hecho mal del todo. De esta victoria, de lo único que te alegras es de que el número dos es el padre de una amiga de tu hija. De número uno del URAS-PAS iba uno que trabajaba en tu misma empresa, del que nunca supiste sus inquietudes asturianistas, pero a lo mejor las tenía. Tampoco supiste de la ideología socialista (porque examinarán de ideología ¿no?) de otro compañero tuyo del seminario que iba de relleno en las listas del PSOE. No salió.
Te alegras por la victoria del PSOE de Belmonte porque el alcalde es el vecino del piso de arriba, aunque haya faltado a su palabra de no volver a presentarse. Hace unos meses prometió abandonarlo todo para poder ver crecer a los nietos, ya que no pudo ver crecer a los hijos. Cuando eres vecino de portal te fijas en esos detalles y no en el arreglo de los caminos del concejo.
Vas, por último, a Morcín, en donde el candidato del PP, que conoces, perdió frente al PSOE pero obtuvo un diez por ciento más de papeletas que su mismo partido para las elecciones autonómicas. Puede estar contento.
De las declaraciones de los políticas te quedas con las palabras de la alcaldesa socialista de Gijón, que lamenta con pena el poco apoyo electoral que recibió IU, pese al gran trabajo desarrollado.
Más que unas pinceladas, fueron unos brochazos.
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